Una hija mía siempre me ha dicho que a mí lo que más me gusta es llamar la atención.

 

-Nada te encanta más que te vean, me dice. Y ahora que reflexiono para escribir esto, creo que quizás tenga razón: Caso es que tengo un sombrero de esos michoacanos, de palma bien firme, pero flexible e impermeable. No deja pasar una sola gota de agua su tejido apretado.  Además, por lo general, lo uso con barbiquejo, para que no me lo vuele el viento.

 

Es peculiar, sin duda, mi sombrerazo, no muy común en estos rumbos.

 

Pues anda que produce maravillas en quien me ve cuando lo porto: un amigo que fui a visitar después de muchos años de no verlo, me dijo que cuando me vio con el sombrero lo primero que pensó es que le iba a pedir dinero prestado.

 

El otro día que fui a sacar mi licencia, cuando llegué en la mañana unos minutos antes de que abrieran a las ocho, ya era un hervidero de gente; en cuanto llegué (cierto que en esa ocasión iba con pantalones blancos del yoga y huaraches, y me acompañaba mi amigo el Kimi), inmediatamente me pasaron a lo más delante de la fila y me atendieron de maravilla y ni me cobraron.

 

Luego fui a sacarme unos estudios y me recibieron con amabilidad, me hicieron más pruebas de las que pedí y me cobraron menos de lo que inicialmente me habían dicho.

 

He llegado a pensar que mi sombrero provoca estas reacciones maravillosas en las personas, mejores que las que provoca traer el pelo largo o la barba crecida, que también son jalones, pero con reacciones a veces más bien hostiles.

 

Una cosa más ha ocasionado este sombrerazo.  Podrán muy fácilmente imaginar ustedes que cuando salgo a la calle con este sombrero sobre mi testa ruda, acompañado por mi esposa o mis hijas o hijos, así como que me voltean a ver para encontrar en mis ojos si verdaderamente tengo la intención de salir así con ellos.

 

Pues ya no tengo qué decirles que si quieren me nieguen o que pueden caminar más adelante o por un lado, que hagan cuenta de que no voy con ellos. Ahora lo aceptan, ya no les da pena o simplemente se aguantan.

 

Aunque el auge ganadero no ha sido soltado en lo político, la gente ya no quiere parecer vaquera, se me figura que han de pensar como los médicos que no quieren recetar remedios naturales, aunque saben que son efectivos, porque creen que no se van a ver modernos o porque ¨no vaya a pensar la gente que son brujos¨.

 

Uso sombrero desde los cinco años y lo prefiero a los protectores solares, esos químicos y cremosos que otras personas se ponen sin temor de que les ocasione algún prurito o escozor, en el mejor de los casos; sólo que el sombrero michoacano de color café oscuro tiene el ala hacia abajo, queda como un platillo de batería, quizás más cerca del afamado yelmo de Mambrino (ése me gustaría tener).

 

No es tanto que me guste llamar la atención, quizás sí distinguirme.

 

Tampoco es que ande de  contreras. Según yo, la encefalitis equina de hace unos treinta años fue la que arrasó el norte de México con los caballos y allí los vaqueros cambiaron los sombreros por las cachuchas de beis (quizás, el auge del Toro Valenzuela también haya tenido efecto en esto) y los cuacos por bicicletas.

 

Texto y fotografía por Juan Enrique Ramos

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Sobre el autor

Nómada irredento, originario de Torreón, Coahuila, en Sonora por más de 40 años. Escritor y tallador de madera actualmente. Pasajero de la nave tierra que próximamente acabalará 71 vueltas al sol.

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3 comentarios

  1. Excelente Doctor Ramos. Un Escrito Encantador,sin rebuscamiento.
    Me encanta que entres a la Mejor Biblioteca que tiene Sonora,en la Casa de la Cultura con ese desparpajo que tanto habla de tī: de tu Felicidad y tus Vivencias.
    Crønica Sonora es un Buen Lugar para tan Grandes Plumas. FELICIDADES!

  2. A mi esposo siempre le ha gustado el sombrero, el vaquero, el es chaparrito asi es que usa un sombrero ala chica, yo misma se los compro porque estoy muy acostumbrada a que los use, hasta al trabajo los lleva, y cuando estabamos de novios lo usaba tambien, solo al cine no lo llevaba y eso porque yo le decia que no lo llevara, pero cuando se lo ponia de lado porque le daba el sol cuando manejaba, me encantaba, se me figuraba a <pedro infante, a mi si me gusta verlo con sombrero, y no me da pena que me vean con el, estoy tan acostumbrada, ademas es muy necesario por el sol, yo no me pongo porque siento que me veo horrible pero que hacemos?, ahi nos andamos tapando hasta con un pedazo de papel o un kleenex cuando nos da el sol, porque no acostumbramos el sombrero mejor?, es cierto ahora los vaqueros usan cachuchas que ni tapan nada .

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