Una bella chica toma fotos en el Mercado Municipal de Hermosillo, un anciano maloliente la ve, se acerca y le escupe:
“No me tengas miedo, si yo soy del Etchoropo, jugaba con Mario Almada allá en Huatabampo”…
Vaya forma de estrenarse en CS la de María Fernanda Valenzuela. Sí, señor.

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Ayer al medio día, mientras tomaba fotos en el Mercado Municipal de Hermosillo, se me acercó un señor ya mayor con un intenso olor a necesidades humanas destiladas en alcohol. Un borrachito, pues. Al estar muy cerca de mí me dijo: “Yo tuve una hija tan bonita como tú, alta, grandota, muy bonita». Aclaro que así me dijo y no estoy tomando licencias poéticas. «No me tengas miedo, soy de Huatabampo, solo quiero una foto”.

 

Sucede que yo, que para este momento había tomado mi distancia, desde donde permanecía oyéndolo, también soy de Huatabampo, así que cuando mencionó el pueblito atrajo mi atención, ya sin miedo. En segundo plano escuchaba las voces de mis compañeros de trabajo alentándome: “Ey, son de donde mismo”.

 

Él estaba acompañado de otro beodo y ambos me pedían que les tomara una foto. Al querer enfocar la cámara sonreían, se chiveaban y dejaban de posar; en el inter yo los veía y los escuchaba. Al notar que no lograba la foto de la pareja, me dice mi coterráneo: “No me tengas miedo, si yo soy del Etchoropo, jugaba con Mario Almada allá en Huatabampo”. Saqué mi celular y le tomé una foto para mi álbum personal sin tener tiempo siquiera de preguntarle el nombre.

 

Camino de regreso a la oficina, mis compañeros millenials no pudieron evitar la carrilla y las preguntas: no sabían quién era Mario Almada. Traté de explicar que era –aún vivo a eso de las dos de la tarde- un ícono del cine mexicano. Ellos, nacidos en los noventas, no terminaron de captar de quién era la persona de la que les estaba hablando y se me ocurrió citar El Infierno, la película relativamente más reciente y famosa que yo recordaba, en la que aparecía con el personaje del Texano, el narco gringo que surtía al Cochi Loco.

 

-Mire mi querido Cochi, le decía en una de sus líneas, le voy a dar un buen consejo como amigo: confiar es bueno, pero no confiar es mejor (risas)

 

El día continuo normal hasta la noche, cuando me enteré que había muerto Mario Almada.

 

Antes de esto lo recuerdo haciendo campaña política para el PAN en Huatabampo, ya con sus buenos años, pero nunca cansado y siempre muy cerca de la gente. En sus visitas al pueblo se le podía ver en la plaza o saludando a la gente los domingos en el tianguis, tomándose fotos con quien se lo pidiera. De hecho, recuerdo los retratos autografiados que presumía mi familia, mi nana sobre todo. La verdad nunca me interesé en cómo los consiguieron.

 

Huatabampo, para los que no conocen, es un lugar de casi 80 mil habitantes en territorio Mayo, donde las oportunidades escasean pero la gente sobresale, así como don Mario.

 

Con sus más de 400 películas, premios y un tipazo en estética y personalidad, en el pueblo siempre lo recordaban por su humildad. Para las nuevas generaciones, y gracias a los memes de internet, siempre será el Chuck Norris mexicano, el que podía participar en tupidos tiroteos –en sus películas, claro-  y nunca salir herido.

 

En mayo del 2013 –Ramón Díaz era el alcalde- recibió el primer homenaje oficial en su tierra natal, en el que los huatabampenses le reconocieron y celebraron 70 años de trayectoria.

 

En otra ocasión de texana y gafas negras se le vio paseando en un racer por las calles del pueblo, acompañado del político, saludando a la gente. «Que dios lo bendiga», «Señorón», «Don Mario», «Orgullo huatabampense», «Lo queremos», eran algunas de las expresiones de los oriundos hacia el artista.

 

No estoy segura si a mis compañeros millenials les quedó claro quién era don Mario, el compañero de juegos del borrachito del Mercado.

 

Mario Almada se fue ayer, a los 94 años de edad y lejos de Sonora. Era reconocido en todo el mundo y a mí… a mí me lo recuerda un señor sin nombre, de esos que se olvidan, pero que cuentan buenas historias.

 

En paz descanse, don Mario.

 

Texto y fotografía -del hombre de sombrero- por Maria -sin tilde- Fernanda Valenzuela

Mario Almada

Sobre el autor

Huatabampo, 1988. Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Sonora.

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3 comentarios

  1. Muy bueno flaca, que orgullo leer tus notas! Un tipazo Mario Almada, yo lo recuerdo de karateca en mi puerto de Yavaros en la película de Puerto Maldito.

    Saludos y éxito!

  2. Cuantos relatos de don Mario yo soy del caro huatabampo donde ellos pasaron gran parte de su infancia de echo la Iglesia que hay en el pueblo ellos donaron la campana que a un esta en el pueblo se platican las historias de ellos por las personas ya mayores que los conocieron

  3. Yo recuerdo verlo por primera vez en la película como El Pata de Palo en los cines ambulantes de las húngaras en la Loma del Etchoropo en los años 90´s estaba muy pequeña. Recuerdo que estábamos en el albergue escolar y enfrente estaba el patio donde se instaló la carpa. Todos los niños neceamos para ir a ver la película hasta que convencimos al director (que también tenía tantas ganas pero se hacía del rogar) y nos dejó salir en fila del mas chiquito al mas grande. Era tanta la alegría por ver por primera vez una película, se nos notaba en la cara a todos mis hermanitos. Y ahí vamos caminando para entrar a esa vieja carpa remendada y de tablas sobre costales que nos servían de asientos y al fondo una vieja sabana que hacía la función de pantalla. «Tercera llamada» «tercera llamada» y empezaba la marcha de zacatecas y nosotros nos apurábamos porque queríamos entrar antes de que se acabara la música. Cuando de repente el animador habló con su tremenda bocina que todo el pueblo escuchó «Miren hasta los niños del kinder vienen» y yo como siempre dije » ¡No, somos del albergue!» y pues el comisario se enteró y al otro día le puso una pela al director por habernos sacado de noche y sin permiso de nuestros padres, total que ni peligro había. Pero ver la película «El Pata de Palo» no se me olvida y Mario Almada menos.

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