El 6 de agosto de 1945 la primera bomba atómica de la historia estalló a seiscientos metros de la ciudad de Hiroshima. Causó la muerte de ciento cuarenta y seis mil habitantes. Tres días después, otra detonación nuclear caería sobre ochenta mil ciudadanos en Nagasaki. Fue el fin de la Segunda Guerra Mundial. 

Japón se rindió de manera incondicional. 

El horror desfiguró el alma del imperio. La devastación y las heridas en los sobrevivientes significaron el inicio del miedo a la radioactividad. El miedo a lo desconocido. 

Así nació Godzilla, Japón bajo el terror del monstruo (Ishiro Honda, 1954), metáfora cinematográfica acerca de la venganza de la naturaleza contra la humanidad. La relación entre los ataques nucleares a Hiroshima y Nagasaki fueron sutiles, pero íntimos: aviones caza, tanques y convoyes militares eran incinerados por el aliento del engendro. 

Muy pronto el universo de los titanes creció. Mothra, la indestructible (Ishiro Honda, 1961), Ghidora, monstruo de tres cabezas (Ishiro Honda, 1964) y Godzilla contra el terror de los mares (Jun Fukuda, 1966) son ejemplos de culto en un género que parece haber encontrado nuevos motivos para demoler lo que encuentre a su paso. 

La pasión apocalíptica de fin de siglo resucitó, en Hollywood, al célebre lagarto. Godzilla (Roland Emmerich, 1998) y Godzilla, rey de los monstruos (Gareth Edwards, 2014) forman un irregular arco en el tiempo donde otras versiones niponas, mas recientes, encontraron acomodo. 

Para empezar, esta nueva entrega tiene la ventaja de contar con las fallidas representaciones anteriores. Godzilla, rey de los monstuos 2 (Michael Dougherty) parece más decidida a recuperar el resuello de las historias originales: la oda a un rey aterrador que está de nuestra parte y que provoca un armagedón con aires de reconciliación familiar. 

Han pasado cinco años desde los sucesos de la cinta anterior. La familia Russell: Mark, el científico (Kyle Chandler), Emma, la activista (Vera Farmiga) y Madison (Millie Bobby Brown) han quedado separados por la tragedia, aunque siguen unidos por los temores hacia los titanes sumergidos o escondidos en los confines del planeta desde los origenes del tiempo. 

Un debate entre la concepción ética de los monstruos – hay quienes nos defienden, hay quienes nos exterminarán – se presenta de manera efectiva, pero sin grandes alardes. Eso sí, surge el motivo de la resurección monstruosa: el calentamiento global.

Monarch, la organización dedicada al estudio y la contención de los titanes enfrentará entonces dos amenazas más: la incapacidad burocrática de los gobiernos y la llegada de un grupo ecoterrorista que busca la liberación de todos los colosos.

El canon del género especifica que los humanos, sean científicos, aventureros o villanos, deben servir para que la narrativa fluya sin mayores contratiempos: “Godzilla necesita esto”, “Hay que ir a tal parte para impedir que el monstruo fulanito haga tal cosa”, o bien, “Godzilla nos está diciendo esto otro”. Eso permite que la acción continue. No queremos demasiados dramas terrenales. Pagamos por ver batallas descomunales, ciudades destruídas a tres caídas sin límite de tiempo. 

Es cierto. En eso, Godzilla, rey de los monstruos 2 cumple. Los encontronazos por cielo, mar y tierra cautivarán a fans e iniciados. Se hubiera agradecido menos atención a los conflictos de los Russell y más metraje en función de los combates.

Cuerpo a cuerpo, esta versión de Godzilla exhibe un despliegue de efectos especiales en suma atractivo. A pesar de que la mayoría de los pleitos encarnizados suceden entre neblina, lluvia y eléctrica oscuridad, los resultados no decepcionan. Son tan emocionantes como un espectáculo de valetodo. 

Además, he aquí la cereza del pastel. La partitura de Bear McCreary retoma la música original de las cintas primigenias del Japón despertando una sensación de nostalgia que no tiene precio. 

Durante la proyección de Godzilla, rey de los monstruos 2 se menciona, con insistencia, la existencia de Kong, monarca de la Isla Calavera. Todas las apariciones de grandes aliados o enemigos de Godzilla son elixir que nos prepara para la batalla esperada entre dos pesos pesados del cine fantástico: Godzilla vs. King Kong.

¿Vale la pena la espera? Esperamos que sí.

Qué leer antes o después de la función

Voces de Chernóbil, de Svetlana Alexiévitch. Descarnada y sobrecogedora crónica sobre la tragedia en esa población al norte de Ucrania, al estallar un reactor nuclear el 26 de abril de 1986. 

Eran todavía los tiempos de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Alexiévitch escribe testimonios e historias de víctimas silenciadas por el gobierno. Con una pluma feroz, la autora es capaz de rescatar lo que quedó bajo los escombros: el dolor, la incompetencia, el absurdo y el horror de lo que, probablemente, nos espera en el futuro. 

Premio Nobel de Literatura en 2015, la Academia Sueca expresó: “Por su obra polifónica, un monumento al sufrimiento y al coraje en nuestro tiempo”.

HORACIO VIDAL EN LA BIBLIOTECA FORTINO LEÓN AHUMADA. Lunes y viernes. Del lunes 17 de junio al viernes 12 de julio de 2019. Inscripciones abiertas en claraluzmontoya@isc.gob.mx y en el celular (6621) 872501 GUIÓN, FOTOGRAFÍA Y EDICIÓN, MÚSICA Y SONIDO, DIRECCIÓN.

Sobre el autor

Horacio Vidal (Hermosillo, 1964 ) es publicista y crítico de cine. Actualmente participa en Z93 FM, en la emisión Café 93 con una reseña cinematográfica semanal, así como en Stereo100.3 FM, con crítica de cine y recomendación de lectura. En esa misma estación, todos los sábados de 11:00 A.M. a 1:00 P.M., produce y conduce Cinema 100, el único -dicen- programa en la radio comercial en México especializado en la música de cine. Aparece también en ¡Qué gusto!, de Televisa Sonora.

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