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Todo empezó a raíz de un artículo publicado por Noisey, colaboradora o subsidiaria de la revista Vice, que habla de la banda hermosillense Señor Kino y de cómo, según el artículo, éstos jovencitos de 18 años recién cumplidos están revolucionando y creando una escena en el noroeste de México, específicamente en Hermosillo.

Ciertamente, esa aseveración de “hacer escena donde no la hay” -como lo muestra el título del escrito- caló un poco en mi orgullo, ya que desde el 2001 -cuando los integrantes de Señor Kino tenían tiernos dos años- yo ya estaba en la Olivares, Palo Verde o en cualquier patio polvoriento de X colonia de la ciudad, escuchando a La Social, a Suciedad Discriminada, a El Grito, a Chicovar, a Parodia, a La Merma, entre otras bandas que pululaban en el estado.

Aquella escena estaba tan en pañales como lo está en este momento; pero era tan pujante que, aunque la policía fuera a parar la tocada y a multar a los dueños del terreno, los eventos se seguían haciendo porque queríamos espacios, queríamos ser escuchados, queríamos hacer slam, queríamos salir a divertirnos.

Con la cabeza mas fría pensé que lo que dice Señor Kino y lo que dice Noisey tiene algo de verdad. La escena underground en Hermosillo está muerta. Desde hace 16 años he visto cómo intermitentemente sale una oleada de bandas con propuesta y con ganas de hacer cosas que después muere por diversos factores: estudios universitarios, familias, trabajo, el hecho de que la música es sólo un hobbie para los integrantes, mudanzas e incluso la muerte son razones por las cuales el monstruo del talento hermosillense despierta pero es sofocado por la realidad que representa pagar deudas, llevar niños a la escuela o no saber hacia dónde caminar una vez conquistada la ciudad del sol.

Señor Kino. Fotografía tomada de su Facebook fanpage.

En el artículo parece que la historia se repite como un deja vú, dice Karl Neudert: “Nos ha tocado estar en tocadas con paredes pintadas con un Piolín atrás”, “hay mucho talento en Sonora pero nadie lo voltea a ver”, “estamos haciéndolo todo nosotros porque no hay de otra”. Citas textuales que desde que uno tiene memoria en esto de las tocadas se siguen repitiendo y hacen eco en el 2017.

Honrosas excepciones son los casos de bandas como El Grito, La Merma o Lopezperez, quienes a pesar del tiempo han sabido mantenerse vigentes (con viejos y nuevos integrantes) en el escenario estatal y siguen produciendo música después de tantos años. Pero no nos podemos basar en esos tres casos excepcionales para aseverar que “existe una escena en Hermosillo” o en Sonora.

La escena underground necesita organización, necesita espacios, necesita GENTE que quiera y que vaya a las tocadas, que apoye a los talentos como Señor Kino y que no por el sólo hecho de ser unos chavitos de 18 años recién cumplidos, creer que no tienen nada qué ofrecer a gente de 28 años como tú o como yo.

Por lo pronto, este año despertó el monstruo del talento hermosillense y nos está regalando bandas como Señor Kino, $lave$, Trance, Delirio Room, Buzz Kill, Misadventures, entre muchas otras, quienes están haciendo movimiento y tratan de integrar sus propuestas al calendario de actividades nocturnas hermosillenses.

Habrá que darles un respiro y un poquito de apoyo, porque como en el 2001, 2004, 2006 o 2010 lo trataron de hacer otras bandas, hay otra oportunidad para que la escena despierte, reviva y no muera. Depende de ellos, depende de mí, depende de todos.

Por Víctor Manuel Orendain

En portada, la raza de Hermosillo disfrutando de un tokín -más bien concierto de la Maldita Vecindad- en junio de 2006

Fotografía de Luis Gutiérrez / Norte Photo

Mala Kalidad en Bar «Pluma Blanca», de Hermosillo, en mayo de 2003.

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