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Hermosillo, Sonora.-

Porque así lo quiso el destino, la tarde de ayer caí de rebote en el foro convocado por el ISAP (Instituto Sonorense de Administración Pública), «México y su inserción en la globalidad». Visto el cartel, tenía el prejuicio de que aquello sería un desfile de choros demagogos, por desgracia tan vigentes en tiempos de la 4T. Pero me equivoqué rotundamente, pues uno de los tres panelistas sí traía carne, es decir el 33.33% del panel. Nada mal cuando nada esperas de un evento.

Tarde arribé y me perdí la ponencia de Natalia Rivera, articulada vocera del gobierno claudillero, ma felizmente escuché casi toda la exposición del profe puma, don Roberto Rives y Sánchez, tipo preclaro y contundente que los mismo «se suma» a la moda de cuestionar el neoliberalismo que nos azota (perdón, azotó), como confiesa «no creer» en planes de desarrollo sexenales, apostando en cambio a uno de treinta años, uno que fuera «del 2020 al 2050».

Con ese ritmo (intelectual) tocó turno a Jacobo Mendoza, dirigente de Morena en Sonora y tan doctor como su predecesor pero sin el filo de aquél, no porque no pueda sino porque no debe, por culpa de esa militancia partidista que todo lo contamina. Mi estimado Jacobo (fuimos cuates cuando era pueblo… cuando yo era pueblo) tuvo la mala idea de llevar un power point y leerlo palmo a palmo para toda la concurrencia, que contaba entre sus personalidades al Ronco de la Ladrillera, a la vituperada alcaldesa de Navojoa, diputados que empezaron desde abajo y otras por el estilo. Peor tantito, el documento no iba más allá de una vil glosa del Plan Nacional de Desarrollo que recién presentó don Andrés, más cargado de consideraciones ideológicas que de metas y caminos para llegar a ellas. Al diablo la tecnocracia, eso que ni qué.

«Pinchi Jacobo», me quedé pensando, «qué te cuesta ponerle más sabor al caldo». Y tal vez me telepateó, pues más tarde haría un viaje historiográfico de la mano de su tocayo Rousseau y los gigantes del siglo XIX mexicain. De todos modos, acotó un fifí, terminaría en lo mismo: «El Plan Nacional de Desarrollo no es una receta extranjera, es un plan nacional de acuerdo a las necesidades que tenemos aquí». Así lo dijo Jacobo -con todo y negritas- en pleno foro globalizador, suscribiendo la nueva doctrina Monroe región 4: «México para los mexicanos».

Salí del recinto cansado, pues las participaciones del público se alargaron que qué bárbaro. A la otra váyanse a sus benditas redes sociales y déjenos vivir. Todavía me enjugaba la frente cuando vino a saludar el también doctor Alejandro Valenzuela: «Puros rollos infames. Al menos Rives»… sabe qué, no le entendí entre el bullicio del gentío abandonando el lugar.

Por Benjamín Alonso

Fotografías del evento por autores varios

Sobre el autor

Premio Nacional de Periodismo 2007. Director de Crónica Sonora. Escríbele a cronicasonora@gmail.com

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10 comentarios

  1. Amigo Benjamín, cuanto escepticismo percibo en las letras mexicanas que escriben (o mejor, relatan/interpretan) la actualidad… se ha sufrido ya tantos engaños políticos en este país que ya nadie cree en un cambio (transformación) real… qué pena.

    Aunque la otra sensación que percibo detrás de ese escepticismo tirando a negativismo es un sueño colectivo de que otro México es ansiado y posible… Se puede cortar el aire de tanta expectación por ver qué llegará a conseguir ese gobierno de la 4T.

    Si quieren la opinión de otro soñador: olviden apellidos, banderas, colores e ideologías, envidias o protagonismos, y rememos juntos, apreciemos el valor de cada uno de los que empujamos en la dirección correcta -con mejor o peor tino-. Merecemos otro futuro que el que el neo-liberalismo y el Régimen de la Corrupción nos ha escrito en piedra, en nuestras calles, en nuestras «comunidades», en nuestras aspiraciones.

    Si quieren la opinión de un mexicano nacido en el extranjero: en este territorio hay valor de sobras, hay gente de sobras, hay talento y hay soñadores de sobras. Olviden sus diferencias y busquemos el enfoque en lo que verdaderamente importa: lo que podemos hacer cada cuál por este proyecto de vida, cultural, mucho más que económico, pero también económico.

    Nota: disculpen mi entusiasmo juvenil… hay cosas que los años no consiguen matarte. Creo que Jorge Luis Borges se equivocó (o se aburguesó…) cuando sostuvo lo contrario.

    1. jajaja gracias por comentar, mi fino Sergi. llama mi atención tu mirada compasiva de estos pobres mexicanos, que puestos a calcular ya no han de creer ni en su propia madre, lo cual es todo decir. en mi caso, relato una excursión al vacío. o peor aún: un regreso al rollismo, del cual es verdad que nunca nos hemos ido, pero vista la intensidad del actual hasta nuevo parece. como decíamos antes, ojalá le vaya bien al presidente, para que le vaya bien a México. ¿o que le vaya bien a México elo mauser su ejecutivo? por qué no?! se puede? yo qué sé… te abrazo, apreciado Sergi, y me dejo tocar por tu desaburguesado entusiasmo

  2. Para el desarrollo y expectativas del tema considero un arte la crónica desarrollada por Alonso, de un dialogo que necesita pasar de las ideas a las propuestas de metas y caminos contundentes para reactivar la economía, la seguridad, las estrategias de desarrollo turístico, social, cultural… no veo el cómo? y cuándo?… y urgen

    1. Vaya que urge, Yadira, pues por muy buenas que sean, las intenciones no bastan. Es preciso saber cómo y si no se sabe a buscarle con humildad. Como hicieron ya con JPMorgan y HSBC, los malvados neoliberales cuyas extranjerísimas recetas sí aceptaron, a contrapelo del discurso oficial que sostiene lo mismo un Andrés Manuel que un Jacobo.

      Te saludo y agradezco el comentario

      1. A mí también me dio mucho gusto saludarte, amiguito querido y siempre admirado en tu periodismo y ese sabroso sentir que nos transmites, pendientes! la irreverente ??

  3. La gran cuestión de la política contemporánea es el apelo a los discursos polarizados, como si el mundo fuero dividido de modo maniqueísta entre los buenos y los malos. Sin embargo, creo que lo peor es la incapacidad de saber escuchar al pensamiento que es diferente al mío. Creo que eso de la civilidad en la política hace mucho se perdió. Las discusiones sueles ser sin profundidad y sostenidas en apelo a los estereotipos («los de izquierda son así/los de derecha son asado»). Por más que incomode el discurso ajeno, todos tienen derecho a voz. No acoger o no escuchar al pensamiento divergente es el gran problema de las bases políticas de hoy. Sin embargo, pienso que sí es posible hacer articulaciones y concesiones a distintos grupos sin perder la integridad o la dignidad del cargo.

    1. Caro, que alguien le lea en voz alta este comentario tuyo al señor presidente de los estados unidos mexicanos, que se la lleva chingue y jode con el pasado malo y el futuro bueno, por resumirlo en seis palabras. Un abrazo 🙂

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