Dicen mis amigas que todos los 8 de marzo se acuerdan de mí cada que ven felicitaciones para la mujer en este día, principalmente porque les reviro con otro meme sobre por qué hoy no se felicita y de qué va este día; pero no siempre fue así, yo también felicitaba a las mujeres “en su día”, siendo más pequeña esperaba este día porque sabía que me regalarían chocolates o flores e iba por la vida a mis escasos 12 años sintiéndome muy chingona porque ese día se trataba de nosotras, y daba gracias y sonreía y me sentía la mujer más chingona del mundo (sí, a los 12 años). Así pasé mi niñez y adolescencia sin cuestionarme gran cosa, aparte porque en “términos generales”, era alguien privilegiada a la que “no le afectaba el machismo”.

Cuando entré a la universidad mi concepción de mundo se vio invadida por una diversidad inmensa, comencé a notar las diferencias abismales entre batos y morras, me convertí en Consejera Académica Estudiantil del Departamento de Letras y Lingüística, principalmente porque nadie quería agarrar ese compromiso, pero ahí va la Lucia que le entraba a todo, más por inconsciencia que por otra razón. Entre muchas cosas, me tocó votar por el Jefe de División de Humanidades y Bellas Artes y fue todo un escándalo porque la mitad de los votantes queríamos a Rita Plancarte (hoy Vicerrectora de la Universidad de Sonora), y la otra mitad a un fulano del cual no recuerdo su nombre a pesar de que me dio clases de filosofía; no lo queríamos como Jefe de División porque sentíamos que no nos representaba, además de que previo a esto se hizo una votación estudiantil en el departamento y la ganadora era Rita, así que yo era encargada de llevar ese sentir al Consejo, era la democracia y era la correcto; pero me di un estrellón al darme cuenta que lo que querían los estudiantes sólo representaba un voto (y yo así de ¿qué?) a pesar de que toda la rama de Humanidades, tanto alumnos como maestros, coincidíamos en que Rita Plancarte era la mejor opción para el puesto; pero no contábamos con que el otro fulano era amigo de los otros consejeros maestros y trabajadores que no tenían nada que ver con Humanidades, y votamos una y otra vez, pero ninguno alcanzaba los votos suficientes, estábamos divididos y yo no podía creer que consejeros matemáticos o químicos dieran su voto tan a la ligera a pesar de todos los argumentos válidos de la gente de Humanidades y ahí en esa asamblea sentí por primera vez una rabia nueva, una de impotencia y descontrol porque de por sí fue frustrante haber sido ignorada el primer día de votación (al no llegar a un acuerdo se pospuso para el siguiente día) cuando lo pude hacer obvio con coraje, dije que no era posible que siguiéramos votando lo mismo cuando todo Humanidades concordábamos que la mejor opción era Rita y que se dieran cuenta cómo su voto inconsciente era darle en la madre a una división porque ellos votaban por su compa y no afectaba en nada en su trabajo o en las divisiones que ellos representaban como Matemáticas, Derecho Comunicación, etc… justo en esto estaba cuando un pendejo se voltea y me dice “no se enoje, no se enoje, aunque te ves bonita cuando te enojas”. Chingado, yo no estaba ahí para “verme bonita”, estaba defendiendo una causa en la que creía porque estaba viendo una incongruencia en esto de la “democracia”; eso no era democracia era un sistema de votación para privilegiar a los mismos, y odié que se rieran y me vieran como una chamaca apasionada y tonta “que no sabía nada”.

Ese fue mi primer ataque machista directo del que estuve consciente, pero me senté y no dije nada, ¿Porque, qué chingados le decía a ese macho? Empezando porque yo no iba por la vida detectando conductas machistas; pero cuando te las topas tan directas te sientes sola y te paralizas, o ya por salud mental optas por no discutir con cavernícolas. Además no es que sea una anciana, pero en esa época no era tan común que las morras nos defendiéramos ante comentarios idiotas, “así era el mundo” pues. A final de cuentas, Rita terminó ganando la votación porque después del primer día de discusión yo les mandé mensaje a todos los consejeros estudiantiles que no habían asistido a la votación (es súper común que los consejeros estudiantiles no asistan a las juntas por desconocimiento o porque les vale) que era importante que apoyaran la decisión de Humanidades porque claramente se veía otra imposición como la que sucedió en Derecho. Y sucedió el milagro, los consejeros estudiantiles sí asistieron en su gran mayoría y votamos nuevamente por Rita (¿ven qué bonito es cuando la gente se pone de acuerdo?). Y aunque estaba feliz por la maestra Rita, internamente me sentía feliz por mí porque a pesar de ese pendejo que me amargó ese día y de esas risas condescendientes la victoria se dio y sé que yo tuve que ver en eso (o en otras palabras: ¡‘in yur feis’ machos!).

También en la Universidad comencé a conocer las historias de abuso de universitarias que habían sido violentadas por todas partes, a una la asaltaron y golpearon durísimo hombres desconocidos, a otra su novio la golpeaba y violaba, otra me contó que perdió su virginidad con su novio y que le hizo saber a su pareja que le estaba doliendo pero él no paró hasta que “se vino”, a otra intentaron ahorcarla en una discusión porque a él le desesperaba su comportamiento, ni hablar de la infinidad de discusiones de pareja que presencié en los pasillos de la escuela porque al novio “no le gustaba que su morra hiciera tal cosa”. No hicimos nada en ninguno de los casos salvo los consejos que se dan como “no te dejes”, “no seas pendeja”, “¿para qué te fuiste sola?”. Y hoy lo siento tanto, porque ahora con más madurez y consciencia sé que ninguna de esas cosas está bien, que a mí me hubiera gustado sentirme arropada entre las risas de esos maestros, que a veces nos gana el terror y nos han roto tanto que no sabemos cómo salir de una situación que nos violenta, o en el peor de los casos, ni siquiera la reconocemos como algo malo.

A mí me queda mucho por aprender sobre el feminismo, sigo en proceso de construirme nuevamente sin estas concepciones patriarcales que nos han hecho mucho daño, de repente me ganan los micro machismos generacionales, pero trato de reconocerlos, observarlos y superarlos, todavía me quedo callada en algunas ocasiones cuando un hombre se “hace el gracioso” con comentarios desafortunados, principalmente porque muchos de esos hombres no buscan entender las luchas de las morras, sino hacernos pasar un mal día porque somos unas “ridículas”, ¿y qué caso tiene debatir con alguien que no está dispuesto a entender al otro? Pero nosotras estamos creciendo y cada día veo más mujeres defendiéndose y apoyándose. Yo tengo que agradecerle a esas morras “feminazis” por alzar la voz, por contar sus historias, por crear mecanismos de defensa que te hacen sentir acompañada, porque hablan a pesar de la ola de comentarios imbéciles que se vienen después, lo hacen porque saben que en alguna parte del mundo hay una mujer violentada en una situación similar sin el apoyo de nadie. Por eso es importante que las actrices de Hollywood y México estén alzando la voz por la influencia que tienen en la sociedad, para decirnos a nosotras que no estamos solas y que eso que te duele o te violenta no solo no está bien, sino que es más común y tan cotidiano que por eso debe ser exhibido y ser cambiado. Así que a todos los hombres y mujeres (porque también hay mujeres machistas) que salen con un argumento tan básico como “¿y por qué denuncia hasta ahora?” Sepan que esto va más allá de la “justicia”, se habla por y para las mujeres, para romper con lo que nos duele y para decirnos que nunca más estaremos solas en esta lucha. Así que si te dices “aliado” no nos felicites, mejor piensa en qué puedes hacer tú para contribuir a tener un mundo más justo y equitativo sin importar el género y sobre todo respétanos.

A las mujeres feministas, gracias por su valentía y sus ganas de seguir luchando, sé que a veces parece que no se avanza pero sepan que aunque muchos “las tiren de locas” o las radicalicen, hay una chica a la que le están cambiando la vida con sus testimonios, yo soy una de ellas.

Por Lucía Torrero

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Sobre el autor

Lucía Torrero nació en Hermosillo el año de 1984. Es egresada de la Licenciatura en Letras Hispánicas por la Unison y escribe en Crónica Sonora, a veces sobre las mujeres para que la lean los machos.

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1 comentario

  1. El machismo es una ‘actitud, manera de vivir’ que nacio con la misma humanidad! No hay que olvidar que primero Dios, creo que al hombre… Por lo tanto, no es algo que se va a desterrar celebrando un día, o denunciando a un acosador, o firmando un desplegado; tristemente. Requiere un largo proceso de re educación y cambio de formas de ver a las personas, como personas con los mismos derechos y aspiraciones, fobias, filias y traumas; válidos algunos y otros que solo nacen en nuestras atarantadas mentes.
    Me parce que no hay que amargarse porque hay machismo en el mundo, vamos, que conozco a mujeres que se ‘benefician’, si ya se que diran que soy un misogino disfrazado; pero pues la verdad es que hay muchas mujeres que aspiran a encontrar al ‘macho alfa’ que les resuelva su vida, y las lleve a su pequeño castillo (o burbuda) de cristal; donde ellas solo tengan que preocuparse por elegir el color de las persianas, el modelo del auto del año, y el destino de las futuras vacaciones. Por supuesto, cuando se dan cuenta que esos ‘machos alfa’ las maltrataran, abusaran y denigraran que los ‘machos del monton’, pues siempre esta la perfecta escusa de ‘me aguanto por mis hijos’. Asi que para terminar con el machismo, debemos de cambiar tanto hombres y mujeres. En distinta manera, sin duda, pero el cambio para mejorar, no se puede dar de un solo lado.

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