Vivimos una crisis de confianza. Desde hace mucho tiempo. Nosotros, los ciudadanos, no confiamos. Ni en las autoridades, ni en nadie. En especial me referiré a los representantes de la ley, el orden y la justicia: ni confiamos en el policía, en el juez, en el diputado, en el presidente municipal, en el gobernador, ni en el presidente de la república.

Y lo cierto es que ni el policía, el juez, el diputado, el presidente municipal, el gobernador o el presidente de la república confían en nosotros.

Vivimos una crisis de confianza. Razones hay de sobra para haber llegado a esta situación.

Sin embargo, hay golpes de la realidad que nos obligan a hacer un alto. Son jodazos dolorosos, imposibles de minimizar.

La desaparición y posterior asesinato de Javier Salomón Aceves Gastélum, Marco Francisco García Ávalos y Jesús Daniel Díaz García llega al escenario de la rueda de prensa convocada por la Fiscalía de Jalisco el pasado lunes 23 de abril. Ahí se dan a conocer los avances en las investigaciones.

El cumplimiento de una tarea escolar – los jóvenes, ya lo sabemos, eran estudiantes de cinematografía en la Universidad de Medios Audiovisuales (CAAV) – los llevó al uso de una cabaña cuya propiedad, se suponía por las víctimas, era de una tía de Aceves Gastélum.

Lo que los tres muchachos no sabían era que, en realidad, el inmueble le pertenece a Diego Gabriel Mejía Odilén, miembro del Cártel Nueva Plaza, rival del Cártel de Jalisco Nueva Generación por el control de Tonalá.

Eso fue lo que los colocó en la mira del crimen organizado. La Fiscalía de Jalisco revela que fueron torturados, asesinados y disueltos en ácido por miembros del Cártel de Jalisco Nueva Generación.

Un suplicio social del que todos fuimos testigos. Las movilizaciones exigiendo justicia comenzaron desde el jueves 22 de marzo y crecieron. El día lunes 26 de marzo participaron más de 6,500 ciudadanos, entre jóvenes, maestros y comunidades civiles.

El respaldo solidario y oportuno de Alfonso Cuarón y Emmanuel Lubezki, entre otros cineastas, completó la gran advertencia que la sociedad hizo a las autoridades: queremos justicia, queremos la verdad. Y he aquí los resultados.

Lo que sigue es exigir a las autoridades la presentación de las pruebas que respalden la investigación realizada. Y esto ya ocurrió. Incluso, de acuerdo con la declaración de la Fiscalía de Jalisco, existe total disponibilidad para exhibir documentos y peritajes a expertos externos, si así se le solicita. Por supuesto, de los resultados encontrados hasta ahora.

Vivimos una crisis de confianza. Razones hay de sobra para haber llegado a esta situación.

Así, una red de cine clubes en México, agrupados bajo el hashtag #nosontressomostodxs, publica y comparte un valiente manifiesto, Estrategias de Cine Comunitario para Tiempos de Resistencia, cuyo primer punto reproduzco al calce:

“Ante todo no reproduzcas la violencia del estado (sic) y las verdades oficiales. El cine es una herramienta que moldea la realidad y la memoria, ¿Qué historias estás replicando? Fortalece la cultura de la vida y no de la muerte”.

Es válido, deseable y bienvenido criticar u oponerse a las actuales tácticas y estrategias del gobierno en el combate contra el crimen organizado. Nada más natural. ¡Y es correcto!

Pero escribir e intentar imponer que la violencia es cosa del Estado es un pensamiento incompleto.

Porque si, en el caso del asesinato de Javier, Marco y Jesús, las pruebas otorgan el apoyo a la investigación que apunta a que la tortura, la muerte y la disolución en ácido son responsabilidad del Cártel de Jalisco Nueva Generación, ¿con quién hay que compartir la acusación de violencia?

La valentía y la solidaridad no deben distanciarse de la información y de los hechos. Mucho menos, en nombre de semejantes valores cívicos indispensables, es prudente aplicar una agenda política. No en un asunto tan doloroso y delicado. Porque tumbar a rajatabla la verdad a través del uso de la palabra “oficial” es politizar el crimen de Tonalá.

Insisto. La unión, la civilidad, el coraje deben aplicarse en la búsqueda de la justicia. En la presentación de pruebas. En la comprobación de la verdad. Y, hasta donde es posible darse cuenta, ese ha sido el camino que tomó la Fiscalía de Jalisco.

Porque el camino que está siguiendo la sociedad civil afectada e interesada en la resolución de este crimen, también es correcto.

Vivimos una crisis de confianza. Razones hay de sobra para haber llegado a esta situación.

Sin embargo es posible que estemos frente a una excepción a la regla. Dar el beneficio de la duda, en favor de la actuación y el desempeño de las autoridades de Jalisco en este caso, también es un paso inteligente.

Conviene no olvidar: es imposible que todo lo que haga un gobierno esté bien; pero también es imposible que todo lo que haga un gobierno esté mal.

Y que la justicia se siente de nuevo a la mesa con nosotros.

Por Horacio Vidal

De izquierda a derecha, Javier Salomón Aceves, Marco Ávalos y Daniel Díaz

Sobre el autor

Horacio Vidal (Hermosillo, 1964 ) es publicista y crítico de cine. Actualmente participa en Z93 FM, en la emisión Café 93 con una reseña cinematográfica semanal, así como en Stereo100.3 FM, con crítica de cine y recomendación de lectura. En esa misma estación, todos los sábados de 11:00 A.M. a 1:00 P.M., produce y conduce Cinema 100, el único -dicen- programa en la radio comercial en México especializado en la música de cine. Aparece también en ¡Qué gusto!, de Televisa Sonora.

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4 comentarios

  1. ¡Qué buen artículo, Benjie! Conocí a Horacio hace unos días en la casa del Hector Islas Azaïs, y me pareció un tipo brillante. Ahora me parece también un tipo valiente, porque se necesita valentía para ir en el sentido contrario de lo que opinan las mayorías. Uno, si acaso tienes una pizca de sentido crítico, se queda con las ganas de poner en la mesa alguna idea, pero no lo haces porque el sentido de la opinión pública va para el otro lado. Yo también coincido con su tesis principal: «Conviene no olvidar: es imposible que todo lo que haga un gobierno esté bien; pero también es imposible que todo lo que haga un gobierno esté mal». La crisis de confianza que ahora existe me recordó un párrafo de Crónicas Marcianas de Ray Bradbury que leí hace unos 39 años: «La mayoría siempre tiene razón, ¿no es así? Siempre, siempre. Jamas se equivoca, ni un breve e insignificante momento. En diez millones de años jamás se equivocó. ¿Qué es esa mayoría y quiénes la forman? ¿Qué piensa? ¿Cómo emprendió este camino? ¿Cambiará alguna vez? ¿Y por qué demonios he caído en esta putrefacta mayoría? No me siento a gusto. ¿Será claustrofobia, temor a las muchedumbres, o sentido común? ¿Es posible que un hombre tenga razón, aunque el resto del mundo opine que ellos tienen razón?»… Encuentro, con el profundo desasosiego que me causan los miles de muertos y desaparecidos, que tener la nación independiente, humana y generosa de que habla el Juramento a la Bandera, no será tarea fácil. Saludos.

    1. Muchas gracias a Alejandro Valenzuela por sus generosos comentarios. Aunque no soy muy aficionado a Ray Bradbury debo admitir que la referencia empleada por Valenzuela me hizo reflexionar sobre el valor de dicha literatura. Espero coincidir de nuevo con Alejandro Valenzuela para compartir ideas, pensamientos y ocurrencias. SALUDOS.

  2. En verdad que ésta es la cereza para el pastel de mediocridad que es todo lo que escribes Horacio, no hay un sólo punto rescatable en esta basura, lo único que dejas claro es que eres chayotero del gobierno del PRIAND, harías bien en limitarte a escribir tus reseñas de películas chafas. Es una pena que este portal se haya contaminado con tus aportaciones que solo brindan ignorancia y confusión a quien lo lee. Lejos de estar calificado para emitir una opinión al respecto de la tragedia que es vivir en México, sin ser un lame botas del gobierno (como tú), es notorio que alguna deuda tiene la editorial de este portal contigo, pues te dan rienda suelta para publicar porquerías como esta, lo cual es bastante cómico.

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