Porque la literatura regional ‘ta bien chila (no toda), hoy estrenamos columna del Sebas Maytorena

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Intro

Gatos en la azotea es un espacio de poesía en Crónica Sonora, surgido de la ausencia editorial en cuestiones de papel impreso, es decir, la falta de imprentas serias que estén interesadas en la literatura y no en la reproducción de volantes. Nos acercamos a este medio electrónico para desarrollar un espacio que pretende, en el mejor de los casos, resultar crítico, reflexivo y constructivo para la difusión y vinculación de la poesía regional con otros espacios de apreciación literaria. Creemos que es importante escuchar las voces que aquí se esbozan como síntomas sociales, críticas constructivas o no, hacia el entorno; sensaciones profundas, catarsis, trips, débrayes, pensamientos y alientos que se subliman hacia la realidad, que se diluyen en una pagina de papel y ahora en una página electrónica.

Gatos en la azotea abre un diálogo acústico para ver cómo las palabras sólo esbozan un aliento, una respiración que nos hermana, un espíritu que suena a través de nuestras voces, a través de la voz del otro.

Prólogo

Estamos felices de abrir con Aziz Córdova, poeta del charco, aguaprietense, con torrenciales estilos fronterizos y más que nada con una sensibilidad de mil pájaros.

Este texto va por un tenor particular, otros poemas de Aziz (“A los 16 nunca nadie dijo”, por ejemplo) tiene un tono más jocoso y popular, donde se toman temas un poco más como de costumbres/tradiciones sonorenses, humor negro: “A los 16 nunca nadie dijo quiero un Buick destartalado para darle raite a mi yerno vividor/ Quiero un perro flaco y negro que se coma los pañales del hijo no deseado de la hija de mi vecina con arrugas prematuras”. En lo personal, me lleva a una lluvia de imágenes entre la risa y los escalofríos, una articulación de imágenes hiperrealistas.

En “El blues del minisplit” evoca una tormenta de melancolía tecnológica, es decir, un aparato que produce melancolía, frío, un loop continuo que va in crescendo hacia una soledad de 17 grados centígrados, un hábitat ajeno a la realidad que se cocina, que se asa en las calles, el hábitat que sopla el frío de la máquina conduce a desear el calor, un cuerpo ajeno, mas a la vez el susurro de ese frío te mantiene inmóvil, congelado y con la añoranza de compartir alientos.

En este texto, Aziz se pasea entre la melancolía y las ganas de señalar un mundo que se deshace, así, una pasión por desenmascarar condiciones, síntomas colectivos que se vuelven fantasmas, ideas que llegan como ferrocarriles entre humaredas o carros destartalados entre vientos de arena, una brisa soledad de evocaciones imaginarias, de ensoñaciones hacia la vida, mirar hacia el destino, diseccionarlo y desear cada vez un poco más de ternura y sensibilidad, sin perder medularmente el anima que nos diluye y permite converger.

Por Sebastián Maytorena

Hermosillo, Sonora. Febrero 2018

El blues del minisplit
I

Estoy solo y el aire acondicionado susurra cosas terribles
que estoy solo, por ejemplo,
y lo que falta en este silencio es tu voz
y cómo tus ojos revolotean hiriendo estos versos
y cómo dices “se nos cae el cielo”
mientras lo que enuncias se desliza entre mis huesos
y me sumerge
y hay cierta paz

hubiera querido, aquella vez,
caminar la mitad de lo que caminamos
y luego la mitad de eso
y así sucesivamente
hasta romperle la matrix a la noche
y empolvar la acera con nuestros polvos
que se contemplan y se tocan y se hablan
con otras palabras lejos de estas

es lo que deseo, al final,
sobre tus labios o tu saliva o tu sexo
hacernos polvo
mientras me ves
fijamente
y te veo de vuelta
con la misma gravedad jolgórica de los que se saben acabados
y nos reímos tanto
de todo.

II

Estoy solo y el aire acondicionado susurra ciertas certezas
que estoy solo, por ejemplo,
y lo que falta en este vacío son tus labios o tu saliva o tu sexo
y el porqué revolotean esos ojos
cuando dices “el día se acaba y muero de pena”
y lo que enuncias decanta por mi cuello
y se sumerge junto a mí
y hay cierto silencio

hubiera querido, aquella vez,
caminar la mitad de lo que caminamos
y luego la mitad de eso
y así sucesivamente
en paz, diluidos en sosiego
hasta desembocar en la sombra de una esfinge desmayada
y empolvar la arena hechos polvo
deshechos en vida
por un deseo que al final,
no era más que el de ser vistos
y tocados
y enunciados por palabras extintas.

III

Estoy solo y el aire acondicionado balbucea obsesivamente el mismo ruido
que estoy solo, que estoy solo, que estoy solo, por ejemplo,
y que en este silencio no falta nada porque este silencio es más antiguo que nosotros
los que irrumpimos y profanamos con deseos y caminatas y miradas y caricias
y palabras floreadas atestadas de pájaros y vida
que rompen los cristales del silencio y pueblan de estruendo y de tormenta
las estancias donde no somos bienvenidos

estoy solo, estoy solo, estoy solo
pero hubiera querido, aquella vez,
secuestrar la noche
la fugacidad del gesto
y de las luces y tus manos
porque sospechaba la guerra que libramos
por atravesar el silente espacio
y mirarnos fijamente
y tocarnos tiernamente
y hablarnos con plabras primigenias que nos devuelvan la memoria del germen y del agua,
de la tierra y las constelaciones

entre tanta hostilidad y hierro
es este deseo, al final,
la tenacidad de los labios y la saliva y el sexo,
de nuestros ojitos regocijados revoloteando retecontentos
en la incertidumbre del otro y la posibilidad de su presencia,
de nuestras manos ya mohinas por veinte años de demoledora espera,
de nosotros hechos polvo, en esencia,
habitando ecos,
rasguñando los resquicios de una humanidad apaleada
y aun así en una delirante, ancestral y bellísima batalla
contra todo lo que entrañe la muerte.

Aziz Córdova al micrófono

Aziz Córdova (Agua Prieta, 1995): Engendro de Agua Clara. Nunca escribe. Su vida es pedestre. Co-fundador del santísimo colectivo ahccguard y estudiante de Literaturas Hispánicas en la Universidad de Sonora. Presente en La Feria del Libro, Horas de Junio, veinticatorce festivales y Floricantos. Querido entre tomadores y servidores (públicos). Leerlo hará que quieras abrazarlo.

Sobre el autor

Sebastian Morto/Maytorena Orozco (Hermosillo, 1994) es escritor de arte. Cursa la licenciatura en Letras Hispánicas en la Universidad de Sonora, misma en la que realizó estudios de Artes Escénicas. Dirige la Revista Campobello 30-30, ha publicado en Revista Háyaza y en medios digitales como La Jornada online. Vivió en San Francisco, California y en la Ciudad de México. Se ha desempeñado como director de Desierto Imaginario en colaboración con Plataforma Colmena, Quiatora Monorriel, Centro Estatal de Trasplantes, la Universidad Durango Santander y Universidad Lasalle del Noroeste, presentando obras en Sonora y Sinaloa.

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