Ciudad Obregón, Sonora.-

Quiso el destino que la tarde del lunes me encontrara en esta ciudad paladeando un delicioso ceviche de tilapia cuando doña Chila se asomó a casa de mi anfitriona para espetarle:

-Órale pues, Rosy, ponte las pilas que ya va a empezar la plática

-¿Cuál plática?

-La de los candidatos

-Estoy comiendo bien a gusto

-Van a dar ciento cincuenta pesos

-Qué le hace

Absorto como estaba con mi enésima tostada no escuché ni candidatos ni ciento. Pensé: «Otra de esas charlas locas que vienen a dar a los barrios populosos». Pero un par de horas después me encontré feliz a doña Lola, otra ruca del barrio, con su gorra de Alfonso Durazo candidato a gobernador

-Hubieran ido. Les hubieran dado trescientos pesos

-¡¿Y eso?!

-Tenías que sentarte y escuchar las propuestas de campaña del Alfonso Durazo

-¡¿Cómo?!

-Sí, también nos dieron cachuchas

Ciertamente, después del banquete yo mismo pasé caminando frente a la casa en la que se aglomeraban muchos camisas blancas y los vi, pero no traiba cabeza para nada, menos para sospechar que ahí era la famosa lana por escuchar. Además, ¿cómo iba a pensar eso de un movimiento político transformador cuyo lema chipocludo proclama a los mil vientos que «no somos iguales»?

Pero bueno, así están las cosas por rumbos de la cuarta transformación sonorense y no apuesto gran cosa por los de enfrente, que antes daban una torta y una soda por hacer bola; vista la competencia, chance y ahora dan aguachile o cevichito, no le aunque sea de cochito.

Por Benjamín Alonso

Sobre el autor

Premio Nacional de Periodismo 2007. Director de Crónica Sonora. Escríbele a cronicasonora@gmail.com

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4 comentarios

  1. Un buen artículo periodístico produce varias cosas: reflejo de la realidad, establece un dato para la historia en el futuro y además desata pasiones, a favor o en contra, pero Las desamarra y eso sucede porque enfrentarse a la verdad atrae el odio. Véritas odium request.
    El hecho de que Alfonso Durazo o Ernesto Gándara estén en contienda visible (son los que traen mejores números en las tendencias de las encuestas) no los exime de que se presenten entre sus colaboradores, las tan famosas estrategias para allegarse personas que asistan a un mitin o reunión. Muchos años lo vimos de parte del PRI (de dónde vienen estos dos candidatos y es un dato que no podemos pasar por alto) cómo sus maneras de posicionarse ante el electorado al mostrar que eran los que acarreaban más gente.
    Y va a seguir pasando. En ocasiones los candidatos o directivos de campaña ni siquiera se enteran de esas estrategias o decisiones que toman los subalternos, ya que solamente buscan la meta de meter tantos cientos o decenas de personas a cada reunión. La finalidad es de que mientras más personas los escuchen, más aumenta la posibilidad de que el mensaje llegue a una cantidad más alta de la población.
    Así es como funciona.
    Los corsarios lo hacían hace cientos de años, convocando a quienes se les sumaban, para que se repartieran las ganancias y las mujeres, por contar con patente de corso.
    E inolvidable es aquella cita bíblica, en la que los apóstoles llamaron a una multitud para que escuchasen el Sermón de la Montaña, que ha quedado para la historia plasmado como el primer momento en la vida humana en que se repartieron los panes y los peces para alimentar a una muchedumbre con hambre y sed de justicia y de la demás, pues también.
    Siento desilusionarlos pero el primero en repartir en un mitin no fue ni Moreno ni el PRI: fue Jesús. Y miren qué logró el cometido porque hoy en día la Iglesia Católica, Apostólica y Romana está alrededor del mundo.
    En fin, sin enojarnos ni lamentarnos, es simplemente, una realidad humana, que se puede resumir en aquella máxima teoría filosófica esgrimida muy seguido por los especialistas en sociología y qué cunde alrededor del globo terráqueo y que reza: “Vamos, a ver qué nos toca!”

    1. Muchas gracias por tu comentario, mi estimado Norman.

      Sólo anotar que en don Google no encontré la frase Véritas odium request y sí la Véritas odium parit: «La verdad engendra odio». Muy fuerte, muy actual, muy por desgracia.

      Saludos y ¡salud!

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