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Ha pasado un cuarto de siglo desde el estreno de Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994). Película rabiosa que provocó el culto eterno a su realizador por la lucidez en el control del timing, la mano suave y preciosista en la puesta en escena y, claro, por ese humorismo cínico: ráfagas de diálogos percutidos en nuestra memoria. 

1994, año insólito, tempestuoso y brutal. Era el trágico final de la presidencia de Carlos Salinas de Gortari. Significó la aparición de la guerrilla zapatista – y el glamoroso Sub comandante Marcos, capaz de humedecer a un activismo en brama -, del asesinato de Colosio, de Ruiz Massieu y del trístemente célebre “error de diciembre”.

Y fue el año de la irrupción de la posmodernidad hollywoodense. 

Pulp Fiction, más que una cinta innovadora es un filme que propuso un método distinto, que solo pudo salir de una mente que pensó de manera diferente. La genial impronta de Tarantino se convirtió en evangelio sobre como construir una película. Y su influencia alcanza nuestros días. Amén.

Los personajes de Pulp Fiction circulan en una zona ajena a la ley. Cada relato despide un maravilloso aroma pop con múltiples referencias a otros trabajos; el legendario soundtrack – country, rhythm & blues, surf y rock – contiene melodías que se adhieren a la acción o al personaje, haciendo fluir la narrativa, ya de por sí abigarrada y sorprendente. 

La más importante película de Quentin Tarantino apostó por la edición y triunfó. Señales sobran. Desde la aparición de un par de peces pequeños, Pumpkin (Tim Roth) y Honeybunny (Amanda Plummer) que pasan de la conversación casual al violento atraco restaurantero, el tono del filme se establece. 

Dos sicarios, Jules (Samuel L. Jackson) y Vincent (John Travolta) mantienen embelesada a la audiencia con comentarios acerca de “las pequeñas diferencias entre EEUU y Europa” y nos instruyen sobre el erótico significado de un masaje de piés; ambos trabajan para Marcelus Wallace (Ving Rhames) y deben cobrar la cuenta pendiente: recuperar misterioso maletín – fascinante McGuffin – que le pertenece al gángster. 

Y a lo Balzac, los protagonistas empiezan a tropezarse, molestarse, traicionarse y agredirse, la mayoría de las veces con mortales y morales resultados. 

Butch, el boxeador (Bruce Willis) es un sobreviviente, como ese reloj anal, heredado de su padre con toda la mierda de guerras expulsadas por el culo norteamericano. Es un pérjuro, pero en verdad quiere ser honesto. Además, el propio Marcelus Wallace, líder, capo, déspota y tirano, tendrá su curva de aprendizaje y humillación suprema. 

Nadie, en estos círculos de cotidiano infierno, escapará del ultraje y la violencia. Pulp Fiction, la posmoderna divina comedia. 

Machismo y misoginia aquí son temperamento y carácter. Mia Wallace (Uma Thurman), la mujer de Marcelus, es una niña que ni siquiera sabe cuidarse a sí misma; Fabienne (Maria de Medeiros) es la noviecita de Butch, sumisa y obediente; Jody, (Rossana Arquette) testigo circunstancial de un divertidísmo trance de sobredosis, es gritona y morbosa como una hiena, sin olvidar a Honeybunny, histérica y patética, incapaz de dominarse en una situación de crisis. 

Si “acomodáramos” Pulp Fiction de manera lineal – esto equivaldría a descomponerla sin misericordia – tal vez descubriríamos la posibilidad de que Marcelus Wallace sea, en realidad, el personaje principal. 

Ahora, al prestar atención a los detalles – que sería rendir un homenaje tras otro antes que concluya su proyección -, quizás nos percataríamos que Vincent Vega es hermano de Vic Vega, Mr. Blonde (Michael Madsen), quien apareció en Reservoir Dogs (Quentin Tarantino, 1992).

Que cuando Mia Wallace confiesa la trama del fallido piloto del programa de tv en el que participó: “There was a blonde one, she was the leader; the japanese fox was a kung fu master; the black girl was a demolition expert; the french fox’s specialty was sex. The character I played was the deadliest woman in the world, with a knife”, profetiza el advenimiento de Kill Bill 1 & 2 (Quentin Tarantino, 2003 y 2004).

Y que mas allá de asesinatos, violación, sangre y muerte, los sucesos cardinales, aquellos que dan vueltas al guión, ocurren cada vez que Vincent Vega entra y sale del retrete. En solo unos momentos todo puede cambiar. Y no podemos hacer nada por evitarlo. C’est la vie, say the old folks, it goes to show you never can tell. 

Es posible ver Pulp Fiction en el cine, por ahora. Aunque también está en Netflix y en todas las plataformas de descarga digital.

Para aproximarnos a esta película, usémos una alegoría traída del pasado: es como leer la nota roja del periódico, ¿que encontramos? aniquilados en estacionamiento de McDonald’s, ejecutado en la mesa de restaurant temático, joven estrangulada y calcinada en su propia cama…

1994, tiempos violentos. 2019, tiempos más violentos. 

Qué leer antes o después de la función

Un asesino solitario, de Elmer Mendoza. Ópera prima del popular autor sinaloense de novela negra, escríta en primerísima y exhaustiva persona, presenta la historia de Jorge “Yorch” Macías, matón a sueldo en las esferas del poder. 

La conspiración para matar a Luis Eduardo Barrientos Ureta, candidato del PRI a la presidencia de México es el núcleo de la narración; el sicario protagonista cuenta con su código de ética: no asesina mujeres, niños, ni curas. Y tiene un único vicio, su comida favorita: Coca Cola y galletas pancrema. 

Usando a personalidades históricas reconocibles, Elmer Mendoza logra ofrecer una lectura trepidante donde no se sabe, bien a bien, que elemento juega en el complot, la muerte del candidato presidencial. 

Libro que no debe faltar en la colección negra del lector.

Sobre el autor

Horacio Vidal (Hermosillo, 1964 ) es publicista y crítico de cine. Actualmente participa en Z93 FM, en la emisión Café 93 con una reseña cinematográfica semanal, así como en Stereo100.3 FM, con crítica de cine y recomendación de lectura. En esa misma estación, todos los sábados de 11:00 A.M. a 1:00 P.M., produce y conduce Cinema 100, el único -dicen- programa en la radio comercial en México especializado en la música de cine. Aparece también en ¡Qué gusto!, de Televisa Sonora.

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