El grito de Jano Valenzuela a dos días de un aniversario más

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Con amor y respeto para 24 niños y

25 niñas que no debieron morir

y para todos los lesionados

 

Escribir sobre la tragedia de la guardería ABC, sobre cualquier tragedia en realidad, es una gran responsabilidad. Uno debe ser sensible y respetuoso. Están en juego la dignidad y la memoria de las víctimas, de sus padres, madres, hermanos, abuelos, tíos, tías, amigos y conocidos a quienes la tragedia les robó un pedazo del alma.

 

Pero por otro lado también es una responsabilidad hablar de estos temas, hablarlos, escribirlos, nombrarlos, hacer que resuenen en la memoria de miles, que la indignación se incorpore a cada fibra de los cuerpos de todos y todas. Nombrar, hablar, recordar es no permitir bajo ninguna circunstancia el olvido. Dejar que el tiempo desaparezca de nuestra memoria colectiva la tristeza, la indignación y la rabia sería como declarar el triunfo cultural de la impunidad del Estado.

 

El 5 de Junio de 2009 se desató un incendio en una bodega del Gobierno del Estado de Sonora, contigua a esta se encontraba la Guardería ABC, separada solamente por una pared. En realidad era sólo una bodega gigante dividida en dos. El fuego, que inició en la bodega, rápidamente se propagó a la guardería gracias a que ésta estaba construida con materiales altamente inflamables.

 

Si la guardería hubiese contado con todas las medidas de seguridad pertinentes, salidas de emergencia, extinguidores, etcétera, quizá hoy 49 bebés seguirían siendo la luz de sus hogares, seguirían siendo el motivo cotidiano para vivir, el impulso para trabajar. La hermosa Catarina y las trompas de Yeye, quizá, quizá, seguirían abrazando, besando y amando a Abraham y Julio y a Estela.

 

Pero casi siete años han pasado desde entonces. 61, 320 horas de inimaginable sufrimiento. Pero ese sufrimiento natural ante la muerte de un hijo, de una hija, podría vivirse con más paz si la justicia hubiera llegado pronta y expedita, como prometen nuestras leyes, como nos han dicho siempre los dueños de este país, “hasta las últimas consecuencias, caiga quién caiga”, repiten siempre desde sus posiciones de poder ante las tragedias, ante las masacres; pero las últimas consecuencias jamás llegan. Son como las reverberaciones que se ven a la distancia en las carreteras, que mientras más te acercas, estas más se alejan.

 

Hace un par de semanas nos enteramos en las noticias de la más reciente burla oficial hacia las madres y padres de los niños muertos y los lesionados en el incendio. Amanecimos con la noticia de que se habían dictado sentencias de hasta 29 años a algunos de los responsables de la tragedia. Carlos Santos, padre de uno de los bebés fallecidos, publicó en su muro que esa sentencia representaba la ridícula cifra de seis meses de cárcel por cada uno de los 49 niños muertos. Eso vale en este país la muerte de un bebé, de un ser humano indefenso, SEIS MESES DE CÁRCEL.

 

Sin embargo, después de analizar la nota periodística pudimos darnos cuenta de que aparte de la burla de los seis meses por niño muerto, había otra verdad, otra grosería, otra mentada de madre, otra patada en el trasero a la justicia.

 

Ninguno, escuche bien, ninguno de los responsables con altos cargos de responsabilidad y de elección popular fueron sentenciados. Ni Eduardo Bours Castelo, que era el Gobernador del Estado, ni Eduardo Gándara Camou, que era el presidente municipal de Hermosillo; de los dueños de la guardería, ni Marcia Matilde Altagracia Gómez del Campo, prima de Margarita Zabala, hoy precandidata a la presidencia y esposa del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa, ni Gildardo Urquides Serrano, quien fungiera como Secretario de Finanzas durante el sexenio de Bours, fueron sentenciados.

 

En el ámbito federal tampoco fueron capaces de tocar ni con el pétalo de una rosa a Daniel Karam Toumech, ex director general del IMSS, ni a Juan Molinar Horcasitas, quien fuera el predecesor de Karam Toumech en la dirección general del IMSS, y quien fuera el primero en la historia en autorizar la subrogación de guarderías. De hecho, fue este personaje el que firmó de su puño y letra la autorización para la subrogación de la Guardería ABC.

 

El problema estructural que se esconde detrás de la tragedia de la Guardería ABC y de la forma tan impune, insensible e injusta en que se ha trabajado el caso desde las oficinas de la PGR radica en un modelo económico, político y social que estructura todos los aspectos de la vida basándose en las lógicas del neoliberalismo y del capitalismo más salvaje, que siempre aboga por el retiro del Estado de sus responsabilidades primigenias como son la salud, la educación, y por supuesto, el cuidado y desarrollo de los hijos de los trabajadores, quienes para poder sobrevivir dejan lo más preciado, lo más importante de sus vidas, en las manos del Estado.

 

El modelo de subrogación de guarderías es precisamente eso, es la aplicación de ese modelo sin cortapisas, sin análisis, sin responsabilidad. Es darle al primo, al amigo, al pariente, al compadre la posibilidad de operar una guardería para hacerse rico, para forrarse de billetes. Sin necesidad de tener ningún tipo de experiencia en el campo de la educación, de la pedagogía, del cuidado de niños y niñas, bebés indefensos. Sin necesidad de contar con las más mínimas medidas de seguridad, sin salidas de emergencia, sin extinguidores, no importa que el techo sea de poliuretano, qué importa que sea altamente flamable, qué importa que sea sólo una bodega, qué importa que enfrente, a menos de 100 metros, haya una gasolinera. QUÉ CHINGADOS IMPORTA.

 

El Estado se retira, se lava las manos y se guarda en su confort. Sirve sólo para proteger al culpable, para extender el manto de impunidad y corrupción. De sus responsabilidades no quiere saber nada.

 

Si lo suyo es retacar el bolsillo y la cartera, y las cuentas del banco. Y lo que importa es elevar mi capital político, mi capital social, QUÉ CHINGADOS IMPORTA. Si lo importante es que mi primita hermosillense tenga su guardería, si lo importante es garantizarle a mi Secretario de Finanzas que asegure su negocito, si lo importante es que sigamos gozando de la eterna impunidad que nos dan los apellidos, el dinero, el poder, QUÉ CHINGADOS IMPORTAN 49 BEBÉS. Si lo importante es seguir perteneciendo al 1%, no importa que los hijos e hijas del 99% se mueran quemados.

 

Pues les tenemos malas noticias a esos que dicen “Qué chingados importa”: a nosotros sí nos importa, nosotros no olvidamos, nosotros no perdonamos. Por eso el próximo 5 de Junio saldremos una vez más a recorrer las calles de la ciudad que se quedó sin 49 futuros. Saldremos para decirles a los Bours, los Gándara, los Pavlovich, los Karam, los Peña, los Beltrones, los Calderón, los Zabala, los Urquides, al uno por ciento, que no olvidamos, que ni crean que las cosas se van a quedar así, que ni crean que van a dormir tranquilos, que ni crean que van a quedar impunes.

 

 Por Alejandro Valenzuela Landeros

Imagen de la segunda marcha ABC, celebrada en Hermosillo el 13 de junio de 2009. Fotografía de Benjamín Alonso

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Sobre el autor

Jano Valenzuela es un sociólogo marxista con estudios de maestría en Ciencias Políticas y Sociales en la UNAM. Actualmente es maestro de inglés en una primaria pública en Hermosillo y es un activista comprometido con la vida.

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