Si usted piensa que marchar no tiene sentido, Lucía Torrero piensa todo lo contrario

Lea por qué y discútala (o todo lo contrario)

[hr gap=»30″]

¿Alguna vez has estado en una situación en donde te quedas completamente en blanco? Es como si todos los sentimientos se acumularan y formaran una bola con cientos de ramificaciones que se entrelazan e intentan salir al mismo tiempo por una puerta diminuta. El caos pues, un caos emocional que te deja inmóvil por minutos, días o años. La primera vez que lo sentí fue cuando un grupo armado incendió el Casino Royale en Monterrey en el 2011; recuerdo estar sentada en el jardín de mi casa y sentir tristeza, miedo, impotencia, coraje, valentía y horror, todo al mismo tiempo. Creía que México había tocado fondo, que no era posible que después de eso la gente no le exigiera al gobierno paz y nada pasó.

No quiero hacer un escrito sobre cómo «nunca pasa nada en nuestro país», pero menciono al Casino Royale porque fue el momento en el que fui consciente de la crueldad del ser humano, y que fui consciente de que el peor rasgo del hombre es el egoísmo; y esa noche lloré por eso, y buscaba porqués, cuándos y cómos en mi cabeza una y otra vez, algo que me hiciera comprender el motivo de sus actos. Nunca me di cuenta que la verdadera pregunta que debía de hacerme era ¿para qué?

¿Para qué existen estos episodios tan abrumadores y oscuros en nuestra sociedad? Mucha gente pensará que tal vez esto sea para darnos cuenta de que Dios «no existe», porque si existiera «no permitiría tanta desdicha en el mundo». Y a mí eso me da mucha risa, porque nos olvidamos que nacemos libres, pero sobre todo nos olvidamos de que todos y cada uno de nosotros hacemos que este mundo funcione para bien o para mal, que eso no depende de un Dios o algo superior que nos tenga prisioneros, nosotros mismos hemos construido muros a nuestro alrededor por los golpes que da la vida.

[hr gap=»20″]

barajas banner

[hr gap=»20″]

El problema es cuando esos golpes se convierten en cotidianos y ya no provocan nada en uno; somos autómatas e indiferentes porque nos han hecho creer que existe alguien o algo más que nos rescatará del peligro de estar vivo. Pero nadie puede rescatar a otro de su propio infierno. Vivimos gritando al aire nuestra frustración y desencanto, reprochando nuestra propia existencia y echando culpas a externos por las desgracias propias y no hemos entendido que la vida es así, que si hoy existen saqueadores de la nación disfrazados con trajes de 100 mil pesos es porque hemos permitido que «nos roben poquito», porque nos da güeva perder un domingo de descanso cada ¡seis años! y salir a votar y defender las urnas, porque cuando fue el incendio en nuestra ciudad y murieron 49 bebés algunos optamos por la manifestación pero no fuimos capaces de resistir el silencio del gobierno y optamos por lo más fácil, desertar y como si eso no fuera vergonzoso todavía rematamos con la pinche frase más cagante y cobarde: «Ya dejen descansar a los angelitos».

Aspecto de la sexta marcha ciudadana celebrada en Hermosillo exigiendo justicia por la tragedia en la Guardería ABC. 11 de julio de 2009. Fotografía de Benjamín Alonso.

Porque no conformes con el olvido, además tenemos que desalentar a aquel que se atreve a hacer algo, aquel que ya entendió que la vida no vale la pena vivirla si no es luchando por lo que uno siente y cree que es correcto. Pero somos inconscientes de nuestra propia existencia, vivimos anhelando otro tiempo mejor, un cuerpo mejor, una vida mejor, un gobierno mejor pero no queremos mover ni un solo dedo, nos volvemos espectadores y dejamos que el tiempo pase con la esperanza de que esto cambie, compartimos cientos de fotos, textos y notas periodísticas basadas en el morbo y sentimos que «ya cumplimos» y vemos videos de manifestaciones contra el Gasolinazo (o cualquier otro tema, que este país si algo tiene es el gusto por las tragedias) y lo único que decimos es «no se dejen», NO SE DEJEN. Esa frase encierra todo el problema de los mexicanos, ni siquiera somos capaces de entender que a mí también me están jodiendo, que yo también soy México y que a mí también me llevan entre las patas por el egoísmo de un puñado de personas que no saben «ler» pero que tienen «muchas ganas de aprender».

Carajo, a mí también me da flojera salir a marchar y cada vez que lo hago y veo tan poca gente siento que no vale la pena y de hecho no lo vale, así no, de poquito nunca servirá y nunca seremos escuchados; pero nacemos libres ¿cierto? Y tenemos que vivir o silenciar las consecuencias de nuestras acciones, y marcho porque cuando todo termine de irse al carajo y sea tarde y me tope con el reproche de mis hijos no quiero decirles que me acobardé y que dejé que me quitaran todo.

Esto no es un llamado a la anarquía, ni para jodernos al gobierno con acciones que desquician y roban la calma a la ciudad; pero ojalá quien me lea reflexione y entienda que es necesario mirar hacia dentro, porque existir no es otra cosa que hallarse, y cuando uno se encuentra y se entiende así mismo deja de lado los pensamientos infantiles y toma las riendas de su vida y lo demás sucede en consecuencia. Todos somos culpables de llevar a México al borde del abismo, pero al mismo tiempo todos tenemos el poder de lograr cosas extraordinarias, preocúpate pero sobre todo ocúpate, todo suma y todo sirve.

Si eres abogado asesora correctamente a la gente, si eres artista destina un poco de tu tiempo y protesta creando, maestros eduquen, servidores públicos sirvan que esa es su chamba, grupos religiosos oren, amantes del yoga (y sus derivados) únanse y hagan meditaciones masivas, escritores escriban sobre esto, empresarios sean flexibles y comprendan a sus empleados, activistas dejen de lado su ego y únanse en una misma causa, papás enséñenles a sus hijos a defenderse y tener amor propio, medios de comunicación recuerden el principio que los llevó a escoger esa profesión e informen, eduquen y no se prostituyan más, sean parte del cambio y no del caos.

Y por último, tú que me lees, respira hondo, ocúpate y enfócate, y al finalizar el día imagina que estamos bien, porque estaremos bien, solo tenemos que recorrer el camino juntos, actuar juntos, pensar juntos y entender que cada ser humano es un agente de cambio, cada quien desde su posición puede exigir y proponer un mejor país. Y no se frustren si estos cambios no se ven hoy o mañana porque México no se fue al carajo de golpe ni todo es culpa de Peña Nieto, es culpa de repetir los mismos vicios generacionales, así que esto es una oportunidad de reconstruir el país que todos hemos anhelado en silencio, y si no es esto será otra cosa porque la vida se encarga de repetir lo que no hemos aprendido. Así que si hay marcha en tu ciudad asiste, aunque te dé güeva y pienses que no sirve de nada, porque el objetivo real de una marcha es mostrarnos hartos e inconformes con las decisiones de un gobierno, ese que se debe a nosotros y que nos cree pendejos. No lo somos, hemos sido permisivos, que no es lo mismo, pero ya no, ya no.

Texto y fotografía por Lucía Torrero

Las imágenes corresponden a las movilizaciones ciudadanas realizadas en Hermosillo el 7 y 8 de enero de 2017 en protesta por el alza del 20% a la gasolina en México.

[hr gap=»31″]

Sobre el autor

Lucía Torrero nació en Hermosillo el año de 1984. Es egresada de la Licenciatura en Letras Hispánicas por la Unison y escribe en Crónica Sonora, a veces sobre las mujeres para que la lean los machos.

También te puede gustar:

4 comentarios

  1. Una reflexión inteligente que nos mueve a sacudirnos el polvo y salir del confort conformista y mediocre para rescatar a nuestra patria de gobernantes apátridas y hacer de México el mejor país para vivir

  2. Excelente reflexión y manera de pensar. Justo eso estaba teniendo una discusión con un colaborador donde trabajo y la actitud es totalmente como la presentas en tú redacción. Esperemos se divulgue el reportaje

    saludos

Responder a Silvia Yolanda Lopez Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *