El segundo de abordo en Morena, el doctor Ricardo Monreal Ávila, está en abierto enfrentamiento con AMLO. El pleito suena a una vieja historia de traición a los principios políticos que ubican al pueblo por encima de todo, por medio de un ego—que lo exalta, solamente, de presidente—por encima de todos, en especial, encima de ese todos que termina siendo el pueblo. Puede gustar la forma de ponerlo. Pero en este caso, la forma no es fondo. El gusto es el criterio del ciudadano que aquí claudicó de usar la razón para juzgar a los Morenistas. Lo que dije arriba es el signo de la izquierda mexicana: la utopía y la traición fratricida. ¿Por qué tanta gente traiciona a Morena? ¡Que no se percatan de que el régimen está “matando” a miles de mexicanos! ¿Por qué si Monreal no da su brazo a torcer, no lo da AMLO si es por el bien de no arriesgar la presidencia en 2018? ¿Por qué tienen tantos problemas para armar y ejecutar un proyecto en el que supuestamente cabemos todos? Esta clase de pasmos le pasa a todo simpatizante honesto e informado de ese partido. A nivel local, la mayoría de los Morenistas se dan cuenta que se reproducen esos mismos problemas, menos allí donde la izquierda culturalmente es una fuerza tan minoritaria que es irrelevante. Los izquierdistas históricos siempre se oponen a los pragmáticos, los pragmáticos a los adversarios, y todos caen frecuentemente en canibalismo político. Morena tiene tope de crecimiento, pero no tiene fondo de caída. En cambio, al parecer, las alternativas tiene tanto piso libre para caer, pero tope de crecimiento. Para ser el partido del rebaño de ovejas, seleccionado por el propio AMLO, les resulta mucho lobo disfrazado.

Cuando hay un hecho curioso, es menester una explicación. Casi por mera curiosidad intelectual, por mera naturaleza humana. Wtf!

Ayer (13 de septiembre de 2017) escuchaba yo un video de Ricardo Alemán que él publica cada semana parece en su sitio La Otra Opinión—que es una opinión disidente tan poco común en México, que se le sataniza como foránea y extravagante ya sin necesidad de argumentar ni de la menores cortesías de consideración racional— donde sostenía que AMLO perderá en la elección presidencial del 2018 por una razón: si bien es cierto que es el favorito en encuestas, también es el más odiado en encuestas y tiene mejor poder predictivo el anti-favoritismo que el favoritismo. Hasta aquí, un intento poco común, pero decente.

Fuera de la hipótesis de Ricardo Alemán tenemos intentos que complican demasiado las cosas con conspiraciones que terminan dibujando una mafia en el poder como un ente todo-poderoso a grado tal que si incluso el segundo a bordo de Morena es “corruptible”, cuantimás Eva Cadena, Carlos Imaz—exesposo de Sheinbaum—, Bejarano y Dolores Padierna, y bueno, de ahí pues pasando por Andrés Manuel López Jr., hasta los correligionarios y las bases que compran con cochinos y despensas. Si la gente más visible y líder de Morena sin mantener el poder se corrompen, ¡qué podemos esperar de los correligionarios con poder!

El reciente pleito entre Monreal y AMLO (Sheinbaum, Martí Batres, Yeidickol y otros) es interesante por dos situaciones. Uno, por el contenido mismo del problema, y otro por el tiempo en el que sucede. Por el contenido del problema, sabemos que Monreal aspirando a gobernar por Morena a la CDMX, fue descartado por, supuestamente, los resultados objetivos y justos de una encuesta realizada—y publicada por el partido—donde se establece que si bien es el más conocido, el segundo más electo por la base de la encuesta, es también el más despreciado. Votos negativos gana más o tantos como votos positivos; resta tantos como suma, y si resta los suficientes, pues no hay suma que alcance. Hasta aquí, todo tiene sentido. La decisión del petit comité de Morena parece justa y objetiva. El problema surge en que el perfil resultante de Monreal es muy parecido al propio perfil que tiene AMLO al respecto de la elección constitucional para la presidencia en muchas encuestas. Ellos en Morena dan publicidad casi solamente los resultados positivos donde AMLO aparece como el más conocido y el más elegido (la estrategia Monrealista en Morena), pero no dicen que es también el más o el segundo más odiado, o de plano el más odiado (el dato que aporta Ricardo Alemán en socorro de la racionalidad del petit comité de Morena). El tiempo en el que sucede es muy elocuente. Menos de un año antes de la elección prioritaria, supuestamente, para Morena: la presidencial de 2018.

Yo que no pienso votar nunca más, dado que me parece inmoral por el modelo político que tenemos, me encuentro entretenido y convocado por este brete. Si AMLO se mantiene a la cabeza me siento forzado a votar por el segundo mejor lugar. No tengo la menor intención de ser tonto útil a la mafia del poder –que yo creo que es la cultura política que impulsó el PRI sobre todo antes de los 80s y de la que participa Morena— acrecentando el poder formal y divulgando la cultura ideológica que respalda a «Narcorea», Cuba o Venezuela, con el argumento maniqueo de que no hacerlo es lo mismo que estar a favor de EUA y Trump. ¡Tremenda idiotez es pensar de este modo en este caso! Pero no podemos atribuir idiotez a la vanguardia moral que son los Morenistas, sino que tenemos que atribuirles intención y decisión con conocimiento de causa, de modo que lo que nos revela el enfoque del respeto intelectual por la cúpula morenista es simplemente una proclividad a la manipulación y el afán de crueldad.

En Corea del Norte se practican penas excesivas y trascendentes a prácticamente cualquier disidente. En Venezuela pasaron en 15 años de ser una de las economías más pujantes de la región, con buen acceso a alimentos, a ser una de las más desesperadas por alimentos manteniendo fijo que tanto hace 15 años como ahora, el imperialismo gringo ha sido más o menos el mismo, ¿por qué antes Venezuela sí podía comer y ahora no? La revolución cubana no sólo tiene a los cubanos en la debacle constante, económica, social y moral –pasó de prostíbulo de EUA, Fidel dixit, a prostíbulo del mundo, vox populi dixit— desde que entró al poder la revolución socialista. Y ponen los mismos pretextos que no le admitirían ni en principio a Peña Nieto o a Calderón, o a Fox, o a Zedillo, o a Salinas: si Cuba ha tenido que sacrificar calidad de vida por tal de no darle gusto al imperio gringo, ¿qué les hace pensar que no es la misma disyuntiva que ha enfrentado el gobierno mexicano aunque con menos torpeza? Ah, pero en los primeros, “Narcorea,” Cuba y Venezuela, la chairiza ve virtud y evidenciando una tremenda falta de integridad moral, en los segundos, en especial contra los neoliberales PRIANistas, la chairiza no puede ver pragmatismo sino vicio. Mientras esto pasa, tenemos que recordarle a las generaciones actuales que Fidel Castro fue comparsa del régimen priísta aún después de la matanza de estudiantes del ’68 y las subsecuentes persecuciones en la década de los 70s, es más Fidel Castro abrió las puertas a Salinas luego de que corría peligro su libertad producto de una persecución de parte del gobierno zedillista. Pero hasta para eso, los llamados chairos mexicanos son ineptos: no son capaces ni de criticar justamente ni de subordinarse justamente. En el pecado está la penitencia. Monreal es el pecado, Monreal la penitencia. AMLO todavía no es pecado, el 2018 no ha llegado todavía.

Lo irónico de casi todo esto es que AMLO y el petit comité que decide—¡quién sabe quiénes son específicamente!— parece reconocer que AMLO es al electorado nacional, lo mismo que Monreal es al electorado de la capital del país; en un caso apuestan por cortar al candidato agridulce, y en el primero, se quedan con el candidato agridulce. ¿Por qué no operar la misma maniobra en AMLO que operaron en Monreal? En este tablero, estarían cambiando alfil (Monreal) y reina (AMLO) negros, por rey blanco para un jaque mate. Pero no. No están decidiendo racionalmente. ¿O sí? Si están decidiendo racionalmente, a la luz de lo que Ricardo Alemán y el consejo de Morena han dicho y hecho parece que la única opción razonable que queda es doble. 1) Conservan a Monreal, lo hacen pre-candidato, y evitan un pleito interno y fraterno para mejorar las posibilidades de AMLO en 2018, o 2) se portan políticamente objetivos con Monreal, pero no con AMLO admitiendo –implícitamente—que actúan ya de acuerdo a una gran probabilidad de perder la presidencia en 2018. Por tal de frenar a Monreal y ganar la CDMX, están poniendo en riesgo la Presidencia de 2018. Sí, depurarán al partido, pero en este contexto depurar significa achicar sus bases, quitarse votos. “Los buenos” se quedarán con Morena, pero los malos o burros, que también suman votos, se irán de Morena en la elección chica, pero también para la grande. Agridulce.

¿Qué mensaje nos dan a los de afuera, tanto a los “buenos” como a los buenos? Es un mensaje agridulce. Yo lo resumí así en un estado de Facebook: ¡qué bueno para Morena y la CDMX que se deshicieron de Monreal porque hay mucha evidencia para desconfiar de su calidad moral y capacidad de bajarle los vicios al gobierno de la CDMX! ¡Qué malo para Morena que fue hasta ahora (pregunten por ejemplo, en Zacatecas donde los de la izquierda histórica se llamaban así a los perredistas de siempre, padecieron la toma del PRD por parte de Monreal—dando como resultado que no sólo perdieran la gubernatura en Zac, sino que Zacatecas fuera el estado que más votos per capita dio a Enrique Peña Nieto en tan sólo 12 años de gobierno izquierdista)! ¡Qué bueno que esta cloaca tronó unos pocos meses antes de la elección presidencial, porque quizá todavía habría más Morenistas pensando que AMLO puede controlar a un partido dado que es el único hombre indicado para puede controlar al país entero! ¡Qué malo es que Monreal parece poder ganar el GobCDMX por su cuenta—es el candidato más votado en muchas encuestas— cosa que no extraña si la CDMX votó por AMLO en su momento! ¡Qué bueno que parece que le negarán la candidatura automática en el PRD a Monreal, y quizá en el frente ciudadano también se la negará o al menos se la condicionará a una competencia! ¡Qué malo que divididos todos en la CDMX parece que Morena sigue siendo un serio contendiente! ¡Que bueno está, ya de perdida, todo el chisme!

Cualquier pretexto es bueno para aprender. Eso incluye al vilipendiado Ricardo Alemán.

Por Victor Peralta

En portada, Obrador y Monreal captados por la lente de El Universal

Sobre el autor

Victor Peralta nació en Hermosillo y creció entre Nogales, Ímuris, Hermosillo y Zacatecas, donde estudió Derecho y Filosofía. En 2005 entró a la Maestría en Filosofía de la UNAM de la que se está titulando con una tesis sobre la computabilidad de la mente humana y la incompleción de Gödel. Hoy en día se desempeña como docente-investigador en Cancún.

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