Desde que lo veia en La dichosa palabra me caía medio gordo. A diferencia de sus compinches de mesa, muy sobrado él, muy culto él, cultísimo. Pero de eso a no poder escucharle y aprenderle hay una diferencia.

Nadie lo conocía, pero ahora que Nicolás Alvarado ha expresado su opinión sobre el recién fallecido Juan Gabriel se ha vuelto el villano del momento en las redes, esa linda costumbre de siglo XXI que nos retrata como lo que somos desde que pernoctábamos en cavernas. En el caso de Alvarado, lo crucifican por clasista como si hicieran un descubrimiento, cuando él es el primero en acusar su clasismo como un impedimento para formar parte del culto nacional hacia el oriundo de Parácuaro.

No pasa nada, relájense. Ni Juanga le tiene que gustar a todo ser viviente ni Alvarado es Satanás. Al contrario, a mí me parece un tipo honesto y valiente, además de muy humano. Sus últimas dos líneas lo delatan: «Y sé que la pérdida es real y que es enteramente mía. Pero condicionado como estoy por mi circunstancia, no puedo evitar reaccionar como reacciono».  Los conmino a leerlo con la cabeza, no con la coraza, y con suerte detectaremos un aire de autosabotaje en las líneas del director de Tv Unam.

¡A propósito de Tv Unam! Resulta que dice la otrora respetable revista Proceso que hay una petición en Change.org para correr a este pequeñoburgués de la televisora universitaria «por (su) desdén clasista hacia Juanga». Mentira, la petición no es por su desbordado clasismo sino porque «no es egresado, ni ha sido profesor» de la Unam, «viene de Televisa» y «ha llegado a imponer una agenda alejada de la realidad de la televisora».

-Pobre México, qué lastima me das, quizá diga desde allá arriba (o desde allá abajo) el señor Aguilera Valadez.

Sufre mucho mi México, la gente se lo toma todo como un asunto personal… Ay no, lo bueno que yo ya estoy acá. Malamente dije en Bellas Artes que el pueblo siempre tiene la razón. Ai’ se la echan.

Así es esto de la libertad de expresión, muchachos, no se me achicopalen. No se claven en la sensiblería ni en el virote de la corrección política. De lo contrario, no llegarán muy lejos.

Esta es palabra de editor

-Amén

Pueden ir en paz, el sermón ha terminado

-Demos gracias al señor

Por Benjamín Alonso

Ilustración de Crónica Sonora

(todos los derechos reservados)

alvadiablo

Sobre el autor

Premio Nacional de Periodismo 2007. Director de Crónica Sonora. Escríbele a cronicasonora@gmail.com

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4 comentarios

  1. Defender el punto de vista de Nicolás Alvarado no me debe colocar en el bando opuesto de los adoradores de Juanga, coincido en varios puntos con el autor del artículo, en especial en destacar que Nicolás ha sido muy auténtico y encasillarlo en el grupo Televisa, es una exageración. Mucho cuidado con cultivar ídolos intocables, o con demonios a ultranza.

    1. Gracias por comentar, Román. La exageración es lo de hoy (atizada por la plataforma digital), así en las víctimas como en victimarios. Está en la esencia de la cultura que señalas: ídolos y demonios.

      De lado, te comento que hoy se reposteó este artículo en el Facebook de Crónica Sonora, con motivo de la crucifixión de Calderón Hinojosa por sendo tuit antipeje, antimujeres y antitodo.

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