Hermosillo, Sonora.-

En un tono encendido, con voz de trueno y ágil de neuronas, se presentó esta mañana el candidato a la dirigencia nacional de Morena, Gibrán Ramírez Reyes, en el kiosko de la emblemática Plaza Zaragoza de esta ciudad. Ahí, frente a unas ciento y más de personas -la mayoría simpatizantes, la minoría reporteros, transeúntes y paleteros- expuso las buenas y las malas razones para dirigir al que, dijo, debería ser el partido fuerte de México.

Pero más que el choro de Gibrán, que no era malo, atrapó mi atención lo sucedido acá abajo, entre la pelusa. Pasó, por ejemplo, que una señora entrada en canas fustigó a un chaval del modo siguiente:

-Tú llegaste hace poco al movimiento

-Pero aquí estamos

-Deberíamos de hacer una purga

-Pida el micrófono y exponga su argumento

Así de botepronto, mis oídos no daban crédito al desencuentro. Luego miré con atención, léase más allá del cubrebocas, y pude identificar a la rijosa lo mismo que al interPELADO, un cuate mío con cara de loco. Me consta que ambos están metidísimos en la lucha por -dicen- cambiar el rumbo de este país. El pecado de mi amigo es que tiene poco en el movimiento, lo cual también me consta, y eso, a los ojos de la sexagenaria, invalida o pone en sospecha su participación. Bendito canibalismo de izquierda, ya te extrañaba.

Y ahora que me acuerdo, cuando iba al evento saludé a un viejo amigo que pasaba por ahí, pejezombie a cual más, quien no ocultó su desdén para con el joven candidato y «los que lo traen».

-Ya los conocemos, a todos ellos, se les olvida que Porfirio está con Andrés Manuel desde que estaban juntos en el PRI

Por un momento me perdí, no sabía si era halago o lo contrario. No por mis ideas, que son leves y harto plásticas, sino por lo que las propias huestes de izquierda se la llevan pregonando: que el PRI fue de lo peor, que nada bueno dejó al país, que la culpa de todo la tiene ese partido y el Acción Nacional también.

Volviendo al mitin del gordito inteligente, porque vaya que lo es, me gustó la que se armó cuando dijo que Morena se estaba burocratizando y alejando de la gente, que entendía que en 18 tuvieron que ser pragmáticos y aliarse con lo que fuera, pero que ya era hora de volver a las bases y a la gente. En eso estaba cuando los presentes señalaron a Palacio Municipal y gritaron al unísono «¡padrecistas!», «¡padrecistas!», «¡padrecistas!». El doctor Ramírez prestó oído al reclamo, como lo muestra la gráfica siguiente,

y acto seguido preguntó si querían más padrecistas gobernando a nombre de Morena:

-NOOOOOOOOOO

También preguntó si querían otra Lily Téllez y peor rechifla se llevó. Luego siguió con su discurso, tan dinámico como institucional -«nuestro líder es Andrés Manuel»- y en algún momento dejó en claro que no eran vacas para ser arreadas: «No somos ganado, somos hombres y mujeres libres». Sin embargo, el canibalismo que vi aquí y allá me dejó dudas en torno a la disciplina del morenismo y su futuro como organización política. ¿Qué van a hacer cuando el pastor se jubile? ¿Agarrarse a mordiscones? ¿O darán cabida al diálogo y la disputa intelectual, algo que no está muy de moda últimamente? En ese sentido, quizá valdría la pena que, de no ganar, se le diera un buen espacio al joven Gibrán en el organigrama de Morena. Hace falta juventud en la política, como por cierto hizo falta entre los asistentes a la plaza esta mañana, más allá de la siguiente imagen.

Texto y fotografía por Benjamín Alonso

Sobre el autor

Premio Nacional de Periodismo 2007. Director de Crónica Sonora. Escríbele a cronicasonora@gmail.com

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6 comentarios

  1. Benjamín, excelente el título para una crítica excelente, en el que sin tapujos has evidenciado un gran problema de la izquierda en cualquier país, pero de forma exagerada en este país.

    Si me preguntas, diré que se trata de una cultura política basada en la desconfianza y en las ansias de protagonismo, a partes iguales. Como tú dices, también hay otros factores que influyen: la duoda capacidad de escuchar seriamente y buscar puntos en común antes que puntos de diferencia en las posiciones de cada uno.

    Si me preguntas, en general -de izquierdas o de derechas o de centro- siempre me da la sensación de que mucha gente obvia poderosos límites de la realidad y se lanza a «pedir/exigir/esperar cosas» totalmente alejadas de la realidad, o cuanto menos sin tener muy claro que los cambios se consiguen paso a paso, y que el itinerario no es ni corto ni rápido.

    Para acabar, y rescatando una pregunta que haces al lector, yo creo que si AMLO es inteligente (o sus asesores) buscarán fortalecer al partido potenciando un caracter más COLEGIADO del partido por contraposición al LIDERAZGO PERSONAL.

    Es cierto que un líder formidable es necesario para generar un cambio de rumbo. Y creo que nadie negará que AMLO -después de años de insistir- ha conseguido lo que parecía impensable. Pero en adelante, si me preguntas, es CONVENIENTE Y NECESARIO fortalecer el caracter colectivo del movimiento de cambio: AMLO debería ir fortaleciendo la imagen pública no de uno sino de al menos 5-10 personas de plena valía y confianza, e ir trabajando una cultura de pluralidad de opiniones pero de construcción colectiva, en el sentido más positivo.

    En fin… es un proyecto retador donde los haya, pero que puede ser el antes y el después que necesita este país. Ciertamente los países tienen los gobernantes que se merecen. AMLO y todas las buenas personas que apoyan su proyecto tienen que aunar esfuerzos en promover el cambio cultural-político PRIMERO ENTRE LAS BASES.

    1. Más de acuerdo contigo que nunca, mi fino Sergi. En todo o casi todo, y me quedo con esta línea vuestra:

      «me da la sensación de que mucha gente obvia poderosos límites de la realidad y se lanza a «pedir/exigir/esperar cosas» totalmente alejadas de la realidad»

      Ñacas!

      Un abrazo y gracias por aportar

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