El espectáculo de la aspirante presidencial panista Margarita Zavala llegó a Hermosillo y lo hizo en grande. Escenificado en el salón de eventos de Villa Toscana, cuyas edificaciones de tipo español parecen sacadas como de un set de televisión de utilería, la esposa del expresidente Felipe Calderón reunió a la élite del panismo sonorense (menos a la facción anayista, que le hizo el vacío) esperanzada en recuperar la presidencia en 2018.

 

Arropada bajo la organización membrete Yo con México, la señora Zavala presentó su diagnóstico del estado de la nación disfrazado bajo un discurso que no sostiene el más mínimo escrutinio y que en esencia se reduce al siguiente argumento: el gobierno de Enrique Peña Nieto ha sido tan malo que, en comparación, los gobiernos panistas fueron el paraíso al que debemos volver.

 

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La primera dama arribó al recinto una hora tarde. Su equipo de seguridad no dejaba a los reporteros que se le acercaran e incluso recurrieron a empujones y jaloneos para alejarlos. Una vez dentro, a pesar del retraso, doña Margarita procedió lentamente al ritual de la toma de selfies con los asistentes extasiados por la presencia de la esposa del último presidente panista.

 

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Un trío de niños cantaban una versión empalagosa de “Imagine” de John Lennon. La iluminación púrpura bañaba a todos los asistentes. En el escenario dos enormes pantallas transmitían escenas pulcramente producidas de la exprimera dama dándose baños de pueblo en varios estados de la República. Margarita, la Evita mexicana.

 

Cuando por fin llegó al escenario, cuatro oradores tomaron el micrófono: una empresaria que leyó un discurso lleno de alabanzas y lugares comunes; David Figueroa Ortega, exalcalde de Agua Prieta, que expuso hábilmente la plataforma de Yo con México; un activista invidente cuya enérgica intervención le robó el show a la Zavala; y doña Marcela Fernández de Gándara, que la introdujo resaltando virtudes tales como su sinceridad, el gran amor que siente por el país y el hecho de que “nunca ha cambiado cuando está donde está”. Okey…

 

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La panista subió al escenario para iniciar su recuento de los cuatro años del gobierno priísta: la economía sin crecimiento, la reforma fiscal antiempresarial, el derroche en el gasto del gobierno. Y una joya de la retórica política digna de Cantinflas:

 

(El país) se paró porque a veces nos llenamos de complejos sino que debemos seguir haciendo las cosas que hacía el otro. Se paró porque rrepente (sic) se dejó de pagarle a al empresario que prestaba un servicio al estado. Se paró porque se paró una política de crecimiento… tenemos que poner la paz en orden.

 

“El país estaba bien colocado”, dijo segura. Y detonó la ametralladora de mentiras que sería el deleite de cualquier fact checker:

 

Que durante los gobiernos panistas los jóvenes “nunca, nunca” habían escuchado hablar sobre deuda y devaluación; que la imagen de México se deterioró y la inseguridad es todavía mayor; que la pobreza aumentó y el verdadero problema de México es la corrupción y la impunidad.

 

Si bien todo es parcialmente cierto, con hacer un búsqueda rápida en Google uno puede constatar que en el sexenio calderonista no hubo cuentas alegres qué presumir en estos rubros.

 

Sobre este último tema a Margarita le salió el tiro por la culata y la burbuja que la mantenía protegida se reventó. Al final del evento un grupo de maestras de la CNTE burlaron la vigilancia, lograron subir una lona al escenario e increparon a la panista, visiblemente disgustada y descompuesta, sobre su complicidad en el caso ABC.

 

 

Ante los medios la señora dijo sobre el tema:

 

Yo he estado justamente del lado de las principales víctimas, que desde luego son los padres. He estado más cerca de lo que muchos se imaginan y por supuesto siempre me he presentado con toda honestidad.

 

Así finalizó la cínica presentación de Margarita Zavala en Hermosillo. Le apostó a la amnesia colectiva y terminó acosada por los fantasmas de su pasado. No tuvo capacidad de autocrítica y exhibió un triunfalismo exacerbado. Por si fuera poco, la señora no inspira: es gris y plana, carece de carisma y energía. Apenas arrancó los aplausos del auditorio en cinco ocasiones. El panismo se equivoca si le apuesta a la nostalgia como los demócratas fracasaron al apostarle al legado de los Clinton. Y el problema es que Margarita no es ni siquiera la sombra de Hillary.

 

Por Erich Moncada

Fotografía por Erich Moncada y Milton Martínez

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Sobre el autor

Erich Moncada (Ciudad de México, 1980) es profesor universitario, periodista y doglover.

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