En todos los deportes existen personajes que merecen ser llamados los reyes de su disciplina, al menos a la gran mayoría de la gente le gusta plantearse esa pregunta ¿Quién es el mejor en equis o ye deporte? Pero este bato, carnales, resulta para mí ser el patrón del patronato de patrones patronales. Roger Federer simplemente ha logrado todo y lo ha hecho el suficiente tiempo para que los viejos digan que él marcó un antes y un después, y que los jóvenes lo reconozcan y respeten como la autoridad que es.

El matrimonio que vive Roger dentro de la cancha es envidiable. Si las cosas no salen como él quiere, simplemente las supera y sigue adelante. No importa quién sea ni como se llame el que está del otro lado, seguramente ha aprendido algo de Roger. Si llega a ganar, celebra su título como el primero. En caso de perder, simplemente felicita, se retira y se prepara para lo que viene. Si Shakespeare utilizaba la pluma y Beethoven el piano, Federer utiliza la raqueta con la misma exquisitez.

El expreso suizo ha trascendido épocas. Desde 1998 da guerra a cabrones como Andre Agassi, que también redefinió el tenis a su modo. El proceso para alcanzar el récord de ganar 20 veces cualquiera de los cuatro grandes (Australia Open seis veces, Roland Garros una sola vez que fue oro puro, Wimbledon ocho veces y US Open cinco veces) puede ser muy largo y lleno de rivales que quieren justamente lo mismo que tú y les hablo únicamente de “los cuatro grandes”. Amables lectores, los invito a reflexionar un poco sobre lo que es poder alcanzar a dividir en dos decenas los títulos más codiciados en un deporte. Imaginen el nivel de exigencia que requiere en un deporte individual, la clase de presión a la que debes de ser sometido ya no digamos para llegar, sino para mantenerte en ese estado de peRFección.

Me dio muchísimo gusto verlo ganar, a sus 36 años, la madrugada de este domingo en el Abierto de Australia. Venció al croata Marin Cilic en un juegazo que le exigió mucho y así alcanzó su grand slam número 20. Definitivamente, me encanta verlo celebrar con la misma pasión de un chamaco que no tiene nada. Ni hablar de lo que eso hace para un deporte tan bello como el tenis, eso señores es enaltecer una disciplina y una profesión. Roger le sigue pegando a muchachos de todas las camadas sin importar una edad que para muchos profesionales ya se vuelve un peso más que un gusto. Y antes de que los rucos se me vayan encima nomás recuerden que la vida profesional de un atleta es muy diferente a la una persona cualquiera. Y Roger le ha pegado a todos: Rafa Nadal, Novak Djokovic, Andy Murray, Del Potro… Todos ellos resultan mucho más jóvenes que él, ya no hablemos de las clases de clase que les ha dado a cada uno de ellos.

Su personalidad dentro y fuera de la cancha de tenis es todavía más admirable. Un hombre sobrio, lleno de respeto por chicos que le dan las pelotas y fanáticos, padre ejemplar, sin escándalos ni berrinches (al inicio de su carrera se apreciaban un poco) y un hombre que inspira respeto dándole “challenges” a sus rivales, bromista dentro y fuera sin dejar de lado su profesión. Tal vez lo más impresionante de Roger Federer es que después de ganar tanto y de forma tan sostenida todavía no se cansa de ganar, todavía no se acostumbra a dar palabras después de ganar cada torneo y levantar trofeos. El hombre lloró después de agradecer a su equipo de entrenadores y felicitar a todo el staff de su rival. Una personalidad que en estas épocas hace mucha falta en cualquier deporte; vemos payasos que se dicen los mejores de la historia o vemos chamacos que ganan una vez y la fama junto con el dinero los vuelve locos, les da una falsa seguridad, presumiendo su Gucci y sus “lambos”; atletas que le faltan al respeto a sus rivales tachándoles de inferiores y hablando toda clase de mierda, llenos de joyas y de fanfarronadas que les ayuda a vender y mantener un raiting, a ser personas relevantes. No señores, no se confundan por favor. La clase es lo que hace al caballero, la educación lo distingue como lo que somos: el resultado de millones de años de evolución.

En 2011 Roger quedó debajo de Nelson Mandela como el ser humano más confiable y respetado en el mundo ¿Qué más les digo?

El talento y la seguridad en ti mismo siempre son mudos, siempre podemos recurrir a ser finos y ser nosotros quien habla, no nuestras posesiones materiales. No por hacer mucho ruido y brillar con diamantes y oro vamos a deslumbrar a los que tienen esa luz propia por sus puras acciones, mientras su majestad tiene eso y más que cualquiera, no lo presume porque él sabe que su oro está dentro de él ¿Apoco no conocen a dos tres que no han hecho nada, se juran genios y sienten que ya no los merecemos?

Hoy el chico nacido en Basel el 8 de agosto de 1981 es el hombre más ganador en la era de los abiertos, solamente 3 mujeres están arriba de él en ese selecto grupo: Margaret Court con 24, Serena Williams con 23 y Steffi Graf con 22. Por fortuna, tenemos todo un año más para disfrutarlo y que siga cosechando más récords. Personalmente, me encantaría volverlo a ver conquistar el césped sagrado de Wimbledon, su especialidad: lo ganó de forma consecutiva de 2003 a 2007, después 2009, 2012 y 2017.

A la gente le encanta el debate sobre el mejor atleta de la historia, a mí neta que me choca. Siento que cada vez que queremos hacer eso, aparte de ser incomparable cada disciplina y cada talento, dejamos fuera un montón de factores, pero ¡va!, por hoy les hago caso con eso. Nomás les pido un favor: la próxima vez que hablen del mejor atleta de toda la historia, “el maestro” debe de estar en la conversación a lado de Michael Phelps, Michael Jordan o Usain Bolt. De otro modo estarán dejando fuera un legado de los más grandes y sacrificando un gatito de la forma más cruel que se puedan imaginar.

Por Carlos Gil

El gesto de agradecimiento de su majestad tras vencer 6-2, 7-6, 3-6, 6-3 y 1-6 a Marin Cilic el domingo en Melbourne

Sobre el autor

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