Descansen de tanta tragedia política y social, desayunando-comiendo-o-cenando un sabroso potaje preparado por el Cipri Durazo y Robles 🙂

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Hermosillo, Sonora.-

Un sábado que parecía sin personalidad, como cualquiera, se convirtió en un divertido encuentro con un personaje de corte nacional como los que a mí me interesan. Eran como las diez de la mañana cuando mi señor padre entró a mi estudio y me dijo: 

«Te conseguí una entrevista con un verdadero personaje, pero quiero que lo entrevistes en el saloncito de tu mamá, que en paz descanse, porque voy a estar desayunando en la cocina y no quiero oír los ruidos que siempre haces al platicar; tómalo como un regalo para tu colección de entrevistas». 

En eso salgo y está un señor de carácter afable, muy dispuesto a iniciar la entrevista. Lo paso al comedor de casa y nos ponemos a platicar por muy buen tiempo. Lo primero que le pregunto es: 

¿Cómo logró usted ser lugarteniente de Arturo “El Negro” Durazo?

«En el año de 1976 se me ocurrió a mí, con la compañía de mi esposa, ir a conocer a Arturo Durazo. Ya había oído hablar de él, aunque no había ninguna relación ni parentesco. Pedí cita y me la dieron. Y nos pusimos a platicar muy amablemente. Me llamó mucho la atención que sin conocerlo me empezó a tutear y me regaló una fotografía. Como en esa fotografía venía con López Portillo, le dije: “Oiga comandante, en Sonora no lo queremos muy bien, por el asunto de las tarifas de la CFE”; y él me contestó:

“Tu llévate esa fotografía, yo sé lo que te digo, llévatela”. 

Nos quedamos ahí platicando, estuvo conmigo y con mi esposa y cuando nos despedimos, me dijo: 

“No te me pierdas de vista”.

Yo me regresé a Ciudad Obregón. En ese tiempo tenía un restaurante y lideraba la Liga de Softball. Estábamos muy interesados en ganarle a Hermosillo por primera vez en la Historia. Asistía gente como Adalberto “Pelón” Rosas, Roberto Oros, el Zurdo Félix, Guillermo Kuraica, gente de Cd. Obregón que se había dedicado mucho al deporte, sobre todo de Softball. Y en uno de esos momentos me dicen: 

“¿Fuiste a la Ciudad de México? ¿Y qué te dice El Negro Durazo de la sucesión presidencial?”

Yo sabía que todos ellos habían andado con Biebrich. El Pelón Rosas vio la foto que traía de la Ciudad de México, y va viendo a López Portillo, exclamó:

“¡No, no puede ser!”

Y se rieron de mí. Total, que pasó ese evento y, a los días, que lo proclaman como candidato del PRI a la presidencia.

Mi restaurante, de haber sido de corte deportivo, se convirtió en político y me invitaban gente del Banrural, muchas gentes… Y que se viene la campaña y llega Arturo Durazo como jefe de la Guardia Civil… y llega al Hotel Valle Grande de Cajeme… y me recibe, y nos fuimos de copas… y ya para el anochecer me dice: 

– Oye Rubén, ¿no te gustaría acompañarme en la campaña?

– Sí, cómo no —le contesté— claro que sí. 

Y me fui del restaurante, lo dejé encargado. Total, ya en la mañana nos pusimos a platicar y la gente me empezó a encargar comisiones. Unas personas querían acercarse al candidato para que inaugurara algo y el Negro Durazo me dijo: 

“Rubén, encárgate con ellos, que te digan dónde va a estar la entrada”.

El Estado Mayor iba adelante. Ya vieron al candidato, a quien le gustó mucho el proyecto, por cierto, pero se habían brincado al Estado Mayor: ahí es donde me di cuenta de que había una pugna entre el general Godinez y el comandante Durazo. Pero pasó el acontecimiento y me dijo:

“Vete a Cumpas, porque dice mi mamá que ahí está la Casa de Nosotros”.

Me da mucho gusto estar en la tierra del Moro de Cumpas

Y el presidente Municipal me dijo dónde estaba… y en ese lugar se hizo un museo, que después fue destrozado totalmente. El presidente de Cumpas también me dijo: 

“Yo soy matemático y no sé nada de política, ayúdeme, por favor”.

Entonces le escribí: ‘Señor Licenciado José López Portillo, candidato de México a la presidencia de la República, por nuestro Partido Revolucionario Institucional, el pueblo de Cumpas lo recibe gustosamente. En este pueblo hubo campesinos que abandonaron el arado y buscaron el fusil en busca de los ideales de la Revolución Mexicana. Nos da mucho gusto que esté con nosotros, aquí está la llave de oro del lugar; también, queremos aprovechar la presencia del general Durazo, hijo de esta ciudad’.

Y José López Portillo dijo: 

“Me da mucho gusto estar en la tierra del Moro de Cumpas, y tierra de mi amigo de la infancia Arturo Durazo Moreno, a quien pedí que me acompañara como jefe de la Guardia Civil. Voy a pedir que suba para que salude a su pueblo”.

Y el ¨Negro¨ no quería salir ni hablar, pero al momento de tomar el micrófono, le dan un golpe en el plexo solar, como dicen los cronistas deportivos, y se rio, y dio un paso hacia atrás con el micrófono, y dijo:

“Me da mucho gusto de estar en la tierra que me vio nacer, voy a darle un saludo a mi familia y a pedirles que voten por nuestro candidato, que es tan bueno que cuando estábamos en la escuela nos hacía hasta las tareas”.

Y todos se soltaron riendo…

Y Enguerrando Tapia me dijo: “Desde la época de Venustiano Carranza no se había presentado nada de este tipo de acontecimientos” —y, efectivamente, demostró que sí era su amigo, y el General Godinez, no sé si se dio cuenta—.

Luego fuimos a Moctezuma y el candidato le dijo al comandante Durazo: 

– Muchas gracias por el cebollazo.

Es decir, el elogio. Y dijo entonces el ¨Negro¨:

– ¿Cuál cebollazo?

– El del discurso —le contestó el candidato— y el comandante le aclaró: 

– Me lo hizo Rubencito. 

Y me apuntó a mí, se quitó el gafete presidencial y, al dármelo, me dijo:

-No sabes lo que has hecho, con esto vas a tener entrada en todos los eventos.

Desde luego que lo utilicé en Cananea, donde nos tocó a atender a la doctora Alicia Arellano, a quien también atendió José López Portillo.

Luego me fui a México y le dije a Arturo: “quiero que me des la oportunidad de trabajar contigo, yo te puedo servir mucho. Y al entrar el sexenio me dio el puesto de Capitán Oficial de Vehículos y Mantenimiento del entonces Distrito Federal. Era una oficina importante, manejaba 2,500 patrullas y manejaba la gasolina para 18 delegaciones. Me di cuenta que todos los vehículos venían a echar gasolina a un solo lugar, a Tlaxcoaque, entonces averigüé cuánto costaba la gasolina comprada a Pemex y cuánto en las estaciones de combustible e hice un proyecto y se lo presenté, en el sentido de que cada delegación y oficina tuviera su representante de vehículos y vales, y así promoví que se ahorrara mucho, el primer mes se ahorraron 160 mil litros de combustible, y le gustó mucho el proyecto a Carlos Hank González, por lo que me ascendió a mayor.

Pero luego creo que empezó la debacle y la corrupción y no participé, me vine a Sonora mejor

Después tuvimos otras intervenciones muy importantes, pero luego creo que empezó la debacle y la corrupción y no participé, me vine a Sonora mejor, un año antes de que acabara el sexenio. Sí, tuve muchos problemas porque fui muy estigmatizado, por dos años no trabajé, hasta que una buena persona me dio la mano, el licenciado Beltrones, que me hizo subdirector del CERESO en Obregón, y después como subdirector de Prevención, de 1984 hasta el 2002, que trabajé en el Consejo Tutelar para Menores, hasta que me pensioné”».

– ¿Y cómo conoció a Luisito Rey?

«Bueno un día llegó y me dijo:

“¿Qué posibilidad habría de que me presentaras al General? Tengo un hijo que canta muy bien”.

Y le dije: “sí, déjame hablar con él”; y sí, lo pudo atender. Y le dijo el general: 

“Esta noche se casa Paulina, la hija del presidente, con un descendiente de otro presidente, Pascual Ortíz Rubio. Pasarán por ti, para que cante tu hijo en el banquete”.

Y, efectivamente, se hizo esa presentación, yo no fui, solo fui el enlace de Luisito Rey con el Negro Durazo. El que estuvo más de cerca con ellos fue Luis Robles Linares».

¿Marcela Bastieri tuvo una relación con El Negro Durazo?

«No creo, fue un mal rumor de un enemigo de él en la Dirección Federal de Seguridad, que decía que Luisito Rey le aventaba la mujer a él, pero no era cierto; fue un falso rumor de enemigos políticos. El Negro Durazo a esa edad era una persona ya muy adulta, ya no»… ¿Ya no encumbraba*, como decían en Cumpas? «Así es. Es más, yo a ella nunca la vi con él; al que conocí fue a Luisito Rey».

¿Y cómo era Luisito Rey?

«Era un tipo muy bohemio, no sé si era drogadicto o no, el mismo platicaba mucho de eso, pero no me constaba a mí. Pero sí me tocó ser el conducto entre Luisito Rey y el Negro Durazo, claro que sí, y tuvo mucho éxito, incluso le comentó a un productor de Televisa: “házmelo artista”».

Al terminar la plática, mi papá, que estaba oyendo todo en la pieza de al lado, me dijo: 

«Como ya mero se me figuraba que le preguntabas sobre la vida sexual del Negro Durazo, mandé a Enriqueta —la señora que nos ayuda— a que prendiera la licuadora para interrumpirte». 

Entendí el mensaje de mi padre, por eso di por terminada la entrevista y me quedé pensando: LA CENSURA EMPIEZA EN CASA.

*Encumbrar, en el argot de la sierra sonorense, significa parar, erigir, levantar… (nota del editor)

Texto, foto y video por Cipriano Durazo Robles

Sobre el autor

Cipriano Durazo Robles es Licenciado en Periodismo por la Universidad Kino y Presidente de la Sociedad Amigos del Museo de Historia de la Universidad de Sonora. Articulista de radio y medios digitales. Se desempeña como dictaminador sanitario de la publicidad en COESPRISSON (Comisión Estatal de Protección Contra Riesgos Sanitarios del Estado de Sonora).

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