Hermosillo, Sonora.-
Jueves 16 de abril de 2020, 23:34 horas
Mañana sería el día en que un bien inmueble, propiedad de todas las hermosillenses, sería rematado al mejor postor por la administración pública municipal. La participación ciudadana impidió que está unilateral decisión fuera concretada.
El músculo ciudadano crece, los vientos de abril soplan y con ello, el anuncio de la primavera hermosillense. Han germinado en nuestro municipio las semillas que con tanto ahínco han sembrado todas aquellas que han labrado, contra viento y marea, el concreto aplastante de la ansiedad económica que domina el pensamiento sonorense, de todos, hasta de los que nada tienen.
Por muchos años, la idea de desarrollo extractivista, el desarrollo basado en la destrucción ambiental, la pauperización de nuestros semejantes y el aprovechamiento individual de lo común ha dominado la escena sonorense. ¿De qué otra forma podemos dar cuenta de las grandes fortunas de un puñado de gente que lucra con la mano de obra, el agua, la tierra, los minerales, la flora, la fauna, con el sol que ofrece nuestro estado? Vivimos en una tierra de abundante riqueza, es moralmente inaceptable que haya personas que hoy no cenan.
El resurgimiento de los comunes arroja una luz de esperanza a todas las olvidadas. A todas las personas que han sido vulneradas en sus más elementales derechos a favor de un mercado de sociedades anónimas, donde nadie responde a título personal. Hoy, la defensa fue sobre un espacio de uso común. Se levantó la voz por nuestra niñez, por nuestros árboles, por los pájaros, que, por lo menos mañana, vuelan sin el obstáculo del próximo gran hotel.
Resiste, comunidad, resiste. Organízate, entérate, aprende, comunica, comparte con tu vecina, ayúdala; acéptala desde el corazón. Solo así, en comunidad, habremos de construir la paz que mañana será realidad. Somos las mismas, somos las de siempre. Somos todas las que queremos paz, «pero la paz tiene necesidad de justicia, como el hombre de oxígeno para respirar» (Francesco Carnelutti en Cómo se hace un proceso). Por todas nuestras sagradas relaciones.
El coyote