¿Desde cuándo y por qué gran parte de la sociedad ve con ojos de inmoralidad la homosexualidad? Si desde la antigüedad era tan habitual y aceptada sin prejuicios morales ni religiosos. Platón rayaba en la misoginia y afirmaba que las más elevadas manifestaciones del amor y del afecto se daban sólo entre hombres, y el matrimonio con la mujer sólo era una unión orientada a la satisfacción física y la procreación de hijos. Los tan afamados romances entre hombres considerados héroes, como el de Aquiles y Patroclo. Uno de los más grandes conquistadores de la historia mundial Alejandro Magno con Hefestión.  Los no pocos romances lésbicos de la muy admirada poetisa griega Safo de Lesbos. También, antes de que los romanos se volvieran al cristianismo, se promovía a gran escala el amor homosexual entre los soldados, para que en las batallas se protegieran entre sí con ferviente ferocidad. Claudio, emperador romano, era visto como raro en su tiempo por su heterosexualidad. Entonces ¿cuándo se dio ese giro «moral»?

 

El académico e investigador Byrne Fone, en su libro «Homofobia: Una historia», considera que la narración bíblica de Sodoma es la fuente primaria de la prohibición a la homosexualidad -en ese entonces no existía este término y se le llamaba sodomía- y con la consolidación del cristianismo se acentuó el odio hacia los homosexuales -sodomitas-. Pero no fueron sólo las instancias religiosas las que fomentaron y apoyaron la homofobia. Hay otras razones legales, políticas, morales y filosóficas que alientan este fenómeno. Muchos historiadores y antropólogos coinciden con Fone.

 

Hoy en día se da un absurdo debate de si el o la homosexual nace o se hace, como si ahí se encontrara el origen para la aceptación o la justificación del rechazo. Muchos de los que creen que el homosexual no nace siéndolo, los rechazan apelando que van contra natura- a pesar de que en alrededor de 1,500 especies se dan prácticas homosexuales-; pero a la madre naturaleza no le importa si dos del mismo sexo se sienten atraídos sexualmente. La gente intenta justificar mediante mitos biológicos. La biología tolera un muy amplio espectro de posibilidades; sin embargo la cultura obliga a las personas a realizar algunas posibilidades, pero a la vez le prohíbe otras. Las culturas aducen que prohíben lo que es antinatural, pero desde una perspectiva biológica nada es antinatural, todo lo que es posible es, por definición, natural. Algo que verdaderamente vaya contra la naturaleza no puede existir, de modo que no es necesaria su prohibición. No hay un sólo órgano en el cuerpo humano que realice únicamente la función que realizaba cuando nació hace cientos de millones de años. La boca, por ejemplo, nació porque necesitaba una manera de incluir nutrientes a su cuerpo. Todavía usamos la boca para ese propósito, pero también la utilizamos para besar, hablar, chiflar, etc. ¿Alguno de estos usos son contra natura sólo porque hace millones de años la boca no se utilizaba para eso?

 

La escala de Kinsey que ideó el sexólogo Alfred Kinsey en los años cuarentas del siglo pasado, a través de entrevistar y experimentar con miles de personas, nos muestra que en la mayoría de los seres humanos en orientación sexual no somos blanco o negro, sino que tenemos matices variables. La escala que enumera del 0 al 6 – grado 0 plenamente heterosexual, 6 predominantemente homosexual-  los resultados arrojaron que la gran mayoría de las personas oscilaban  entre las gradaciones del 1 al 5. Aunque esto nos sorprenda a los que nos consideramos heterosexuales, las conclusiones del estudio de Kinsey nos dice que el denominador común de los humanos en cuanto atracción y fantasía sexual no es estático. Por lo tanto es absurdo y aberrante seguir considerando al homosexualismo como antinatural e inmoral, inclusive como enfermedad.

 

Ron Stall, director del centro de investigación en salud LGBT -lesbianas, gays, bisexuales y transexuales- de la Universidad de Pittsburgh, realizó el mayor estudio hasta la fecha sobre las disparidades de salud en la población gay, analizó meticulosamente a 2,881 homosexuales de diferentes rangos de edades y encontró que en esta población  hay mayores índices de depresión, intentos de suicidio, abuso sexual,  de drogas e infecciones con VIH. Stall cita que la causa inicial más importante de esta escalada de problemas que se van reforzando unos a otros es la no aceptación de la homosexualidad por el entorno familiar y escolar. Ha demostrado que entre adolescentes gays que sufren de bullyng y rechazo familiar, son mucho más frecuentes en los problemas ya citados, que entre quienes han aceptado interna y externamente su orientación sexual.

 

Debemos insistir en un mensaje contundente a la sociedad: si realmente quieren a sus hij@s, no intenten cambiarles sus tendencias sexuales, porque además de no conseguirlo, pueden hacerles muchísimo daño. Lo que se debe intentar corregir es la homofobia, que crea situaciones y hechos de fanatismo y violencia; eso es lo realmente peligroso y dañino, no la homosexualidad.

 

Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos.

Martin Luther King.

Por Aarón Tapia

Fotografías de Andrés Acosta

Manifestación en el Día Mundial de la Lucha contra el SIDA.

Hermosillo, 1 de diciembre de 2002.

 

 

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rafa
Con un saludo al buen Rafa, donde sea que estés.

Sobre el autor

Cursó la carrera de Contaduría Pública mas nunca la ha ejercido. Es de Hermosillo, vive en Hermosillo y padece a Hermosillo. Ama y participa en la radio hablada: produjo y condujo Ensalada de Tópicos, programa que alguna vez se escuchó en Big Click Radio.

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