Ciudad de México.-

Les cuento que con  motivo de mis actividades académicas, desde el mes pasado estamos promoviendo el primer Diplomado en Feminismos, Masculinidades, Diversidad Sexual y Teoría Queer, esto a través del Departamento de Educación Continua del Instituto Mora de esta ciudad, lugar donde trabajo actualmente.

Bueno, uno esperaría que después de la vorágine informativa de los últimos años, las reacciones de protesta, rechazo o desencanto por estos temas debería ser cosa del pasado. Pero no, prevalece la fobia y el fastidio por estos temas, quizás con más tirria que antes. 

Para que se den una idea, los comentarios giran en torno a “los vamos a destruir”, cursos que consideran nada científicos, “estúpidos”, que son un “desperdicio de tiempo” y burlas hacia el mismo como creer que se trata de una moda patética neoliberal… En fin, podrán tener eco sus descalificaciones ya que esos comentarios son los que predominan y aproximadamente el 80% son negativos, pero lo que sorprende es que tal parece viene una revancha con poco argumento para debatir y sí mucho coraje y encono.

Más allá de estas reacciones, yo me pregunto si realmente el avance del feminismo y los derechos de las mujeres y los grupos de la diversidad sexual son suficientes, si ya no hay nada qué hacer porque se ha logrado el avance de estas luchas en México. Y la verdad es que pensar en que hemos terminado con nuestras demandas es como creer que el mundo ya es equitativo para todas las personas.

Si bien hoy en día los últimos movimientos feministas se ven poco conectados con los de la diversidad sexual, creo que el trabajo en conjunto es todavía posible, y la perspectiva interseccional nos puede dar algunas luces en esto.

Lo interseccional nos debería llevar a profundizar las desigualdades de entre todas las personas, al conjugar miradas no sólo de género sino del género con la clase, con la edad, con la discapacidad y otras. Quizás ese un ejercicio más complejo y nos dirigimos hacia hacer las cosas más simples. Por lo que es más probable que cada quien trabaje para su ghetto más cercano, es decir; las mujeres para las mujeres, los gays para los gays, las lesbianas para las lesbianas y lo trans para lo trans.

No es que esté mal, mi escrito no es un formulario de lo que tiene que ser, pero me parece que la articulación y el fortalecimiento de alianzas en principios comunes no es algo que debe desdibujarse por completo. Finalmente, creo que todos estos grupos luchan contra el patriarcado, el machismo, el reconocimiento de sus derechos, la desigualdad y múltiples opresiones en diferentes ámbitos de la vida cotidiana.

Aunque es cierto que actualmente vemos que las demandas de mujeres y de personas no heteronormadas ya se encuentran en diferentes partidos políticos, inclusive siendo opositores, la pregunta está en qué es lo que nos diferencia al estar presente en esta diversidad de partidos políticos. Por eso me parece que hoy que toda la clase política habla desde las mujeres y el feminismo, y desde los derechos de la diversidad sexual, hay que cuestionarnos cuál es esa postura y qué derechos son los que se tratan de reivindicar, no vaya a ser que nos den gato por liebre. 

Por Edgar Iván

Fotografía de oobqoo/Shutterstock/Sentiido

Sobre el autor

Profesor Investigador de Ciudad Obregón, viviendo en la Ciudad de México.

También te puede gustar:

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *