José Manuel Avalos tiene algo qué decir en torno al debate o «tú la traes» (José dixit) desarrollado -y evidentemente apaisado- a propósito de la organización de la FeliH 2016

Léalo, apláudalo, discútalo

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Antes de inmiscuirme en temas que no son de mi profunda y completa índole (pues no es como que me tenga con insomnio todas las noches), he de aclarar que toda esta sopa que estoy a punto de servirles en sus cultas y finísimas mesas literarias, viene desde la vista de un mero transeúnte que ama las letras igual que ustedes (lectores) y que desconoce trayectorias personales de otros escritores.

 

Recientemente se llevó a cabo la Feria del Libro Hermosillo 2016 y, honestamente, fue la primera que he disfrutado. No estoy boleándole los zapatos a ningún encargado de dicho evento pues menciono la afirmación anterior ya que en mi vida me había ido a parar a una Feria del Libro por gusto; siempre se me había llevado a la fuerza. Con la condición de comprarme unos tosti-elote cuando se realizaban en la Plaza Zaragoza. Aunque no tengo mucha historia y remembranza acerca de los eventos que ya han ocurrido puedo decirles, como mero público que fui en aquél entonces, que las anteriores Ferias fueron totalmente diferentes a la reciente. Si mal no recuerdo, se habían llevado a cabo en lugares públicos como el Parque Madero o la, anteriormente dicha, Plaza Zaragoza. Todo era un fárrago literario; no se sabía si la gente estaba allí porque venían buscando la carretilla correcta de los tostitos o de los cocteles de elote o si se encontraban merodeando por la plazuela en búsqueda de algún libro favorito. Todo era una mezcolanza que, lejos de ser algo llamativo para los desconocidos como yo en aquél tiempo, provocaba cólera entre los que se encontraban allí; no poder pasar porque los pasillos están ocupados por stands, no poder platicar tranquilo con tu madre en una banca por la música de unos chicos bailando break dance enseguida del Kiosco, y demás cosas que hacían un mero evento literario y una plaza de reunión general a una catástrofe que no beneficiaba a nadie (algunos monetariamente sí pero de eso no se trata).

 

Hoy, el presente 2016 (y creo que ya se ha estado realizando por dos años consecutivos en el mismo lugar), la Feria del Libro se realizó a un costado de Galerías Mall, a la salida sur de la capital. Mientras olías el aroma palomero del cine, tu vista se llevaba hacia ir a cualquier stand de la feria. Te encontrabas de todo; anime, historietas, literatura en inglés; internacional, nacional, local, antigua, y demás. Creo que aún no se me ha desarrollado un ojo crítico tan preciso pues se me es difícil hallar deficiencias cuando en la tripleta de Organizadores, Gente del medio y Público, me encuentro en la última de la lista. Como oí decir a una profesora de mi preparatoria: “Los trapos sucios se lavan en casa”, y sí. Esta frase regresó a mi mente al leer la crónica/crítica que Hugo Medina había publicado en Crónica Sonora, días después que la Feria había culminado. La leí de pies a cabeza y sí estuve de acuerdo en muchísimos puntos que se tomaron en cuenta; varias planeaciones de eventos dejando a escritores en horas imposibles de asistir (lo digo por mí pues asisto al turno vespertino y un evento a las 5 de la tarde se encontraba fuera de mi alcance) o stands que no mostraban ni ton ni son en el evento como el de Cobach, que no tenía ningún ejemplar a la venta (En efecto, es una tremenda burrada la que cometió Cobach en su stand pero eso iría para largo). Terminé de leer dicho artículo y me quedé picado. Sentía un poco de empatía con el autor y un poco de desacuerdo. En un momento hasta llegó a parecerme muy llevada al extremo; ¿quejarse de los abanicos industriales que se tuvieron como “refrigeración”? Sentí que no era taaaaaaan necesario hacer énfasis en ello, pero ahí estuvo. No critiqué la postura del cronista pues cada quién es libre de opinar, más si son funciones de alguna institución gubernamental o a la mismísima administración del Estado. El texto pasó. La costumbre; lees algo y te quedas en la línea media; cierras y lo dejas pasar, como todo, como siempre.

 

Durante el transcurso del día en que dicha crítica fue publicada, se empezó a armar un alboroto pues al parecer Iván Ballesteros, uno de los organizadores del evento había contestado indirectamente a la crítica del autor. Sí, en efecto, leí la respuesta; en un post de Facebook. Me pareció cómico. Sentí que me encontraba en mi salón de clases y algún colega le había contestado feo al profesor. Un tamborileo de “uhhh” que impregnaba el recinto. Tuve intriga; no sabía a ciencia cierta si dicho post de Facebook había ido para tal artículo de la web. Pero, lastimosamente, sí fue así. Tal fue mi sorpresa que al siguiente día, en el feed de mi Facebook, me encontré con un nuevo artículo de Crónica Sonora en donde se le hacía una contestación por parte de Medina, como en forma de la roña o tú la traes al post del organizador de la Feria del Libro. Como a cualquier otra persona (por más intelectual que te fiches), somos amantes del chismorreo y del mitote; más en Hermosillo que parece ser que todo se sabe de un día para otro; un gran pueblo.

 

Ahora, al ver meramente el título de la respuesta no me pareció gracioso en lo absoluto. No me puse a juzgar a ninguno de los dos involucrados; como dije y repito, cada quién tiene derecho de sacar lo que se le venga en gana de sus plumas Bic o de las teclas de su laptop. Leí el texto y me sentí raro, me sentí inquieto. La primera había sido correcta; una opinión fundamentada con respecto a un evento organizado por una institución. La respuesta del organizador, bueno, también entra en el mismo puesto que la primera crítica; a ciencia cierta, el post no dejaba en claro para quién iba la pedrada. Pudiera ser una frase de alguna película de Luis Estrada y nadie se enteraba, a excepción del quién la publicó. Pero mientras procesaba el segundo texto que se era publicado, me sentí helado. ¿Todo esto por algo tan simple? Ya ni yo me peleo así, según yo, las indirectas se habían quedado en aquellos cuadernos de la primaria (los chismógrafos), pensé. Todo el barullo se convirtió en el cotilleo máximo de los que están inmiscuidos en el mundo de las letras sonorenses. Había llegado a un extremo insensato.

 

Creo que lejos de conformarme con las opiniones subjetivas acerca de quién tiene o no la razón, deberíamos ir al grano y a la imagen que se está dejando a la población. Como mencioné, las instituciones tienen esta transparencia para que cualquier miembro de la ciudadanía sepa qué se está ondeando entre los asuntos administrativos gubernamentales. Pero bien, honestamente, a la población que no está interesada en lo más mínimo por más allá de un mero evento, le vale absolutamente madres qué es lo que pasa tras bambalinas. De mi propia voz del yo pasado puedo sincerarme que si yo no estuviera queriendo entrar poquito a poquito al universo literario, no me hubiera enterado de los dimes y diretes que se estuvieron echando durante los días pasados. Y no sólo fueron Hugo e Iván, sino muchos otros que a diferencia de los anteriores, se limitaron a decirlo entre dientes o en una discusión en un bar después de una noche de copas; cuando sale la puritita verdad.

 

 

El periplo que estoy conduciendo en esta sopa (que mencioné anteriormente) lleva la mera conclusión de: ¿es sana la imagen de los escritores sonorenses que se está llevando hacia el público? Díganme ustedes, que sueñan con que la juventud se interese más en el ámbito artístico y cultural no sólo del Estado, sino del mundo entero, ¿cómo alguien habría de querer internarse en la vecindad de la literatura sonorense viendo tremendas algarabías que se ocasionan a raíz de un simple hecho? Pienso yo, que no me llevo paseando en esta carretera por más de 10 meses, que asusta a todo aquel interesado a olisquear lo que se hace en el Estado. ¿Se le va inculcando al futuro escritor sonorense a criticar todo lo que hay, sin prestarle un poco de mérito a lo que en realidad se merece? ¿Se le va enseñando al futuro joven escritor, que de seguro en unos meses escribirá su primer cuento, que para adentrarse a las letras hay que llenar la solicitud donde se incluye contonearse como sabelotodo, como un crédulo que debe saber absolutamente todo? ¿Se le está metiendo a la mente al joven chico escritor que a pesar de ya haber sido reconocido como un gran escritor, debe querer estar acaparando cada escenario por el resto de los días? Me he escuchado como un profesor molesto o un padre enojado después de encontrar a su hijo fumando marihuana, pero que es la verdad. No faltará el necio que habrá de parafrasear mis frases llevando a la conclusión de que estoy nombrando a Hugo o a Iván como unos crédulos sabelotodo, no, por ahí no va la cosa. Se está generalizando la frase pues, gracias a sorpresivas vivencias que se me han otorgado en el camino de la literatura sonorense, hay un gran séquito de escritores que caminan por las calles creyéndose la gallina de los escritos de oro. Honestamente, si yo no supiera que de todas las carnes hay en el supermercado de los escritores, me habría largado a subir mis historias a plataformas como Blogger o Wattpad, y que nunca salieran de allí ni para concursos.

 

En fin; lamento si mi lenguaje no es tan amplio como el de muchos que rondan por debajo del Sol pero la verdad debe ser dicha sin maquillaje de palabrerías pero si se le está metiendo a la cabeza al futuro escritor sonorense que debe ser tal y cual, saber todos los temas y hasta ser un fatigoso crítico de una Institución que apoya hasta con $60,000 pesos a un escritor por sus obras, es una reverenda pendejada. Leí que llamarle a la literatura que se crea en el estado “literatura local” es denigrante, que se debería tomar como cualquier otra literatura que se crea en algún lugar del mundo y no hacerla menos. El rastro que dejan es el rastro que importa. Vámonos a las comunidades del estado a preguntarles a los pocos escritores que se encuentran entre sus filas quienes son los que  les ponen sus pequeños foritos para exponer sus textos, quienes les invitan a promocionar sus libros y demás, para ver que mientras unos acá se pelean por el tamaño del foro que se les dio en la FeLiH (que no llenan sus expectativas), allá sólo les leen al viento y al cielo y que con eso se encuentran plácidos. Y, a lo referente de no haber invitado a varios escritores locales: presiento que en lugar de zangolotearse por la ecuanimidad de locales e internacionales, se queman entre sus enaguas por no haber sido invitados. Unos sí merecían estar; será para la próxima, ya eres reconocido, ¿qué más quieres? En fin… ¿merecías estar? (Esta pregunta no va para nadie en específico; a quien le quede el saco, que se lo ponga).

 

No nos manden ideas de que tenemos que ganar muchísimos concursos y certámenes para ser un digno escritor, pues por allí abundan muchos con una amplia vida literaria mientras que su vida en general es una tristeza. Una tristeza que no muestran en sus hojas; libros que se les fueron premiados y que hoy les escupen en la cara. Me alegro de haber participado en la FeLiH al menos en el pequeñísimo foro Kiosco del Arte, pues es lo que me merezco en este momento. Si persigo el sueño de ser quien acompañe a alguien como Irvin Welsh o quien engalane algún evento principal en un foro como el Auditorio Cervantes, habrá de subir escalón por escalón. Vida me queda.

 

Vivir, escribir, comer carne asada, sonreír. Sonora.

 

Por José Manuel Avalos

Fotografía de Benjamín Alonso

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Sobre el autor

Nació en Hermosillo (1998). Es estudiante del Colegio de Bachilleres del Estado de Sonora, plantel Reforma, y colaborador del Instituto Sonorense de Cultura. Escritor y narrador. Ha participado en varios certámenes de narrativa y cuento breve, así como en el Concurso del Libro Sonorense 2016. Asiste al taller de creación literaria Altazor, a cargo del escritor Horacio Valencia Rubio.

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6 comentarios

  1. «las instituciones tienen esta transparencia para que cualquier miembro de la ciudadanía sepa qué se está ondeando entre los asuntos administrativos gubernamentales.» Inexacto y risible. Juan Manuel, no te preocupes por estas rencillas, son parte de la vida, no pasa nada, no hace más ni menos a la literatura sonorense ni a los involucrados, te puedo decir que «antes era mucho peor» y es verdad, el panorama ha mejorado, pero no manches: nos falta mucho más por mejorar en todos los aspectos, sobretodo los referentes a la «comunidad», y estos «ejercicios» deben ser para eso, aunque se presten a chismorreo. Y la FILH es un patrimonio que debe conservarse y mejorarse cada año, y corre un gran riesgo año con año, administración con administración de que desaparezca, por eso es tan importante su defensa. Nomás checa los presupuestos. Buena pluma, inocente, pero con claridad. Felicidades. Saludos.

      1. Buena pluma, pero eso de la transparencia es, como dice Aldo, impreciso: jamás encontré en la página oficial del ISC el puesto o función de Iván Ballesteros en la Feria del Libro para no endilgarle responsabilidades que no dependían de él, a raíz de eso, vaya, Ballesteros tuvo que aclarar, ¡cuando le correspondía al ISC hacerlo! Tampoco se cuenta con criterios transparentes de selección de escritores que han de presentarse, a pesar de que tengan novedades editoriales, muchos quedaron fuera (ni tampoco se aclaró por qué dos jueces en el CLS y no tres, como se hace en la mayoría de concursos). Así es, todo queda en ese plano, los escritores estamos acostumbrados a las críticas (nadie está acostumbrado a los insultos) y somos capaces de compartir foros porque la trayectoria y la calidad literaria de las obras es otro tema y nos respetamos: te parecerían poca cosa si leyeras las invectivas vertidas por un Moncada o un Tapia ante varios eventos organizados por el ISC este mismo año. Se habla fuerte porque es un evento que se hace con dinero público, no por iniciativa financiera de un autor en donde ahí sí no se discuten preferencias, espacios o a quién se promociona. También importa (siempre ha importado) la imagen de un escritor crítico y autocrítico: no existe ya eso del escritor que no se mancha, que se preocupa por el estudio exclusivo de una hipálage mientras en el mundo de producen diariamente centenares de bombas atómicas, parafraseando a Terry Eagleton. Se pueden ambas cosas. Aplaudo, sin embargo, las precisiones y capacidades reflexivas del autor.

        1. Gracias por sus réplicas, más Hugo que es uno de los mencionados aquí, pero la de Aldo también cuenta, cómo no. Es bueno que esto sea un ámbito de bilateralidad. Les comento: en lo que me refería a -transparencia- era a la definición en sí de la palabra, su función, mas no me refería a que haya habido una transparencia en la organización de la FeLiH. Ignoro si la hubo, honestamente. Sólo quería mencionar ese detalle, y sí, yo también me quedé «watafac?» cuando supe que fueron dos jueces en lugar de tres (mejor dicho cuatro, que por algo pidieron el cuadriplicado). Muchos saludos y gracias.

          1. José Manuel, solo precisar que según lo explicado por Carlos Moncada son 3 copias para tres jueces; la cuarta copia es para uso del ISC porque antes era complicado que los jueces regresaran la copia del ganador. Por cierto, como nota «mam flakes», la palabra «estand» (pl. «estands») es válida; «stand», en todo caso, para que no parezca tu texto traducción de Anagrama, puede quedarse así, pero en cursivas. Saludos.

  2. No creo que se deba buscar una casilla dónde encajar, un grupo al cual pertenecer, un reconocimiento al cual aspirar, en ningún ámbito, mucho menos en el creativo. Así que si tú eres joven y apenas empiezas a adentrarte en el mundo de la literatura, lo más sano es permanecer alejado de Institutos burocráticos, de los competitivos miembros de… y de sospechosos reconocimientos, a menos, claro, que quieras mantener una familia escribiendo u obtener un puesto como servidor público.
    Pero el comentario al que quiero llegar, es al de sugerir (te lo digo a ti porque como tú eres el joven de aquí y porque este post se presta a ello) es que en esta web utilizaran el hipertexto. Me hubiera gustado encontrar un enlace a la crónica/crítica de Hugo Medina que mencionaste y otro al post de Facebook donde Iván Ballesteros comenta sobre la crónica de Medina, eso hubiera facilitado la comprensión de tu texto y un mayor interés; pero como no hay esos enlaces, solo me queda, o bien, buscar en esta web el artículo de Medina y en Facebook el de Ballesteros (y perder como media hora en ello… ¡qué flojera!) o cerrar tu post e irme sin comprenderlo del todo (eso es lo que generalmente se hace en Internet). Saludo.

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