La izquierda por mucho tiempo fue testimonial en el norte del país en términos de participación política. En principio porque había poco espacio en el antiguo sistema político mexicano a pesar del la reforma de 1977. No obstante, con la mal llamada transición a la democracia, el partido de izquierda con mayor presencia nacional, el otrora PRD (Partido de la Revolución Democrática), pudo escalar gobiernos municipales y mucho después conquistó gobiernos estatales con una notable presencia en el sur del país y una endeble organización política-social en los estados del norte. Con el viraje que se dio, y se está dando, me refiero al cambio actual del régimen político, la izquierda ha resurgido como ave fénix. Muchos y muchas quienes participaron en la llamada transición a la democracia, que se movilizaron ya sea desde el sindicalismo o desde las bases, los barrios, las colonias, los pueblos, hoy son parte de los cuadros dirigentes del partido MORENA y/o participan en el gobierno a nivel municipal, estatal o federal. Se esperaría que estuvieran en sintonía con la principal bandera de la izquierda, esto es, alcanzar la justicia social (y ambiental) y abolir la desigualdad social.

Ante los inobjetables avances democráticos, y de igual manera con las conquistas de las antiguas demandas y líneas programáticas de la izquierda, están al acecho peligros e inercias perniciosas que pueden socavar y difuminar en un futuro dichos avances. El pasado triunfo de la candidata Sheinbaum significó una importante ratificación social a los principios y demandas de la llamada 4T. Junto a ella, se consolidan cuadros operativos, administrativos, políticos, los cuales provienen, algunos/as, de las antiguas luchas, y en el caso de Sonora (antigua guarida de la derecha tradicionalista) está la esperanza de convertirse en la vanguardia de los derechos y las demandas sociales. 

En dicho panorama, hay el riesgo de que, ante el mar de adjetivaciones, posturas diversas, confrontaciones múltiples, avalancha de información sesgada, la izquierda en Sonora replique lo que AMLO hace a nivel nacional sin considerar las obvias diferencias. Es decir, al echar un ojo en las redes sociales, uno se puede dar cuenta que algunos/as de estos cuadros emiten un ramillete de descalificaciones al menor asomo de crítica y acusan de traición a los/as compañeros/as ideológicos que señalan algunos yerros; no entienden que el caso de AMLO es comprensible pues es blanco un día sí y el otro también de calumnias, agresiones y demás, pues la posición de presidente de la república obliga defenderse constantemente ante un contexto hostil de los medios de comunicación tradicional. Una parte de la izquierda militante y burocrática en Sonora, confunden la lealtad al proyecto y a los principios de la 4T con sumisión, veneración, exaltación, fe ciega al líder máximo, y en el peor de los casos por simple interés. Terminan por invisibilizar consciente o inconscientemente las flaquezas, los yerros, los puntos a resarcir en tanto proyecto de gobierno; en cierto modo, con el paso del tiempo se empieza a normalizar los errores. En el mejor de los casos se genera un autoengaño entre la nueva clase dirigente, es un decir “nueva” pues en algunos casos provienen de las antiguas ofertas políticas como el PRI o el PAN.

No cabe duda de que la mejor manera de ayudar al proyecto político que se afianza en el escenario nacional y estatal es precisamente señalar los desvaríos, abusos y acciones que se apartan del espíritu original que convenció a millones de personas. Si la prensa se regula con la prensa, la izquierda se pudiera regular con la izquierda, es decir, a partir de una crítica constructiva desde los propios cuadros y/o simpatizantes del movimiento. En este orden de ideas, los gobiernos deben someterse al escrutinio de una sociedad activa, participativa, crítica, informada. El autoengaño, el autoelogio y la negación a rajatabla de nada sirven para la solución de los múltiples problemas del país. Por el bien de todos/as es necesario una crítica constructiva en cuanto al ejercicio de gobierno, así lo exigen la salud de las familias, la seguridad pública, entre otros rubros.

José Eduardo Calvario Parra

Profesor investigador de El Colegio de Sonora



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