La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) logró lo imposible: la alianza de potencias capitalistas y la Unión Soviética para enfrentar un mal mayor, el nazismo, agresiva y repugnante ideología convertida en régimen totalitario. Durante ese período, fuera de las fronteras alemanas, Hitler será el gran villano de la historia. 

Antes como antes, ahora como ahora. 

Crónicas y leyendas dan cuenta de batallas a mayúscula escala. Y, aunque los testigos o sobrevivientes ya han desaparecido, nos queda el cine – el de Hollywood, claro está – para revivir sin culpa esos episodios del pasado. Han pasado 80 años desde el inicio de dicha conflagración y continuamos abrevando de su recuerdo a sangre, sudor y lágrimas para comprender el ayer y elogiar, en lo posible, el presente. 

Es así como Greyhound, enemigos bajo el mar (Aaron Schneider, 2020), constituye un breve homenaje al maniqueísmo de aquellos tiempos. Buenos y malos definidos sin temor a equivocarse. Una batalla naval que tendrá la recompensa del deber cumplido. Y el perfil del líder que es símbolo del ideal norteamericano: patriota, ecuánime y creyente. 

Cerca de Dios, con barras y estrellas en su alma y decidido a superar su primera misión en altamar, el capitán Ernest Krause (Tom Hanks) debe comandar, a través del Atlántico, un convoy de 37 buques que transportan combustibles, soldados y otros abastecimientos para los aliados en Europa. 

Es 1942, los Estados Unidos han entrado a la guerra. Cuando estos norteamericanos se defienden contra los alemanes podemos asumir quienes son los héroes y quienes los despreciables. 

Basada en hechos reales, Greyhound, enemigos bajo el mar, nos habla entonces de un mundo mucho más sencillo.  

A bordo del USS Keeling, apodado Greyhound, el capitán Krause avanzará por el mar hacia el área con segura protección aérea. Sin embargo, en el largo trecho sin amparo, enfrentará el ataque de submarinos alemanes que han captado señales del Greyhound y del resto de las vulnerables embarcaciones. 

Greyhound, enemigos bajo el mar entra en acción desde su inicio, con la velocidad de un torpedo. No existe la personificación del contrario. Solo la amenazante aparición de los submarinos. Son como tiburones mecánicos. Es por eso que enfrentarlos y destruirlos resulta liberador. 

La sensación de los espacios cerrados contrasta con escenas de enfrentamientos en el mar. Secuencias aéreas y marinas, mucha cámara en mano para provocar – con éxito – el nerviosismo, una edición vertiginosa que consigue mantenernos al filo de nuestros asientos, música ominosa con mucho espíritu del ayer y, sobre todo, la interpretación de Tom Hanks como el capitán Krause, un hombre que ante la duda se encomienda a Dios. 

Un liderazgo noble. Su misión es vencer al ataque de los submarinos alemanes para llevar adelante la entrega de abastecimientos, recursos y soldados a los aliados. Agobiado por semejante amenaza de muerte y obligado a proteger, como pueda, a los 37 buques mercantes bajo su responsabilidad, ¿no es una referencia a los tiempos actuales? 

Sobrevivir a la pandemia y salvar la economía. La diferencia con Greyhound, enemigos bajo el mar es que sabemos que al final todo saldrá lo mejor posible. Y quizás esto signifique un poco de aliento para nuestras almas golpeadas y desgastadas. 

Greyhound, enemigos bajo el mar es una producción que respeta el pasado en el que navega. En 1942 la comunidad afroamericana reclutada en la marina solo podía aspirar a labores de limpieza y cocina. Cleveland (Rob Morgan), es así cocinero, sirviente y ángel guardián de Krause: “Man hasn’t had a bite toe at or been off his feet since we left”.

Faltan décadas para llegar a la historia de Carl Brashear (Cuba Gooding, Jr), el primer afroamericano en avanzar de la cocina de un buque al buceo militar: Hombres de honor (George Tillman, Jr., 2000).

Además, hace 78 años, el mundo era un mundo de varones. Parpadeos de un flash-back en esta cinta muestran a Krause y a Evelyn, su novia (Elizabeth Shue) en romántico encuentro previo a la partida del capitán. Resabios de una cultura que se resiste a quedar atrás. 

Disponible en AppleTV, Greyhound, enemigos bajo el mar, es una película que en solo 81 minutos de exhibición consigue entretener al espectador gracias al manejo eficiente del suspenso, la claustrofobia y la construcción que Tom Hanks – también escritor del filme – elabora acerca del liderazgo que se antoja entrañable: noble y solidario, como Dios manda. 

Nada más alejado del populismo a lo Trump. 

Qué leer antes o después de la función

Anatomía de un instante, de Javier Cercas. Ocurre en España, el 23 de febrero de 1981. Ante la amenaza de un golpe de estado, la fotografía de tres hombres en el Congreso, dan cuenta de su fortaleza y valor: de pié, enfrentando al enemigo, mientras que el resto de los diputados se esconden tras sus curules, protegiendo sus vidas. 

Se trata de Adolfo Suárez, con una meta fija en su vida, llegar al poder. Se trata de Antonio Mellado, ex militar franquista, en ese momento más cercano a la democracia y se trata de Santiago Carrillo, comunista olvidado por todos, pero indomable y arrojado. 

¿Es posible que un momento de valentía transforme el significado de una vida? En una de esas y sí.

Sobre el autor

Horacio Vidal (Hermosillo, 1964 ) es publicista y crítico de cine. Actualmente participa en Z93 FM, en la emisión Café 93 con una reseña cinematográfica semanal, así como en Stereo100.3 FM, con crítica de cine y recomendación de lectura. En esa misma estación, todos los sábados de 11:00 A.M. a 1:00 P.M., produce y conduce Cinema 100, el único -dicen- programa en la radio comercial en México especializado en la música de cine. Aparece también en ¡Qué gusto!, de Televisa Sonora.

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