Stanley Kubrick, mítico cineasta, encontraba en la literatura los armazones necesarios para construir sorprendentes piezas de cinematografía, dignas de admiración. El célebre director norteamericano, inglés por adopción, incorporó una visión única, estética y filosófica a un tiempo, en cada una de sus mejores obras. 

Fue así como El resplandor (Stanley Kubrick, 1980) se convirtió en cinta de culto. Porque más allá de la historia de terror,  compone un ensayo argumentativo sobre el poder de la locura, alcoholismo, soledad, obstrucción creativa, violencia y muerte. El hotel Overlook – “más allá de la mirada”, en prosaica traducción literal –, con su arquitectura imposible, es un portal al infierno. 

De esta manera, Doctor Sueño (Mike Flannagan, 2019), se presenta casi como blasfemia: ¿cómo te atreves a invadir el terreno de lo sublime?, ¿quién te dijo que podías aprovecharte del legado de Stanley Kubrick?

Sin embargo, las cosas como son. 

Mientras Doctor Sueño elabora su propio relato, consigue una entrega entretenida y eficiente. Pero cuando canibaliza su obvia referencia  – es inevitable escapar de sombras y espectros de El resplandor – no levanta ni un ápice. Las comparaciones son odiosas, aunque resultan indispensables. 

Han pasado casi cuarenta años desde los inquietantes sucesos en el Hotel Overlook. Dan Torrence (Ewan McGregor), ya adulto, ha logrado resistir esos traumáticos eventos con gélido sexo, alcohol y una vida errante; aun así parece haber descubierto el propósito en su vida: utilizar sus poderes para guiar a los moribundos al más allá. Es el Doctor Sueño.

Dan mantiene a raya su “resplandor”. No puede evadir mensajes de otros seres como él. Abra (Kyleigh Kurran), adolescente privilegiada, establece contacto paranormal y el conflicto es revelado: existe una familia perversa cuya motivación es cazar niños para asesinarlos, con dolor, y así chupar “su esencia”.

El siniestro clan es lidereado por Rosie The Hat (Rebeca Fergusson) y Crow Daddy (Zahn McClarnon), puntuales semejanzas, por su aspecto neo hippie, con Charles Manson y su tribu infame. Vampiros contemporáneos, aunque nadie en Doctor Sueño se atreve a llamarlos por su nombre. 

La lucha mental entre Abra, Dan y Rosie the Hat se convierte en el nudo argumental de esta producción. Hay que recordar, nostalgia de por medio, que en El resplandor, las facultades del pequeño Danny Torrance, abrían posibilidades mucho más profundas acerca del miedo a lo desconocido, demencia y violencia. 

Entonces, Doctor Sueño prefiere quedarse en la superficie. El duelo entre magos, muy a lo Harry Potter y la órden del Fénix (David Yates, 2007) será lo más significativo en la película. Así, carácter de Abra y temperamento de Dan impulsan la trama hacia su desenlace: la inexorable revisitación al Hotel Overlook, primigenio territorio donde todo deberá ser resuelto. Asomo de lo que mostró Skyfall (Sam Mendes, 2012) o quizás Home Alone (Chris Columbus, 1990). Ya sabemos: There’s no place like home. 

En Ready Player One: comienza el juego (Steven Spielberg, 2018), fuimos testigos de la apertura de un divertido parque de diversiones construido a partir de la cultura pop. 

Y Doctor Sueño, al abrir las sombrías puertas del Hotel Overlook, solo atina a hacer lo mismo y mal hecho. Es verdad, cuando escuchamos las notas del Dies Irae en los teclados de Wendy Carlos, la emoción es irremediable, pero, por otra parte, la experiencia se reduce a vistas de atracciones pasadas: cascadas de sangre, gemelas infantiles, anciana desnuda, cuarto 237, bar inexcusable, salón de baile, máquina de escribir y la palabra insondable: murder.

En esta cinta el Hotel Overlook ha sido reducido a una simple casa embrujada. Perdónalos, Kubrick, no saben lo que hacen, ¿o sí?

Se advierte. No todo es malo en Doctor Sueño. El comprometido trabajo actoral de Ewan McGregor vale el precio del boleto en taquilla. Y aunque planos y fotografía no alcanzan la grandeza de El resplandor, su soundtrack, con esas melodías del centenario cancionero norteamericano, son guiños traviesos, no sutiles, a “Midnight, the stars and you”. 

El oportunismo, por sí mismo, no ahoga las pretensiones de filme alguno. Eso sí, al agregar ausencia de contenido estético y especulativo – es decir, la huella de Kubrick -, el resultado siempre será inferior.

Quien les manda. El resplandor, es intocable. 

Qué leer antes o después de la función

Aura, de Carlos Fuentes. La popular novela del escritor mexicano, copiada de Los papeles de Aspern, de Henry James, destaca por el uso de la segunda persona en un relato misterioso, donde espectros y oscuridad, realzan la idea del lugar encantado, la casa embrujada, el sortilegio de amor y muerte. 

Ritos, sacrificios y sacrílegas referencias al sexo, hacen de Aura, la historia corta de Carlos Fuentes, uno de los relatos más comentados de su autor.

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Sobre el autor

Horacio Vidal (Hermosillo, 1964 ) es publicista y crítico de cine. Actualmente participa en Z93 FM, en la emisión Café 93 con una reseña cinematográfica semanal, así como en Stereo100.3 FM, con crítica de cine y recomendación de lectura. En esa misma estación, todos los sábados de 11:00 A.M. a 1:00 P.M., produce y conduce Cinema 100, el único -dicen- programa en la radio comercial en México especializado en la música de cine. Aparece también en ¡Qué gusto!, de Televisa Sonora.

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