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(Breve y necesario introito)

Esta entrevista ha estado guardada por un quinquenio. Julio Ernesto Tánori tiene casi el mismo tiempo que no se aparece en público… o al menos no a leer o a participar en algún encuentro literario. Este jueves 15 de diciembre de 2016, a las 6:30 pm, Julio aceptó dar una lectura en la Librería Alonso. Es, el también apodado La Bestia Amarga, uno de los poetas vivos más importante de Sonora. Bueno, hoy esta charla sale de la lata. Aquí se las dejo para la raza de Crónica Sonora.

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Julio me cita a la entrevista en el edificio donde está su trabajo. Atiende a otras personas antes de conversar. Me pasa lo mismo, también trabajo así: no entiendo cómo personas que trabajamos en estos edificios desangelados y fríos, hundimos las teclas para algo más que hacer oficios burocráticos. Julio Ernesto Tánori escribe poesía. Cuando me propusieron entrevistarlo me ofrecí inmediatamente, soy lector de sus poemas, de su poesía sin edad y de esa luz opaca que a veces son sus palabras. Y bueno, estas preguntas son apenas un acercamiento al origen y desarrollo de la obra de Julio.

Reproduzco lo dicho por el periodista y editor Víctor Hugo Barrera, acerca de la obra de Julio Ernesto Tánori, y de inmediato pasamos a sus respuestas donde lo de menos es la pregunta: “La obra de Julio Ernesto reniega de la mediocridad; apela al sentimiento y al amor, sí, a veces, pero exige también atención, empatía, para descubrir que en sus páginas hay erudición y música de fondo, hormigueo y escozor, todo provocado por su pluma quintaesencialmente poética”.
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¿Cómo te inicias en la poesía?

Creo que como inicia casi todo mundo: como lector. También diría que por la música. Llegó un momento en mi vida que me empieza a llamar mucho la atención, y pues como sabes en el rock de los sesentas Bob Dylan es la gran imagen; y la verdad como no le entendía a Dylan, leía sus letras en Notitas Musicales y me ponía a traducirlas. Entonces a partir de esas traducciones muy literales y silvestres, dije “ah cabrón, aquí hay algo”. A partir de eso comencé a experimentar escribiendo cosas muy solemnes, como se pueden escribir a los 14 años, cuando estás descubriendo el mundo, cuando no tienes ni sentido del humor. Después empiezo a ocuparme más de una lectura formal de la poesía. En el 66 aparece la gran antología “Poesía en Movimiento”. Leía a Julio Torri, Juan José Arreola y al que me acerqué más fue a Sabines. Después paso a los españoles, los de la generación del veintisiete. Los argentinos. A los que no me acerqué fue a la poesía norteamericana, porque soy lector de poesía en español. Así fue que con esas lecturas y la música creo que encontré más o menos una voz.
¿Sabes? También leí a José Agustín en mi adolescencia, leí su primera novela “La Tumba” y “De Perfil”. Definitivamente me marcaron de alguna manera porque yo tenía la edad de los personajes de esas novelas.

 

Tu primer poemario “La otredad del amor”…

Es poesía muy juvenil, por eso creo que es algo solemne. En esa edad le tenía demasiado respeto a la escritura. A mis 20 años ya estaba escrito este libro pero lo publiqué hasta que tenía 30. Hay poemas de este libro que me gustan aun. Y pues me decido a avanzar, luego sale La Bestia Amarga; que como sabes ha trascendido más el nombre aplicándomelo a mí. Todo mundo diciéndome la bestia para allá, la bestia para acá. A veces no sé si me lo dicen como homenaje o peyorativamente.
En este libro creo que ya doy con la voz que estaba buscando. Ya veo una escritura de madurez. No creo en las cosas eternas pero aún siento que hay cosas frescas en La Bestia Amarga. Y después viene El animal difícil para completar el libro que actualmente hay en ediciones Mora Cantúa. La idea es aumentar otro título a la colección, para que se note la evolución que se me ha dado en la escritura.
Ahorita diría que estoy en ese receso dinámico que a todo escritor le da. No me sale nada porque creo que me estoy exigiendo más allá de mi capacidad de creación literaria.

 

Tu poesía no es de largo aliento, va en corto, concisa…

He buscado siempre la síntesis. Borrar el “yo” del poeta, para que sea la voz poética sola, sin pronombres. Busco la esencia del ejercicio de la inteligencia de la poesía que conceptualizaba Gorostiza; no quiero humanizar la poesía en el sentido de personificarla.
Si dejaras de escribir ¿por qué lo harías?

Por una buena borrachera…

 

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¿Te ocupa algo en particular o hay imágenes recurrentes en tu poesía?

Probablemente sí, no me detengo mucho a analizar eso. Yo soy de los que sostienen que todo ya está escrito. Que en la poesía todo es tautológico. No hay nada nuevo. Son las mismas cosas dichas tal vez de diferente manera, por voces diferentes. Aunque te diré que creo usar mucho los tonos grises y negros; los insomnios… aunque vieras que sueño muy bien.

“Escribo para borrarme”, dice una contundente frase tuya.

En unas Horas de Junio, terminando mi participación en la lectura, estaba Juan Bañuelos y me oye decir esto, y cuando bajo de la mesa me dice: “a mí me hubiera gustado escribir eso”.  “Pues lo siento, te gané”, le respondí. Es un versito que me salió “de chingazo”. La estuve puliendo hasta que me quedó así. Y tiene que ver con lo que te dije anteriormente: la renunciación del poeta a su yo.
Hay otra frase por ahí: “dios es un pobre diablo”, esto sí lo dije de cabrón, de maldito. Este versito lo retoma Rius en su libro “Ateos, herejes y malpensados”, me da el crédito. ¿Cómo le llegó la frase? Quién sabe. Algunos otros la han usado como epígrafe en algunos poemarios.
Creo en los poemas que tienen efecto, ya sea que te cimbren, que te hagan soltar la carcajada o que te suelten el llanto.

Y bien, tu trabajo es ser mediador en los tribunales: si tuvieras que mediar entre dios y el diablo ¿te pondrías del lado de alguno de ellos?

En esto de mediar debes ser neutral, pero creo que le haría guiños al diablo…
Por eso me gusta Borges por sus acertadas definiciones del cielo y el infierno, el bien y el mal. En uno de sus grandes versos dice “no creo en el cielo ni en el infierno, pero no predigo nada”

¿Por qué acercarse a la poesía?

Porque es una necesidad del ser humano el acercarse a la esencia de las palabras. Entonces el poeta busca eso que lo acerque con el lector, esa palabra que uno escriba y los defina a los dos. Y en este encuentro creo que nace un satisfactor a la necesidad del ser humano de descubrirse: leemos para descubrirnos.

Texto y fotografía por Omar Gámez Navo

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Sobre el autor

Narrador. Originario de Navobaxia, municipio de Huatabampo, Sonora.

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2 comentarios

  1. Hasta siempre, Poeta.
    Me consta que Juan Bañuelos, QEPD, quedó sorprendido cuando Julio Ernesto Tánori leyó ese poemínimo “Escribo para borrarme”. Yo estaba sentada a la derecha del Poeta chiapaneco, a quien se le rindió tributo en 2004. Luego me preguntó: ¿quién es este poeta?, refiriéndose a Tánori. Después se dirigió a la mesa en la que había concluido esa lectura de Horas de junio en Mazatán, donde estuvo presente el obispo Samuel Ruiz, a quien los habitantes de Mazatán regalaron una Paloma de la Paz, en señal de homenaje y reconocimiento.

    Gracias, Navo y Benji por dejar vivas, aquí, estas palabras de nuestro estimado Tánori.

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