Hay tantos caminos como individuos para apreciar el arte. Sin embargo, los maestros nos han advertido acerca de la pertinencia de ver, observar y pensar. De esta manera encontraremos el conocimiento. Y compartir conocimiento es la aspiración máxima de la obra de arte. 

Belleza, ética y moral no siempre serán encontrados en pintura, literatura o cine. Es por eso que existen libros, lienzos y películas que siguen provocando a críticos, público y a otros artistas. 

No es extraño que El nacimiento de una nación (D.W. Griffith, 1915) sea señalada- una vez más –  por Spike Lee como el brebaje que resucitó, en Estados Unidos, al Ku Kux Klan y sus infames axiomas sobre el nacionalismo y la supremacía racial. Si bien la cinta muda de Griffith es un hito cinematográfico por sus desplazamientos de cámara, multiplicidad de encuadres y audacia en edición, siempre será condenada.

Desde la comedia y la ironía, El infiltrado del Ku Kux Klan (Spike Lee, 2018) es el regreso de su director al activismo político. 

Es 1973. Cine y televisión viven la blaxploitation – filmes de explotación negra -; el black power busca reagruparse; soul, rhythm and blues y funk se consolidan en la radio y el peinado afro proclama el orgullo de ser negro frente a la discriminación, el abuso y la violencia. 

Ron Stallworth (John David Washington) es el primer oficial negro aceptado en la policía de Colorado Springs. Pronto es asignado a una actividad encubierta: debe reportar el mitin convocado por Kwame Ture (Corey Hawkins), líder de las Panteras Negras y profeta de la revolución.

El desarrollo de la asamblea es presentada por Spike Lee con cuidado y elegancia a través de encuadres y close ups en negro ciclorama que aspiran a mostrar la unión de la raza y el anhelo de justicia. 

Surge la chispa de la atracción. Patrice Dumas (Laura Harrier) es la bellísima presidenta de la comunidad negra que se convierte, sin saberlo, en el principal informante de Ron Stallworth, así como en su interés romántico. 

Mas adelante, por intuición – o por pura ociosidad – Stallworth responde un anuncio que busca miembros para el Ku Kux Klan. Cuando el racista muerde el anzuelo, Ron se verá obligado a buscar quien lo represente ante el Klan. Porque quedó claro que Stallworth es negro, ¿verdad?

Sólo Locuras en el oeste (Mel Brooks, 1974) se acercó a semejante nivel paródico, irreverente y profundamente racial. Aunque la aventura de Stallworth fue real. Increíble, pero cierto. 

Entra Flip Zimmerman (Adam Driver). Agente blanco, judío, quien será el rostro de Stallworth en la misión de infiltración. Una trampa con voz de negro y cuerpo judaico. La pesadilla de cualquier supremacista blanco que se respete.

La célula segregacionista – que se hace llamar “la organización” – está integrada por Walter (Ryan Eggold), el feroz Felix (Jasper Pääkonën), Connie, obediente mujer de Felix (Ashlie Atkinson) y Ivanhoe, el idiota (Paul Walter Houser). Serán un grupo capaz de provocar, entre sonoras carcajadas, verdaderas oleadas de indignación. 

La cadena de mando llega hasta David Duke (Topher Grace), líder del KKK con una nueva estrategia: menos cruces quemadas y más acción política legítima.

Spike Lee ha vuelto en plena forma. El infiltrado del Ku Kux Klan consigue un ritmo que permite llevar adelante la comedia y el drama. Una fluída puesta en escena se vale de música, colorido, vestuario y escenografías para recuperar – de manera irreprochable – los alucinantes años 70’s.

Secuencia clave en El infiltrado del Ku Kux Klan: se proyecta El nacimiento de una nación ante los supremacistas. La aplauden hasta el paroxismo; mientras, en un ejercicio de edición impecable, Jerome Turner (Harry Belafonte) – sobreviviente de un linchamiento, provocado por el filme de Griffith – relata la atroz y salvaje experiencia. 

Felix, el más radical y violento de los miembros del Klan en Colorado Springs dice: “My old man always told me good things come to those who wait”. Y así fue, para la causa intolerante. No todo son risas. Spike Lee nos ha preparado un coctel de realidad en El infiltrado del Ku Kux Klan. Sentiremos pena ajena. 

Shame on you, Mr.Trump. Shame on you, Mr. Griffith?

Que leer antes o después de la función

El largo camino hacia la lbertad, autobiografía de Nelson Mandela. A través de sus páginas conoceremos la lucha por la justicia y la liberación. Un relato histórico apasionante que se plantea en primerísima persona y que revela la grandeza de este personaje. 

Si alguien sufrió discriminación, ultraje y violencia, fueron Nelson Mandela y sus seguidores en la Sudáfrica del perverso apartheid. 27 años en prisión no menguaron su compromiso por la libertad. 

“Hay que liberar al oprimido, pero también al opresor”, sostiene. El padre de la patria sudafricana tiene mucho que enseñarnos acerca de la tolerancia, el respeto y la paz.

Sobre el autor

Horacio Vidal (Hermosillo, 1964 ) es publicista y crítico de cine. Actualmente participa en Z93 FM, en la emisión Café 93 con una reseña cinematográfica semanal, así como en Stereo100.3 FM, con crítica de cine y recomendación de lectura. En esa misma estación, todos los sábados de 11:00 A.M. a 1:00 P.M., produce y conduce Cinema 100, el único -dicen- programa en la radio comercial en México especializado en la música de cine. Aparece también en ¡Qué gusto!, de Televisa Sonora.

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