Es como una película de Quentin Tarantino, pero mucho más conmovedora. Es como un filme de los hermanos Cohen, aunque menos sádica, y algunos de sus diálogos parecen escritos por los hermanos Marx, sin abandonar el terreno de la tragedia. Tres anuncios por un crimen (Martin McDonagh, 2017) es la muestra irrefutable de lo que sucede cuando una buena historia es interpretada con pasión y dirigida de manera eficiente, correcta y perfecta.

Tres anuncios por un crimen es la mejor película del año.

Con una trama en deuda con la literatura norteamericana del sur – en especial con El camino del tabaco, de Erskin Caldwell -, la tercera película de McDonagh presenta en sus personajes una evolución trepidante y asombrosa.

Cada pieza actoral en Tres anuncios por un crimen podría haber sido un filme en sí mismo. Sin embargo, cuando la solidaridad toma el lugar de la venganza, el humor negro ocupa el sitio de la crueldad y donde hubo fuego surgen las cenizas de la redención, las contradicciones de los personajes lejos de desaparecer son subrayadas a cuestas.

No hay levedad posible en Tres anuncios por un crimen.

Esta es la historia de Mildred (Frances McDormand, superlativa). Su hija ha sido asesinada y violada de manera brutal. Han pasado siete meses de ese hecho vergonzoso en Ebbing, Missiouri y las autoridades locales no han avanzado.

Y un día, Mildred tiene una idea genial. Coloca tres anuncios espectaculares a las afueras del pueblo con un reclamo en cada uno: “Raped while dying”, “And still no arrests?” y “How come Chief Willoughby?”. Las consecuencias de su diseño – en fondo rojo con letra negra – serán el detonador de toda la historia.

“My daughter, Angela, was murdered seven months ago along this same stretch of road here. It seems to me the police department is too busy torturing black folks to solve actual crime”, explica Mildred a una reportera atraida por la noticia. Ya lo sabemos: pueblo chico, infierno grande.

El jefe Willoughby (Woody Harrelson), moderado, empático y devoto padre de familia, así como el descontrolado, inepto, racista y homofóbico policía Dixon (Sam Rockwell) son los primeros en reaccionar.

La triada Mildred-Willoughby-Dixon son el eje de rabia que domina el tono en Tres anuncios por un crimen. Las carteleras espectaculares, al hacer público el drama que se mantenía bajo las alfombras, hacen estallar lo mejor y lo peor entre los habitantes del pueblo.

No es internet. No son las redes sociales. Son tres carteleras que se rentan por mes.

Son tres espejos que reflejan la norteamerica profunda la cual ha salido a la superficie- con ese rostro inquietante y perturbador –  en esta nuestra era Trump. Son tres espectaculares que vienen del dolor y la ira, pero también de la compasión y el amor.

Las primeras escenas son reveladoras. Entre la niebla, por un camino donde se necesita ser retardado para tomarlo (como se asegura en la película), los esqueletos de los anuncios espectaculares ya forman parte del paisaje de la indolencia y del “aquí no pasa nada”.

Tal vez por eso el tono de Tres anuncios por un crimen le permite avanzar en zigzag entre el drama, la comedia de humor negro, el cine político, el melodrama y la farsa, sin perder coherencia.

Estamos ante un filme extraordinario cuyas vueltas de tuerca han permitido establecer a un elenco con personajes inolvidables. Desde la alcahueta y conmovedora madre de Dixon (Sandy Martin) hasta James, el pequeño e inesperado amor de Mildred (Peter Dinklage), pasando por Charlie, violento y arrojado ex marido de Mildred (John Hawkes) y Penelope, su chulísima novia en la pendeja (Samara Weaving), todo el elenco traspasa la pantalla. Así es posible llevarlos para siempre en la memoria.

El viaje de cada personaje es suficiente para reconocer la maestría de Tres anuncios por un crimen. El manotazo en la mesa de Willoughby cambia la perspectiva de los involucrados y se mete en nuestras entrañas.

Mildred, de la ira a la compasión. Willoughby del deber al ser o no ser. Y Dixon, cual Harvey Dent, tendrá la transformación física y moral más cautivadora en toda la película. Un personaje epifánico, como esos que aparecen una vez cada veinte años.

Tres anuncios por un crimen. Tres cartas deliciosamente escritas, que podrían funcionar como un trío de historias por separado. Tres actuaciones que valen su peso en oro.

Tres anuncios por un crimen. La mejor película del año. Y punto.

Por Horacio Vidal

Sobre el autor

Horacio Vidal (Hermosillo, 1964 ) es publicista y crítico de cine. Actualmente participa en Z93 FM, en la emisión Café 93 con una reseña cinematográfica semanal, así como en Stereo100.3 FM, con crítica de cine y recomendación de lectura. En esa misma estación, todos los sábados de 11:00 A.M. a 1:00 P.M., produce y conduce Cinema 100, el único -dicen- programa en la radio comercial en México especializado en la música de cine. Aparece también en ¡Qué gusto!, de Televisa Sonora.

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2 comentarios

  1. Muy buena reseña, estoy tan de acuerdo en todos los aspectos que resaltas. ¡Qué personajes!… Me encantan las reacciones que provoca entre la gente el humor negro. Por ejemplo puedes estarte carcajeando mientras tu vecino hace como que no entiende nada. O viceversa.

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