Caborca, Sonora.-

Hola. Entre virus y balazos, arrancó la segunda Feria Internacional del Libro del Desierto en Caborca. Una combinación de actividades presenciales dispersas del ejido a la ciudad, presentaciones virtuales, mucho entusiasmo y buena voluntad.

“Por cada aplauso reciben diez críticas” agradeció al equipo organizativo la señorita Margarita Schwarzbeck, directora de la casa de la cultura, en la inauguración. ¿Entonces mejor no aplaudimos? Díjele a la Picot, momentos antes de que fuese llamada a cortar el listón.

Todo era saludos y sonrisas, entre los enfrentaparados y el público, todo era estar lo más derechito posible, miradas que piensan desde el apocalipsis y cubrebocas limpios. Se habló de cómo la cultura podía ser tan significativa para la gente, precisamente, en tiempos donde Dios pareciera alejarse. 

En cuanto llegamos comenté a Kayeris, coordinadora de esta FILDEC, sobre el valor o el miedito de realizar la feria en estas circunstancias. Nos platicó de una reunión preparativa donde el jefe de la Dirección de Cultura, Octavio Avendaño, abre de este modo: “tenemos tres enemigos: la pandemia, las balaceras y el presupuesto”. Y no les voy a decir cuánto es el presupuesto según la rumorología, pero al ver el programa, las instalaciones, la publicidad, el recibimiento, nos quedamos boquiabiertos de todo lo que se puede hacer con trabajo y organización inteligente.

“Tienen por ventaja la juventud del evento, la salud del campo y el que esté a cargo alguien que sí da el perfil, que sí quiere aportar al desarrollo de Caborca, en este país donde tantos cargos se asignan desde un reparto del poder desconectado de su misión”, les comentó un librero malhablado (que no le está tirando ninguna indirecta al Welfo en este momento).

Dice Toñita: “tiene una determinación, una seguridad, que no nos queda más que confiar y seguir adelante con ganas”. Toñita de guardia pasó a ser músculo de logística en esta edición. Toñita y sus conexiones de expolicía nos mantienen muy bien informados entre las idas y las vueltas. Toñita es un flujo de vida estruendo de carcajadas. Como la Kayeris y toda esta gente ávida y ocurrente.

Mariel despertó por las balas en la madrugada de ayer. Dos muertos camino a Pitiquito. Otros despertaron sin saber por qué. Todos volvimos a dormir y a salir. Vi un hambre en las pocas personas que han visitado la mesa: “tengo cinco meses en la casa”, “no nos podemos quedar para siempre sin salir”, “el miedo a traer gente de fuera, a salir, no nos puede consumir, es por el intercambio que crecemos”. 

Tras la inauguración en el MHEC caminamos al MAC a un homenaje a los 79 caídos por el virus en el municipio, especialmente a tres médicos: Salvador Ramos, Ramón Leyva y Manuel Meraz. Sobre el edificio una producción visual era disparada por el cañón de Mariel, adentro, avanzabas hacia una especie de cámara mortuoria que era el altar, en una habitación contigua, Pablo en sus tornas emanaban una severa y ágil música ambiental. Fue tan emotivo. Los familiares sollozaban, ignorábamos si estabamos en un torbellino de arte o invadiendo al luto humano… creo que comprendimos el gesto de una sociedad que tan pronto rinde homenaje a sus muertos. No sé porqué exactamente mas, me resultó reconfortante. 

La feria apenas empieza. Y si es cierto que a la hora del listón había más muertes que ventas, definitivamente esto está lleno de vida. La velocidad del Ramsés, la sensibilidad de la Ema, la energía alegre de Toñíta, el escándala organizado de Kayeris, Bernardo siemprenchinga, Carmelita cronista sonriente y propositiva, Patsy llamando al orden. Imagínate que tan buena es su vibra que hasta los artistas se desintoxican. Eso. Venimos de las capitales de la autodestrucción, la quemacracia y el encrispamiento, el asinamiento mental en el vómito virtual. Cómo no vamos a estar felices.

Texto de Paco Alonso

Fotografía de Pablo Cochea y Paco Alonso

Sobre el autor

Vende libros, les manda saludos, viva Villa Juárez.

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