Carta abierta a ‘Maloro’ Acosta: “Es la corrupción y la inseguridad, estúpido”.

Vaya regreso el de Juan Ramón Sevilla y Luis Gutiérrez a Crónica Sonora

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Estimado presidente municipal:

 

Le escribo esta carta como ciudadano. Como residente de este municipio. Como hermosillense preocupado por el destino de su ciudad, y lo hago también por el papel que usted juega en el presente y futuro próximo de la misma, y porque transito todos los días por las calles del municipio que usted “gobierna”. Y lo digo así, entrecomillado, porque más que gobernar y dirigir la vida pública de éste, pareciera solo administrar muy mal su inercia.

 

He leído y escuchado detenidamente sus palabras de un tiempo a la fecha, y he notado la intensificación de su discurso en contra de la violencia y la inseguridad que vive el municipio y en particular la ciudad, pero lejos de frenarla ha aumentado.

 

Y ha aumentado porque hace falta más que un rostro frío con un semblante serio. Hace falta más que un discurso plagado de imperativos en dos direcciones (cuerpos policiacos y delincuentes). Y sobre todo, hace falta mucho más que ocurrencias para retomar el control de las calles que cada día parece más perdido.

 

 

Porque si de algo se ha tratado su gobierno, es de eso, de ocurrencias. Ayer con su reality show “infraganti.com”, que seguramente violaba los derechos humanos, hoy con su evaluación policiaca cada 15 días que no solucionará el problema de inseguridad. Ayer con el intento de privatizar el sistema de recolección de basura, hoy con el aumento del 60% del agua en menos de dos años. Recientemente con el aumento de multas con fines recaudatorios, mañana con la privatización “a modo” del alumbrado público, supuestamente para prevenir la inseguridad.

 

Ocurrencia tras ocurrencia con el fin de acallar la exigencia ciudadana, pero no se aprecia una estrategia central encaminada al mejoramiento constante de los asuntos cruciales que aquejan a la ciudad. No se visualizan soluciones integrales para defender y apoyar a las personas víctimas de la delincuencia. Pero sobre todo, no se siente la presencia de las autoridades en los vecindarios y colonias para llenar el vacío de poder que han dejado las transiciones de gobierno recientes.

 

Pero eso sí, vemos los bulevares llenos de unidades policiacas a altas velocidades sin respetar señalamientos. Vemos los cruceros importantes de la ciudad sitiados por los retenes que no buscan prevenir accidentes, sino engordar las arcas de la tesorería. Somos víctimas a plena luz del día de robos a nuestros vehículos, casas y/o comercios, incluso estando a 200 metros de las comandancias. Y para el próximo año seguramente veremos policías intimidando y amenazando a automovilistas con una estratosférica multa para conseguir mordidas igual de estratosféricas mientras usted está muy ocupado siento fotografiado en una esquina de la ciudad vendiendo… hot dogs.

 

 

Y debido a estos intentos arrebatados por recuperar el control, Hermosillo hoy es una ciudad más insegura, más violenta, menos transitable, menos habitable y con mucha más corrupción de lo que era hace un par de años cuando el PAN saqueaba las arcas municipales y estatales, y todo esto ha ocurrido en SU gobierno. Y no lo digo yo, lo dicen las encuestas; se escucha en la radio cada mañana en Proyecto Puente; se comenta en las calles; se analiza en los artículos de la comentocracia local; se leen y se ven imágenes crudas todos los días en sitios como Pajarito News de los linchamientos que ahora son una constante en las periferias de la ciudad.

 

¿Por qué? ¿Cómo ha podido ocurrir? Ciertamente hay unos más culpables que otros. Pero usted, al frente del ayuntamiento, es el responsable principal.

 

Y pienso que el problema fundacional es que usted se asume como el líder salvador de la ciudad. Se asume como la nueva generación de priístas y se da de palmaditas en la espalda después de cada idea arrebatada. Se imagina a usted mismo como la persona que logró sacar al PAN del gobierno municipal después de 18 años gracias a su “excelente campaña” y “novedosas propuestas”, y no es así.  A usted le tocó estar en el momento indicado, cuando los ciudadanos no confiaban ni un poco en el partido en el gobierno, por ello le fue relativamente fácil llegar a la presidencia. A usted le queda grande la envestidura de presidente municipal. Y por esos las fallas. Por esos los arrebatos. Por eso los vacíos. Por eso las ocurrencias.

 

Y si lo vemos en perspectiva, todo el panorama de su gobierno queda claro: los crecientes robos a casa habitación, robos a vehículos, las quejas de corrupción, linchamiento de presuntos delincuentes cada semana en puntos distintos de la ciudad donde la policía no solo llegan tarde, sino que está completamente ausente, y con políticas públicas basadas en ocurrencias, la situación se puede resumir en una sola frase: incompetencia para gobernar.

 

 

Pero eso sí, a pesar de la complicada situación que se vive todos los días y noches en las calles, usted y su cabildo tienen muy claros sus intereses: aumento en la tarifa de agua un 35% a pesar de que el año anterior fue aumentada, aumento en más del 100% en algunas de las multas más comunes iniciando el próximo año y la política de privatización del alumbrado público (que ustedes dicen que es concesión). Todo esto se puede resumir con otra frase: asegurar el patrimonialismo.

 

Porque usted y los suyos asumen que nos gobiernan cuando lo único que hacen es expoliarnos. Porque usted y los suyos se asumen como los salvadores, cuando son parte del problema. Porque usted y los suyos no saben gobernar, pero sí saben recaudar.  Porque usted y los suyos no saben reconocer las incapacidades técnicas u organizacionales, pero sí saben concesionar. Y vamos a ver en qué para el asunto del alumbrado público, porque de algo sí estamos seguros los ciudadanos, allí hay gato encerrado y los principales beneficiados no seremos nosotros.

 

Seguro después de leer esta carta (si es que lo hace) podrá pensar que soy un amargado o resentido o que ambiciono un cargo público, pero no es así. Soy un ciudadano que más de una vez ha sufrido en carne propia los embates de la inseguridad que asola las calles de nuestra ciudad. Y soy un ciudadano que comparte con muchos la urgencia de despertar, caminar y vivir en un lugar seguro. Por eso le escribo, para recordarle lo que realmente importa: las calles amplias, limpias, alumbradas, transitables y seguras. Sobre todo seguras.

 

Hace algunos años cuando Bill Clinton contendió por la presidencia de los Estados Unidos colgó en su casa de campaña un letrero que decía: “Es la economía, estúpido”. Estaba allí para recordarle al equipo en qué ámbito debía centrar su atención; dónde debía focalizar su energía.

 

“Es la corrupción, estúpido”. “Es la inseguridad, estúpido”. Estos letreros deberían estar frente al escritorio de los miembros de su cabildo. Y deberían estar frente a los comandantes de la policía que reciben órdenes suyas. Y debería estar en todas las comandancias y comisarías del municipio. Y debiera estar en los retrovisores de cada una de las unidades que patrullan (a veces) los vecindarios. Y por último, pero mucho más importante, deberían estar frente a su escritorio, en el que espero que trabaje todos los días para nosotros:

 

“Es la corrupción, estúpido”. “Es la inseguridad, estúpido”.

 

Por último, le escribo con frustración y con tristeza. Con la desilusión que produce el constatar las intenciones de su administración. Una administración dirigida por un joven político que podría ser mejor. Que podría ofrecer resultados en lugar de arrebatos. Que podría ofrecer decisiones innovadoras en lugar de ofrecer concesiones. Que podría darle mucho más de sí a su municipio pero opta por seguir ordeñándolo. John F. Kennedy decía que las grandes crisis producen grandes hombres. Lástima que, en este momento crítico para Hermosillo, usted se empeña en demostrarnos que no aspira a ser uno de ellos.

 

Por Juan Ramón Sevilla

Fotografía de Luis Gutiérrez

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