Faced with mutilation of human lives by capitalism, a scream of sadness, a scream of horror, a scream of anger, a scream of refusal: NO.

Change the World without Taking Power

John Holloway

Lo que se pretende es que las personas se odien y se teman, que busquen sólo su propio beneficio y no hagan nada por los demás. 

“Indignacion difusa”

Réquiem por el sueño americano 

Noam Chomsky

El 6 de diciembre de 2011, una semana antes del día de la virgen morena, surge un llamado para la construcción de una república amorosa por parte de Andrés Manuel López Obrador —en adelante AMLOVE: el pegajoso acrónimo trocado—, por medio de una manifestación fundamentada de ideas, donde el texto central es la Cartilla moral de Alfonso Reyes. En este texto vemos reflejado lo que, de manera similar, han realizado otras instituciones mexicanas; una de carácter religioso, la iglesia en sus distintas formas, y otra de carácter cívico, el Estado. 

¿Cómo mira esto la izquierda militante? ¿Con fanatismo o con ecuanimidad? Como se sabe, de ambas formas, pero sin duda hay una corriente pacificadora que lo hace de una manera participativa y prudente (¡con perdón pero sin olvido!, como enarbola su presidente), ya que la caída del socialismo dio fin a una esperanza de cambiar el mundo, por lo que teóricos marxistas de la talla de John Holloway establecieron que se debía enarbolar el anti-poder; es decir, la queja continua e inteligente contra las injusticias humanas a través del desenmascaramiento de la historia oficial y de los lenguajes políticos.

Sobre esta experiencia continua del anti-poder ha surgido con el fundador del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), la posibilidad de cambiar el mundo tomando el poder de manera democrática y fraterna, con el fin de refundar una comunidad política corrompida y fragmentada a través del amor al prójimo:

“La fraternidad no sólo tiene rostro humano, sino que es la manera más eficaz para garantizar la Gobernabilidad, el Estado de Derecho y la armonía social” (p. 141). 

La primera formulación escrita de ejercer el poder público con amor, sucedió ocho años atrás y fue de orden civil. AMLOVE tuvo la finalidad de generar un examen en las conciencias de los actores políticos del momento para fincar las bases de una resistencia pacífica y una actuación moral en los actos de la vida pública. Su nombre, tan mal y tan bien interpretado entonces, fue muy preciso: “Fundamentos para una república amorosa”. Este es, sin duda, el prolegómeno de Hacia una economía moral; pero sobre todo, el germen de la presente Constitución moral, el verdadero y más anhelado proyecto del ejecutivo y de la presente legislatura nacional.

En el periodo neoliberal, quizá la institución más importante y menos cuantificada en su atención de los más necesitados en sus variados ministerios y apostolados, ha sido la iglesia; ya que ha sido la única institución que ha desarrollado una estrategia de organización moral, fundada en los evangelios de amor fratriarcal (San Juan 15, 12-17), antes y después del surgimiento de México como nación republicana hasta el día de hoy (aunque no ajena a los escándalos de corrupsión desde la colonia a nuestros días). No obstante, la más importante institución para el cobijo de los más necesitados ha sido el Estado mexicano, aún desde el periodo post-revolucionario, con la imposición de un carácter social-fratriarcal en la Constitución de 1917 a cargo de la facción obregonista en Queretaro; pero sobre todo, en el periodo de Estado benefactor, con la aplicación de medidas económicas y políticas para la defensa de la sociedad a través de los trabajadores al servicio del estado mexicano y sus distintas secretarías de nueva creación.

No es casual que en 1971, surja el concepto “Moral economy” en el cenit de esta política económica mundial, al inicio de la implementación del sistema económico neoliberal en Inglaterra del teórico marxista E. P. Thompson, como una medida de control social ante las demandas de libertades sociales, que fue aplicándose en todo el mundo durante los grandes conflictos de la gruerra fría: la inestabilidad política en las colonias de distintas potencias mundiales y la desición de controlarlas a través de la sujeción económica. Todo esto porque el modelo de Estado benefactor, que tantas mejoras trajo a la vida de los ciudadanos de cada país, era un sistema de relaciones gigantesco, con una élite burocrática sin una eficacia administrativa. 

Tampoco es casual que una perspectiva de defensa a los pobres, la población más vulnerables y persistentes, aún en las naciones occidentales, tuvieran en la Teología de la liberación un aliado por parte de la iglesia. Por medio de distintos medios de difusión, el púlpito o la prensa que confirman una politica de Dios para un gobierno de cristo. ¿Por qué no recuperar este llamado ecoménico (a la unidad de todos los cristianos y no cristianos)? ¿Por qué no hermanar los llamamientos cívicos y religiosos de finales de los sesentas y principios de los setenta? ¿No desean ambos una república amorosa y fraterna fundada en la paz de la justicia social?

Ambos modelos siempre han sido orillados por la avanzada neoliberal, pero ahora son más acequibles, por que la obligación moral ahora tendría un respaldo ético, que llevaría a fijarse en principios legales afines. La iglesia católica tiene su piedra de toque en la Biblia, por medio de su interpretación social en sus distintos sermones y encíclicas sobre el tema; así como los distintos autores de izquierad del momento, que han servivo de fuente de conocimiento para el autor de Hacia una economía moral, tienen una piedra angular en la Constitución mexicana, con un carácter humanístico y humanitario, que norme las acciones de sus partidarios como hacen aquellas con sus feligreses: a través del amor al prójimo, no sólo desde una perspectiva patriarcal sino fratriarcal.

En el caso de AMLOVE, el otrora lider de un partido político popular y ahora investido del poder ejecutivo, pregona el amor reflexivo en las mañaneras, en el informe de gobierno y en su manifiesto, Hacia una economía moral. Este amor fratriarcal, “de abrazos y no balazos”, dista mucho de la prediga al amor patriarcal y de sus métodos violentos que ha caracterizado al Estado mexicano en los últimos sexenios. Enrique Galván Ochoa, quien da contexto histórico del libro, posicionándolo como un testimonio de la verdad de sus palabras, volviéndolo una parábola en línea recta. Él será una figura central para la reflexión legislativa sobre la constitución actual, con sus recientes modificaciones en ese sentido, por medio de un congreso especializado en esta materia, que ha sido anunciado y está en proceso de implementación. 

“La mañanera” es un ejemplo de cómo el Presidente de una república amorosa les madrugó a todos y se anticipó a sí mismo; porque estas charlas y aquel manifiesto están reflejados en su primer informe de gobierno. Hacia una economía moral es, sin duda alguna, un documento definitivo de su promesa de no reelección (que desarma a los llamados de una nueva “dictadura perfecta”, de no corrupción (que descalifica las agresiones partidistas), de no concesionar nuevamente los recursos mineros, naturales y energéticos pero dejar que operen los ya delegados previa revisión de contratos (que calla a tirios y troyanos, es decir, esquiroles y empoderados de otros partidos en sus mismas filas: Antorcha campecina, entre otros). 

Hacia una economía moral está a la altura de la Cartilla moral de Alfonso Reyes, un documento central de uno de los más grandes y más originales pensadores mexicanos, que fue publicada y difundida de manera gratuita por este gobierno; pero no deja de ser una reflexión personal de la mano de sus allegados y de sus gobernados, a la altura moral de la encíclica Caritate in veritate del papa Benedicto XVI (por el enfoque económico) y de Laudato si’ del papa Francisco (por la defensa del medioambiente). Estos son documentos que instan a tomar un plan de acción a los problemas de nuestro tiempo. Habrá notables diferencias entre ellos, pero nadie puede negar esta y otras similitudes.

Debe aclararse que la República amorosa promovida por AMLOVE ya tiene su “cartilla moral” a través de otro autor, pero también una co-autoría de una Constitución moral; ya que su libro sólo es un documento en paralelo de las nuevas reformas realizadas por el ejecutivo y por los diputados y senadores de esta legislatura; así como las que están pendientes, ya prometidas para la misma y ya requeridas históricamente por los grupos de izquierda, de derecha y de centro-derecha: la mejora de la administración educativa, sanitaria, tributaria, productiva, por medio de una preferencia a la población más necesitada. 

La defensa de una postura comprensiva y tolerante, hace la diferencia en un contexto de odio donde las generalizaciones son derrivadas sin separar el grano de la gavilla: negando una verdad ajena contra las mentiras propias. Por ejemplo, es una exageración decir que antes no se hizo nada; pero también lo sería decir que las generalizaciones de AMLOVE no son verdaderas, porque dejan ver claramente lo que no niega, con la permanencia de los programas que rediseña y mejora, con el cambio de enfoque y el aumento del apoyo presupuestal para el combate de la pobreza, el aumento de la producción petrolera y ahorro con la detención del huachicoleo, cuando revierte su escandalosa y estrepitosa caída en varias estadísticas de los sexenios anteriores. 

Esta defensa a los sacrificados por las políticas liberales y neoliberales no es única de este autor ni exclusiva del discurso político; ya lo hemos visto incluso desde las proclamas masivas de carácter social de otros papas, como las encíclicas Rerum Novarum de León XIII, Populorum Progresio de Pablo VI y Solicitudo Rei Socialis de Juan Pablo II. Estas coincidencias de AMLO con las proclamas y programas de la iglesia, que para algunos son de fondo y para otros son de forma, debe hermanarnos en un objetivo común: la construcción de esa república amorosa que se predica desde el anarquismo, el marxismo, así como el cristianismo. Reconocerlo, permitirá que la regeneración de la vida pública de México, sea a través de sus leyes y de sus fundamentos teóricos de comportamiento religioso y civil con raíces profundas en la historia inelectual de México y aceptadas en otras partes del mundo.

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Sobre el autor

Omar de la Cadena es un escritor apartidista y doctor en Ciencias Sociales con especialidad en Desarrollo Humano por la Universidad de Sonora.

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