Vino Obrador a Hermosillo y nuestro reportero estrella (después de Cipriano Durazo) estuvo ahí. Lea cómo le fue y no se asuste si advierte algún disparate. Errare humanum est 😀

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La tarde de ayer vino Obrador a Hermosillo y el hecho no merecería mayor atención -la ha visitado decenas de veces- si no fuera porque el tabasqueño es el político de moda en México y más allá. Vamos a ver cómo anda su discurso, vamos a pulsar el sentir de sus seguidores, vamos a aprovechar el timing, fueron pensamientos que surcaron mi abrumada cabeza de editor para convencerme de hacerle al reportero.

Oficialmente, ya saben cómo es la burocracia electorera, se trataba de una asamblea informativa del precandidato con militantes de los partidos que componen la alianza Juntos Haremos Historia (sic): Morena, PT y Encuentro Social. Tengo claro el perfil de los adherentes a los dos primeros pero de Encuentro, si los hay, ni idea. Puedo decir, entonces, que fue un mitin con simpatizantes morenistas, petistas y periodistas. Más los ciudadanos sin partido.

La hora de arranque estaba marcada para las 15.30 horas. Yo llegué a las 16.30 atendiendo el consejo de mis colegas que cubren la fuente del Congreso: «va’mpezar (a) hablar a las cinco». Cuando arribé a Zubeldía Square, punto del encuentro, era patente el jolgorio popular: fritangas, algodones de azúcar y un tierrero te daban la bienvenida. Mi memoria viajó a mis días infantiles en el pueblo: yo estuve -así como leyenda en playera turistera- en el arranque y/o cierre de campaña del candidato priista a gobernador en Villa Juárez el año de 1991. Fue apoteósico.

Mientras me internaba entre la muchedumbre el maestro de ceremonias anunciaba que «ya está aquí con nosotros, ¡ya llegó el licenciado Andrés Manuel López Obrador!». La people no reaccionaba mucho que digamos; sería el calorcito de enero (?), sería la espera. Un que otro hurra desbalagado y no más. Eso sí, en mi lento caminar se me atravesó el comentario emocionado que un veterano escupió a una señora:

-Lo saludé, pude saludarlo, y él (iba a escribir Él) como si nada. Estoy seguro que nos va’ir bien con él.

-A ver, repita eso que dijo

-¿Qué cosa?

-Lo de que saludó a Obrador

-Que le digas lo que me dijiste a mí. Ha de ser reportero

Accedió a mi demanda y ya entrado me confió que fue ahí, en ZS, donde hace mil años se le fue recio al entonces candidato presidencial Luis Echeverría.

-¿Usted mero, aquí?

-Así es, en el 70′. Conseguí tomates podridos de los VH’s en unas jabas, y cuando pasó por aquí se los aventamos por las muertes de Tlatelolco

El señor José Antonio Alonso arengando en torno a sus recuerdos juveniles

Después de este sabroso entremés retomé mi marcha. En algún punto fui encapsulado por la turba y sentí el sol de enero (!). No se me ocurrió mejor cosa que mirar a mi alrededor y captar a mis compañeros de canícula en pleno invierno.

Nuevamente retomé mi trayecto en dirección al templete, donde el maestro de ceremonias insistía que el señor ya estaba entre nosotros. En el camino me encontré a René Morera, antiguo periodista de la localidad que para no variar sudaba a chorros. Quise pegármele, sabedor de sus habilidades para colarse a donde sea que haya que colarse. No lo alcancé, pero en eso apareció mi amigo y también colega Armando Briones. Hicimos team y a empellones y todo fuimos avanzando. Son como la humedad, dijo una doña socarrona y nosotros sonreímos. Por fin llegamos a puerto: estábamos como a veinte metros del podium, es verdad, pero mi nueva cámara Nikon con lente 55-200 me permitía alcanzar a Obrador y al séquito encabezado por Lily Téllez y Alfonso Durazo, precandidatos al senado. Nota curiosa: el flamante equipo fotográfico recién fue donado a Crónica Sonora por Francisco Trujillo (siempre gracias, Paco), periodista sonorense con residencia en Dallas TX y furibundo antipejista donde los haya. ¡Ja!

Sí, me quedé sorprendido por la belleza de Lily Téllez. Semanas atrás había escuchado sobre la misma pero no es lo mismo oírlo que verlo y más con tus propios ojos. Con esto quiero decir que el lente, por muy Nikon que sea, es apenas un acercamiento. Tendrían que verla, así sea a veinte metros y aun concediendo razón a lo dicho por el periodista Demian Duarte la mañana de hoy frente a un grupo de reporteros: «Le hace falta comerse un Cocido a la Lilly Téllez». «Ya sé, toda pálida la pobre», apostilló su interlocutora.

Volviendo al mitin, el primero en hacer uso del micrófono fue Alfonso Durazo, que luego luego se fue al grano recordando que en 2006 y en 2012 les «robaron» la presidencia de la república «por la razón fundamental de que no tuvimos una estructura de defensa del voto. Así es que aunque suene pesado el mensaje, los quiero invitar a que se acerquen (…) con el propósito de que nos ayuden a reforzar la estructura de promoción y defensa del voto. Porque solo así podremos decir que el triunfo es nuestro el próximo primero de julio».

Cedió el micro a Téllez y este fue su mensaje:

-Aquí esta la esperanza (señalando a Obrador). No hay que tener miedo. Nosotros, como los yaquis, vamos a trazar una raya. Y no nos van a hacer trampa. Este señor nos ha convencido y tenemos que luchar todos los sonorenses. Vamos a hacerlo. Yo no he estado en la política pero sí sé comunicar y vamos a convencer a todos nuestros paisanos. Nosotros no nos vamos a dejar. Yo le agradezco que haya pasado tantos años luchando. Muchos no creíamos en él, pero ahora creemos y estamos aquí para luchar, ¡para luchar por nuestro país!, ¡para luchar por Sonora!

La paisana fue breve. Las líneas de arriba son todo lo que de su boca salió y dio paso al licenciado, al meramente. Y bueno, sólo diré que el tipo es un orador de marca. ¿Que se extralimita en sus promesas? Y en qué forma. ¿Que es un demagogo, un autoritario? Por supuesto. ¿Que los pejezombies, que esto y que el otro, que zancas de potro?… Así es, todo eso y más es verdad. Pero ah qué bonito prende a las masas el dueño de La Chingada. Ojalá gane las elecciones este verano. No es que espere cambios de fondo en este azotado país («erradicaremos la corrupción», ja-ja), menos pienso que en efecto será la solución a todos nuestros males (no se rían). Digo que ojalá gane por variar -principio de alternancia (pa’ lo que sirve,  ya sé)- y por tener a alguien divertido y/o interesante en la palestra el próximo sexenio. Yo confieso que desde la salida de Fox se me ha vuelto pesada cuando no aburrida la exposición mediática de nuestros señores presidentes. Reparen en ello, seis años seis inundados de la palabra presidencial. Por mí, ya chole. Sonrían, van a ganar.

Texto y fotografía por Benjamín Alonso

Sobre el autor

Premio Nacional de Periodismo 2007. Director de Crónica Sonora. Escríbele a cronicasonora@gmail.com

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