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Puede ser cualquier día 

y aunque al principio te encabronas

 y cuestionas las cosas, 

después entiendes que nada es para siempre

 y es entonces cuando empiezas a disfrutar

 los días uno a uno.

(Un Transeúnte)    

Nadie nos prepara para la muerte.

Nadie te dice del hueco que se forma en tu cuerpo ante la ausencia. 

Nadie te prepara para los buitres que acechan por fuera de los hospitales, los que “sienten” tu perdida mientras te presentan los planes de pago para la sepultura. 

Nadie te dice de las horas posteriores, de los trámites urgentes y de los horarios que se tienen que cumplir antes de que cierre la burocracia. 

Nadie te prepara para la risas de los otros, de los desconocidos que caminan felices agarrados de la mano, de los niños que chocan contigo creyendo que eres su madre, de los vendedores ambulantes que te ofrecen limonada o una torta. 

Nadie te dice que terminarás abrazado a un desconocido pidiendo juntos un poco más de tiempo. 

Nadie nos avisa del sentimiento de culpa por reírte y olvidar por instantes tu propia pesadilla.

Nadie te dice que ahora tienes otra realidad y que te toca recoger y reconstruir todo lo roto, solo, vacío, con otro hueco en tu memoria de todo lo que ya no es. 

Nadie te dice que el dolor muta a uno menos vertiginoso pero que este se vuelve parte de uno, y así vamos por la calle acumulando huecos y perdidas, ausencias dolorosas que no prescriben con el tiempo. 

Nadie nos prepara para volvernos como esos niños asustadizos perdidos que buscan a sus padres en el supermercado, esos ojos y ese llanto que solo surgen cuando se siente que es un adiós definitivo. 

Nadie te habla de la montaña rusa de sentimientos y emociones que te recorren todo el cuerpo: llanto, aceptación, ausencia, no es cierto, no es cierto, no es cierto, vacío… recuerdos (todos naciendo a la vez), ahogo, querer salirse del cuerpo, llanto, llanto, ausencia, no es cierto, vacío… ausencia (tú ausente mientras los otros te cobijan aunque están igual de rotos). 

Nadie te dice que vas a ser capaz de revivir el dolor como el primer día en cada aniversario, que aunque pase el tiempo el hueco que se creó con la pérdida no se cerró y entonces aceptas que ahora eres así, con un montón de huecos que se cubren de la esencia de los ausentes, porque los muertos se llevan una parte de ti para concluir su historia y nosotros llenamos los huecos con memorias suyas para seguir (y que ellos sigan) viviendo. 

Tampoco te dicen que el tiempo no quita el dolor pero este se amolda a ti y nos hace incluso más bellos, porque del dolor nace la empatía y la empatía nos hace más conscientes y solo así somos capaces de ver al mundo un poco más humano y te vuelves más amable porque ahora sabes que algún día, el que sea (o quizá hoy) dejaremos esta vida para volvernos parte de la memoria de los otros. 

A 10 años del incendio de la guardería ABC que la memoria sea quien mantenga vivos a los que se fueron muy pronto porque la muerte no se olvida, ellos no se olvidan, nosotros no olvidamos.

Por Lucía Torrero

Fotografía en Guardería ABC, diciembre de 2013, por Claudia María Torrero

Sobre el autor

Lucía Torrero nació en Hermosillo el año de 1984. Es egresada de la Licenciatura en Letras Hispánicas por la Unison y escribe en Crónica Sonora, a veces sobre las mujeres para que la lean los machos.

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2 comentarios

  1. En efecto nadie nos prepara para la muerte, pero tu artículo ayuda para ello, para cuando seamos como dices, parte de la memoria de otros. Que tú artículo nos sirva para reflexionar y no olvidar, porque el olvido es la muerte. ?

  2. Mientras vivan esas imagines en mi mente desde el día 1 hasta hoy.sigo suspirando d dolor y cada vez hay más preguntas sin respuestas 10 años y parece k fue ayer m duele igual.

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