Hermosillo, Sonora.-

Que la palabra sea el vehículo para comunicarnos y además, que la imaginación entre al goce, es un hecho poderoso, dice Eva, con la voz tersa que la caracteriza. Me gusta refrendar que me gusta contar cuentos, creo que estoy en un momento importante para seguir haciéndolo y compaginarlo con otras tareas que también me hacen muy feliz, como la docencia, la lectura, la escena y, sobre todo, la infancia.

Eva Calderón de la Barca es docente, artista, mediadora de salas de lectura, gestora cultural, amante de los animales, activista comunitaria y cuentacuentos. Si bien esto último no llegó a su vida por designación divina, terminó convirtiéndose en uno de sus mayores placeres. Uno que, hasta la fecha, no deja de hacerla vibrar de alegría cada vez que pone un pie en el escenario.

Al cierre de la Feria del Libro Hermosillo 2021, Eva presentó frente a un público infantil su espectáculo de narración oral de cuentacuentos titulado “Cuentos con soles y lunas”, donde las y los niños olvidaron por un momento el carrusel que ha sido la pandemia, para detonar ahora su imaginación y trasladarse, de la mano de la guitarra de César Burgos, hacia un mundo donde los animales hablan, confabulan, ríen y bailan al son de una buena melodía.

Durante más de cuarenta minutos, niñas, niños, chicos y grandes escucharon con atención su voz, una capaz de proyectarse a todos los rincones de la Feria y atraer consigo la mirada de curiosos que fueron abrazando el recinto de la Plaza Alonso Vidal, bajo el manto de una tarde de noviembre que poco a poco se derretía.

El proyecto de narración oral a cargo de la maestra Eva consiste en la interpretación de cuentos literarios, textos de la tradición oral sonorense, poesía, adivinanzas y diversas dinámicas entre artista y público. Desde su primera presentación, el 10 de julio del 2021, “Cuentos con soles y lunas” ha atendido a las necesidades artísticas infantiles de espacios como el Comedor Golondrinas, la invasión Altares, el municipio de Carbó, entre otros. 

Ella no sabía que esa misma determinación impulsada por el amor y el cariño hacia el arte la llevaría a…

El oficio de cuentacuentos, platica Eva, llegó con fines totalmente prácticos a su vida, luego de haberse galardonado con el primer lugar en un concurso a cargo de la Universidad de Sonora, en el cual, gracias al premio, pudo comprar obsequios para su hermana y hermano menores. Ella no sabía que, años después, esa misma determinación impulsada por el amor y el cariño hacia el arte la llevaría a distintos escenarios, a través de los años, con muchos rostros y tantas sonrisas y recuerdos. 

“Algo que empezó con un objetivo utilitario, familiar, se ha convertido en algo que yo digo que es mi oficio. Mi experiencia en el teatro me ayudó muchísimo. Contar cuentos es también un arte escénico: los recursos que me ha dado el teatro enriquecieron mi trabajo como narradora oral.

Empecé contando cuentos para ellos (hermana y hermano), así que fue como dedicarles a ellos que empecé a incursionar. Ellos crecieron, es bonito. El público también ha crecido conmigo. Me he encontrado gente que se acerca a mí y confirma si soy Eva la que cuenta cuentos, que me escucharon cuando eran niñas o niños y ahora, están grandes. 

Es bien bonito hacer eso, crecer con las historias, que la gente crezca conmigo y que me recuerde, y que yo siga contándoles esas mismas historias a más niñas y niños. Es un renovar constante: es lo que pasa cuando haces cosas que te gustan”, confesó.

Eva cuenta que la contingencia y sus limitaciones, lejos de aminorar su dedicación por la narración oral, hicieron que las ganas de seguir fueran cada vez más grandes, ya que, a pesar de las restricciones de movilidad por la cuarentena, fue una oportunidad única para repensar su quehacer artístico.

“La pandemia hizo que me pusiera a reconsiderar muchas cosas. Contar cuentos es una de las que más feliz me hacen. Me gusta mucho la escena, pero contar cuentos me da cierta independencia porque soy yo, puedo contar donde sea, sola o acompañada por un músico o un grupo. Me permite desarrollarme en lo profesional, en el arte, sobre todo que pude atender a públicos en situación vulnerable, en espacios de cultura donde a veces no hay financiamiento”, compartió.

Para uno que conoce a Eva, no es extraño verla a veces en dos o tres lugares al mismo tiempo, siempre dedicando sus días a la difusión del arte y la cultura, contagiando a toda clase de público con su alegría, dedicación e ímpetu que nunca terminan por cesar. Es ella, así como otras figuras del quehacer sonorense, uno de los principales motores para que la sensibilidad artística pueda ser concebida por todas y todos. Y quien haya asistido por lo menos a una función suya, no podrá negar que, al escucharla y admirarla sobre el escenario, se llega a un plano donde es posible olvidar solo un instante la cotidianeidad y abrazar la belleza del lenguaje, con una inocencia que a veces creemos perdida.

Por José Manuel Ávalos

Fotografía de Ana Isabel Campillo

Sobre el autor

Nació en Hermosillo (1998). Es estudiante del Colegio de Bachilleres del Estado de Sonora, plantel Reforma, y colaborador del Instituto Sonorense de Cultura. Escritor y narrador. Ha participado en varios certámenes de narrativa y cuento breve, así como en el Concurso del Libro Sonorense 2016. Asiste al taller de creación literaria Altazor, a cargo del escritor Horacio Valencia Rubio.

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