Existen, en el imaginario popular, dos principios. El primero es el “Síndrome Bambi” que provoca sentimientos de piedad ante cualquier mamífero en tierra, sea oso, gorila, perro, gato o pandita; y por el otro lado se mantiene arraigado “el síndrome Jaws” que arroja un manto de miedo e indiferencia hacia los habitantes de los océanos, excepto, claro, las ballenas y los delfines, que siempre han gozado de muy buena prensa.

 

Es por eso que las fotografías de cazadores en las redes despiertan “indignación” y los trofeos de pesca no merecen ni siquiera un suspiro.

 

Así, Miedo profundo abreva de ese temor, exactamente igual como hace ya más de cuatro décadas lo hizo Tiburón (Steven Spielberg, 1975); aunque, si se recuerda con mayor exactitud, ésta película del catalán Jaume Collet-Serra, también está en deuda con Todo está perdido (J.C. Chandor, 2013) y con Náufrago (Robert Zemeckis, 2000).

 

El común denominador es la gran aventura humana que representa la lucha por sobrevivir en un ambiente bello, natural pero hostil. Y si a esto le agregamos que la protagonista de Miedo profundo es una mujer, aumentaremos el suspenso, el erotismo y el deseo por la sangre.

 

Resulta todo un hallazgo descubrir que Miedo profundo hace más guiños y referencias a Hitchcock que a Spielberg, Zemeckis o Chandor.

 

Me explico. Una rubia joven y deseable –como lo fue Janet Leigh o Tippi Hedren- llega a una playa mexicana escondida sin otro ánimo que no sea surfear para pasar “sus días de soledad”; ella rechazará cualquier insinuación masculina, por lo que entra al mar en un estado tan virginal y exuberante como el paraíso que transgrede.

La Venus en cuestión es Nancy Adams (una bellísima Blake Lively), quien será atacada por la bestia, un tiburón blanco que parece haber descubierto su apetitosa carne y que no dejará de acecharla durante dos tensas horas de proyección.

 

Aquí el espeluznante inicio de Tiburón, de apenas tres minutos, se convierte en una emocionante película donde la acción está concentrada en la capacidad de Blake Lively para llevar todo el peso de la historia, luciendo en medio de la espectacular fotografía que mezcla con eficiencia tomas panorámicas y trepidantes montajes entre las olas y bajo el mar.

 

Y de nuevo, Hitchcock. Como en La ventana indiscreta, Nancy no puede abandonar su refugio, tiene una pierna inutilizada y su único posible contacto con tierra es una cámara go pro.

 

Y al igual que la cinta del mago del suspenso de 1954, seremos testigos de la mejor secuencia en Miedo profundo cuando el director Collet-Serra deja que las emociones del rostro de Nancy nos comparten el terror de sentirse impotente ante la furia de la naturaleza.

 

Es muy probable que estemos frente a una de las mejores propuestas cinematográficas del verano. Es preferible una heroína con bikini, a otra con capita y superpoderes.

 

Miedo Profundo. Director: Jaume Collet-Serra, fotografía: Flavio Labiano, edición: Joel Negron, música: Marco Beltrami. Con: Blake Lively y Oscar Jaenada.

 

Por Horacio Vidal

Sobre el autor

Horacio Vidal (Hermosillo, 1964 ) es publicista y crítico de cine. Actualmente participa en Z93 FM, en la emisión Café 93 con una reseña cinematográfica semanal, así como en Stereo100.3 FM, con crítica de cine y recomendación de lectura. En esa misma estación, todos los sábados de 11:00 A.M. a 1:00 P.M., produce y conduce Cinema 100, el único -dicen- programa en la radio comercial en México especializado en la música de cine. Aparece también en ¡Qué gusto!, de Televisa Sonora.

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