“Ninguna de estas calles tiene nombre, ninguna de estas sombras tiene dueño”, escribió Willie Colón en «Demasiado corazón»: “Ayer te vi llorando y te quise consolar, mas el juego no permite que te diga la verdad”. Quizá el popular salsero ha creado el himno irreprochable para la novela negra y, en consecuencia, para el género cinematográfico que ahora le acompaña. 

Que una sola melodía logre guardar y liberar el encanto de todos los relatos policiacos contemporáneos es revelador. Es verdad. Hoy la literatura criminal es fórmula; está llena de lugares comunes y de clichés. Sin embargo describe, con cinismo y melancolía, el mare nostrum:  corrupción, violencia, descomposición social y derrota.

Es así como El complot mongol (Sebastian del Amo, 2019) ensaya una reinvindicación esperada – considerando el actual éxito librero del género – a partir del texto original de Rafael Bernal, publicado hace cincuenta años. 

En algunas cosas acierta, en otras no. 

Para empezar, Sebastian del Amo ha mostrado habilidad en el manejo del pastiche, técnica que imita, sin pudor, estilos y autores para mezclarlos y dar la ilusión de una creación “pura”. Sus trabajos anteriores, El fabuloso mundo de Juan Orol (Sebastián del Amo, 2012) y, sobre todo, Cantinflas (Sebastian del Amo, 2016) lo confirman.

Eso explica su evidente admiración por Quentin Tarantino. Aunque los obsesivos saludos que hace a su freudiana figura paterna en El complot mongol – sin duda la siente cercana al gurú – lo exhiben, pues es obvio que ansía la aprobación de aquel director. Hugo Stiglitz. Ternurita. 

El complot mongol comienza con una atractiva introducción animada, lírica y enegética, con música de Andrés Sanchez, Gus Reyes y Dan Zlotnik. Mambo, jazz latino y unos toques de surf – Tarantino, pues – ambientarán la experiencia cinematográfica con gusto y lúdica dignidad. 

Se presenta Fileberto García (Damián Alcazar), “fabricante de muertos” al servicio del régimen. Su vida da un vuelco al ser convocado por El Coronel (Xavier López “Chabelo”). Le encargará una misión: han llegado rumores de una conjura de la China Comunista para asesinar al presidente de los Estados Unidos en su próxima visita a México. 

Y será Rosendo del Valle (Eugenio Derbéz), irremplazable Fouché, quien ordena las pesquisas. El reclutamiento de García se debe tanto a su cercanía con la comunidad china en la Ciudad de México, como por su eficiencia y discreción en las “chambas” que el gobierno encomienda en un mapa político donde la justicia es para los cuates y la ley para los “jodidos”. 

1962: López Mateos. 2019:  López Obrador. Da lo mismo. 

“Secretos que me arrastran a la muerte. Siento que más me mata esta tristeza”. Filiberto rompe, de manera constante, la cuarta pared para compartir sus pensamientos en busca de la complicidad del espectador. La investigación de la supuesta conspiración le llevará a colaborar con espías internacionales. De la CIA, Richard Graves (Ari Brickman) y la KGB, Iván Laski (Moisés Arizmendi); al mismo tiempo, va a pretender el amor de Martita Fong, epónima femme fatale (Barbara Mori): “Al ver tu corazón herido, que me pienses un vendido, es como morir mil muertes a la vez”.

La falla en El complot mongol surge cuando a Sebastian del Amo se le hace “bolas el engrudo”. A medida que la trama se complica, resulta difícil seguir el paso. Sebastian está más concentrado en el humor y, hay que decirlo, los diálogos que en la obra de Rafael Bernal son geniales, en esta versión cinematográfica parecen cansinos. 

Por otra parte, la paleta de colores de su puesta en escena, al imitar las viñetas de las novelas gráficas, resultan punto a favor de El complot mongol: verdes, rojos, amarillos y negros construyen un guiño a la labor de Ricardo Pérez Goycochea, autor del comic inspirado en esta historia, publicado hace ya casi veinte años. 

Filiberto García enfrentará las vueltas de tuerca inexorables que aparecen en los relatos criminales. Poco a poco desconfiará de la utilidad de su encargo y hará lo posible por terminar esta espiral de contradicciones, sangre, traición y muerte para volver a los brazos de su sirena oriental: “Y como hay tanto en la balanza yo me resigno con mi deber, sigo pa’lante con la esperanza de que algún día te vuelva a ver”.

El nudo gorgiano en El complot mongol, debido a su natural premisa pesimista se desatará, pero no se cortará. La podredumbre es tanta que solo con toques de ironía se vuelve soportable: “Contra el peligro y las desgracias, contratiempos, difamación…”

Pero, si algo queda claro, es que los anti héroes de las novelas y el cine negro, a pesar de su hostilidad, misoginia y machismo, son – la mayoría de las veces – irremediablemente cursis y sentimentales. 

“Después de todo, yo solo quedo con Demasiado Corazón”.

Que leer antes o después de la función

La renovada muerte, antología del noir mexicano, por F.G. Haghenbeck. Una extraña forma de apreciar la vida, a través de la muerte. La colección de cuentos aquí incluídos, permite abordar la lectura de manera aleatoria.

Atención especial al texto de Iris García, Ni aunque te quites; recomendable también es el relato de Imanol Caneyada, Un problema de abasto y, por supuesto, el cuento de Carlos René Padilla, el de Cajeme, Que no te pase lo que a Pablo Escobar. 

Esta es una excelente oportunidad para conocer y disfrutar el modelo del género que ahora goza en México de un auge notable.

 

Sobre el autor

Horacio Vidal (Hermosillo, 1964 ) es publicista y crítico de cine. Actualmente participa en Z93 FM, en la emisión Café 93 con una reseña cinematográfica semanal, así como en Stereo100.3 FM, con crítica de cine y recomendación de lectura. En esa misma estación, todos los sábados de 11:00 A.M. a 1:00 P.M., produce y conduce Cinema 100, el único -dicen- programa en la radio comercial en México especializado en la música de cine. Aparece también en ¡Qué gusto!, de Televisa Sonora.

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4 comentarios

  1. Excelente crítica y concuerdo con lo de la paleta de colores, hay momentos en los que parece que se está leyendo un cómic. El complot mongol es una opción ante las cursi comedias románticas que se están haciendo hoy.

  2. Gracias por tus comentarios. Hay que ver EL COMPLOT MONGOL antes del tsunami que supone el estreno nacional de AVENGERS: ENDGAME.

  3. Es cierto que Sebastián del Amo abusa de ese recurso. La peor intervención es la de Hugo Stiglitz, metido a calzador, solo para elaborar una ofrenda a Tarantino. Percibo que ha tenido una buena recepción entre los fans del género noir o policiaco. Yo disfruté la música y la dirección de arte. Gracias por tus comentarios.

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