Hermes Ceniceros ensaya una conexión entre dos tragedias norteñas de muy reciente cuño

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La violencia sistémica es por tanto como la famosa “materia oscura” de la física,

la contraparte de una (en exceso) visible violencia subjetiva.

Slavoj Zizek

Hermosillo, Sonora-

Dos asesinatos nos causaron un shock la semana pasada, nos dejaron fríos, tristes, desesperanzados y llenos de miedo. El primero de estos ocurrió en Hermosillo el domingo 14 a las primeras horas de la madrugada, mientras que el segundo fue durante el mediodía del lunes 15 en Culiacán, Sinaloa. Uno tuvo repercusiones nacionales e internacionales, mientras que otro solamente locales, pero ambos dejan ver lo desprotegidos y vulnerables que somos, tanto por la ineptitud como por la impunidad de un estado que es incapaz de garantizar la seguridad de las personas que viven en él.

Una muerte anunciada

Martín Pacheco, un enfermero del Isssteson, fue ultimado días después de haber denunciado públicamente que había sido atacado con machetes por un grupo de menores de edad. Las fotos de las heridas que les dejó el primer ataque se volvieron virales e hicieron arder las redes sociales por el hartazgo general que los hermosillenses ya sentían por tanta inseguridad. La indignación en redes inmediatamente llamó la atención de los medios de comunicación y en el noticiero de radio de Juan Carlos Zuñiga el enfermero contó su historia, dando detalles de cómo fue el ataque así como del trato que recibió por parte de las autoridades.

“Venían acosándome, yo nunca me imaginé que trajeran un machete, venían buscándome pleito (porque no les quise dar dinero) cuando quise abrir la puerta me aventó un machetazo que iba a mi cabeza, yo metí la mano y me hirió, ya como pude yo abrí, no había nadie que me auxiliara, quise agarrar una piedra y no pude porque como me lesionaron los tendones y estaba sangrando la piedra se me resbalaba” cuenta Martín en la entrevista donde narra el primer ataque y da cuenta de cómo la policía lo dejó a su suerte: “pasó un policía de tránsito y le dije, y me dijo ahorita va a venir otra unidad… pero ni siquiera se quedó a cuidarme ahí, porque los chamacos estaban en la otra calle… se fue y ya al ratito llegó otra patrulla y me dijo `pues desgraciadamente no podemos hacer nada muchacho porque son menores de edad´”.

La historia narrada de viva voz por la víctima hizo que los radioescuchas, por empatía y por conciencia de que existe una grave crisis de seguridad en la ciudad, se identificaran de inmediato. En esa semana hubo una incipiente manifestación de indignación por la inseguridad en las escalinatas del museo biblioteca Emiliana de Zubeldía, que si bien no fue numerosa, comenzaba a darle el rostro humano y ciudadano a la problemática, algo que necesitaban los medios para mantener en la agenda el tema.

El programa donde el enfermero contó sobre el primer ataque se transmitió el viernes 5 de mayo, dos días después del primer ataque y fue asesinado el 14 de mayo en la calle Cinco entre Reforma y Guadalupe Victoria en la colonia Jesús García. De acuerdo a un video de la Agencia Ministerial de Investigación Criminal (AMIC) de la Fiscalía General de Justicia del Estado (FGJE) los implicados en el homicidio de Martín fueron tres menores de edad y un mayor de edad, que al igual que en el primer ataque usaron machetes como armas. Aunque en el video de la fiscalía, el Lic. Rodolfo A. Montes de Oca Mena, Fiscal General del Estado de Sonora, asegura que el móvil del asesinato de Martín son rencillas personales, las circunstancias que le permite a esos tres menores y a un todavía adolescente mayor de edad tomar machetes y matar a una persona en las calles, es la indolencia y la permisividad de las autoridades que no hacen nada para proteger a ningún ciudadano.

A Martín los policías de tránsito lo dejaron sólo cuando lo atacaron por primera vez, a merced de sus atacantes que estaban del otro lado de la calle. Las autoridades nunca se preocuparon por su integridad física ni le dieron auxilio, ya no hablemos de levantar un reporte y dar seguimiento. Pero cuando fue atendido los policías le dijeron literalmente que no podían hacer nada: “desgraciadamente no podemos hacer nada”. Esta respuesta que le dieron al enfermero la repiten constantemente todos los días en todas las colonias de Hermosillo y han hecho de la ciudad un pueblo sin ley. Los criminales han entendido a la perfección ese mensaje de la autoridad y han dado respuesta provocando el terror en las calles, pues saben que como le dijeron a Martín, los policías “no pueden hacer nada”. A lo anterior se suma para rematar que en el Hospital donde fue atendido el enfermero herido, tampoco se levantó el reporte que debió haber sido de oficio porque eran heridas que tardarían en sanar. Tantas omisiones por parte de las autoridades generaron las condiciones perfectas para que ese grupo de adolescentes armados con machetes volviera a atacar a Martín, esta vez con las consecuencias mortales.

Lo anterior deja claro que en Hermosillo, denunciar te puede dejar a merced de los criminales porque el sistema de repartición de justicia no está preparado para atender, proteger y garantizar la seguridad de los ciudadanos.

Aunque nos duela tenemos que seguir escribiendo

Los medios de comunicación de Hermosillo no terminaban de sacar las notas relacionadas al asesinato de Martín, cuando una ola de twits proveniente de Sinaloa los golpeó para recordarles que el miedo y la inseguridad que se siente en la ciudad se vive en todo el país. Habían matado a Javier Valdez fundador de Río Doce y escritor de varios libros que tocan el tema del narcotráfico desde una perspectiva humana, viendo siempre a las víctimas y hablando de sus historias.

Tanto por el momento que estaba viviendo la ciudad como porque Javier ya había visitado varias veces Hermosillo promoviendo algunos de sus libros, dejando varios amigos pos su paso, su asesinato estremeció al gremio periodístico local. Recordó que nadie puede garantizar que las balas no censuren a alguien, porque si lo hicieron con Javier, una leyenda del periodismo con tantos contactos a nivel nacional e internacional, que no podrán hacer con cualquiera. A diferencias de muchas otras ocasiones que la prensa local sentía que los balazos pasaban lejos, en algún lugar de un país muy lejano parecido a Siria, esta vez sintieron su roce, escucharon cómo se cortaba el aire y que un blanco se dibujaba en el pecho. Sí, Hermosillo es parte de Sonora que a su vez es parte de México, el segundo país más violento del mundo de acuerdo al Instituto Internacional de Estudios Estratégico (IISS) en su informe anual; una nación que también ocupa el tercer sitio de los países con más periodista asesinados por ejercer su profesión de acuerdo con la Federación Internacional de Periodistas (FIP) y en donde el 99.7% de estos casos no son resueltos.

Tanto la muerte de Martín como la de Javier muestran que en México y en Hermosillo se mata porque se puede, porque se permite, porque existe una impunidad terrible debido a la corrupción. Es decir, la violencia objetiva que vemos en casos como los de Martín y Javier, es la parte visible de una violencia sistémica que aunque no vemos está allí y tiene sus raíces en el sistema político y económico que generan la desigualdad, la marginalidad y la impunidad que son el perfecto caldo de cultivo de la violencia y la inseguridad. En este sentido es que el asesinato de Martín nos dejó ver que el sistema de repartición de justicia en nuestro municipio se corrompió tanto que ahora sus niveles de impunidad han cambiado el nombre de la ciudad a Machetillo; mientras que el homicidio de Javier nos recuerda que a los periodistas machetillenses les toca reportear el mismo infierno que sus colegas sinaloenses o veracruzanos.

Por Hermes Ceniceros

En portada, gráfica captada en el mero downtown de Hermosillo, en la que se aprecia el icónico Cerro de la Campana -al fondo- y un afiche recientemente colocado en honor a Javier Valdéz

Fotografía de Benjamín Alonso

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Sobre el autor

Doctor en Didáctica de la lengua y la literatura en contextos plurilingües y multiculturales por la Universidad de Barcelona. Comunicador freelance que colabora, desde su fundación, en el proyecto de construcción de paz Nuestra Aparenta Rendición, así como en Proyecto Puente.

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