Bailé con ella esa noche. Tomó mis manos tres o cuatro veces y las llevó a su cintura. Yo sonreía nervioso, sabía que nos veían. En cambio yo no podía ver nada: la vista nos hace vulnerables, dijo una voz al oído…

Hablo de Party, coreografía que el grupo español Beaches presentó en el Desierto para la Danza el sábado pasado, lo mismo que hoy lunes y mañana martes a las 5, 6 y 7 pm. Como dice en el programa de mano, “Party es una pieza de inmersión en danza y arte sonoro para diez espectadores”. Así que aparten su boleto con antelación. Pero volvamos al amor.

Decía que esa noche me enamoré de una bailarina. El contacto de sus manos con las mías, en plena oscuridad, fue la primera sensación pura de la noche. Cierto es que a esas alturas ya había en mí la mejor de las disposiciones, especialmente gracias a la magistral introducción de otra intérprete, la cual también me flechó, pero en su caso por lo que mis oídos escucharon –su voz hablando del corazón– y mis ojos –ahí sí– vieron.

Pero ella sí sé quién es. No así de mi compañera de baile, de la que lo ignoro todo, empezando por el nombre. Y eso, en la era del Facebook, es para celebrar. Gracias, Desierto.

Texto y fotografía por Benjamín Alonso

 

Sobre el autor

Premio Nacional de Periodismo 2007. Director de Crónica Sonora. Escríbele a cronicasonora@gmail.com

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2 comentarios

  1. En Obregón sólo una función nos trajeron del festival. Ojalá para las próximas ediciones sea más equitativo, acá tmb nos falta la cultura.
    PD: También nos gusta enamorarnos.

    1. Gracias por comentar, Jaime. Ciertamente somos privilegiados en Hermosillo. Los organizadores y las h. autoridades sabrán. Pero sí, ojalá haya más rebote pa’ Cajeme y por ende más enamorados. Qué bonito.

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