Historia y reflexión en el debut de Mirinda Grijalva en Crónica Sonora 😀

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Bill Meléndez fue uno de los creadores de la mundialmente famosa serie animada Peanuts, y aunque pocos lo saben, era originario de Hermosillo, Sonora. Este mes de noviembre se cumplen cien años del nacimiento del destacado animador, y en Crónica Sonora conmemoramos este centenario con un pequeño texto que, además de resumir la vida de Bill Meléndez, busca reflexionar sobre la huella que dejó en su tierra natal.

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Nació el día quince de noviembre de 1916 y fue nombrado José Cuauhtémoc Meléndez. Su padre era un militar, posiblemente enrolado en las filas armadas a raíz del movimiento revolucionario que estalló en 1910 (era oficial de caballería y con el paso de los años alcanzó el generalato). Ya que aquel hombre estaba fogueado en la vida castrense, tenía inculcados fuertes valores nacionalistas, por ello nombró a su hijo Cuauhtémoc, en honor al último emperador azteca.

 

José Cuauhtémoc pasó su infancia en Hermosillo, donde aprendió de caballos y vacas. Se encaminaba a ser un hermosillense promedio, aficionado al buen montar, a la ganadería y al huevo con machaca para desayunar. Sin embargo, cuando tenía 12 años migró con su madre y se estableció en Douglas, Arizona, en busca de mejores oportunidades de vida. No duró mucho en aquella ciudad fronteriza, una vez más se mudó y terminó asentándose en Los Ángeles, California.

Ya había dejado atrás su gusto por la ganadería y se inclinaba por la ingeniería. Pero no logró este sueño, pues aunque Bill Meléndez y su familia migraron a los Estados Unidos en busca de mejores oportunidades, la década de 1920 no era precisamente el mejor momento para hacerlo, pues en 1929 (cuando Meléndez tenía tan sólo trece años), estalló una crisis conocida hasta nuestros días como la Gran Depresión. Por un tiempo, Meléndez tuvo que tomar cualquier trabajo disponible.

 

Para ese entonces ya dibujaba, pero lo hacía por gusto y como aficionado, sin sospechar que aquello algún día podría darle el sustento que requerían él y su familia. Trabajaba en una maderería cuando uno de sus colegas vio sus dibujos y le sugirió pedir trabajo en los estudios Walt Disney –así de casual-. Aunque no lo contrataron inmediatamente, le vieron potencial y le sugirieron tomar una educación artística formal, así que ingresó en el Chouinard Art Institute, hoy California Institute of the Arts.

 

Ya egresado los estudios Disney le dieron contrato (comenzó a trabajar a partir de 1938), y participó en la producción de clásicos del cine como Pinocchio (1940), Fantasía (1940), entre otras. Fue en esta época que cambió su nombre, no por negar su ascendencia hispana, sino a petición de los estudios Disney, donde le dijeron que José Cuauhtémoc era un nombre demasiado largo para ponerlo en los créditos, así que a partir de entonces se le conoció como Bill.

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Meléndez dejó los estudios Disney luego de participar en una huelga que ayudó a organizar. Migró a Leon Schlesinger Productiones -donde realizó dibujos de Buggs Bunny y su pandilla- y finalmente formó su propio estudio en 1964 (tenía 42 años, 30 fuera de Sonora). Se asoció con Charles M. Schulz y juntos crearon la serie televisiva Peanuts, obra basada en el cómic homónimo de Schultz. Meléndez no sólo fue el productor, sino que también ilustró y se prestó para hacer la voz de los personajes Snoopy y Woodstock. Según lo relató el propio Meléndez, primero grabó los diálogos y luego los modificó alterando la velocidad, tono y volumen de la grabación. El resultado fueron los chillidos y gruñidos que tanto caracterizan al perro Snoopy y su acompañante amarillo.

 

Bill Meléndez dejó este mundo en el 2008 mientras se encontraba en su casa en California. Tuvo una extensa carrera y ganó seis Emmy Awards, pero su logro más importante fue haber sido uno de los primeros –y pocos- ilustradores hispanos en Hollywood. Aunque cambió su nombre a Bill, nunca negó sus raíces hispanas (y sonorenses a mucha honra) y prueba de ello son los nombres de sus hijos: Cuitláhuac y Cuauhtémoc.

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Sin embargo, sería interesante saber qué tan sonorense se sentía este artista al momento de morir. Recuérdese que dejó Sonora a la edad de 12 años y nunca volvió a vivir en el estado (aunque sí realizó visitas esporádicas). Meléndez es un caso parecido al de otros personajes creativos nacidos en Sonora, quienes tuvieron que dejar su tierra para morir lejos y ser relativamente olvidados por sus paisanos: tal el caso de Raquel Torres, diva de Hollywood durante la época del cine mudo o Alberto Pissis, destacado arquitecto establecido en San Francisco.

 

A un siglo de su nacimiento, Bill Meléndez nos recuerda la fuga de cerebros que siempre ha padecido Sonora, pero también el eterno error de no hacer mucho para recuperarlos. Si ese error no existiera, ahora podríamos presumir que Bill Meléndez impartió cursos en la Universidad de Sonora, que montó una exposición en la Casa de la Cultura o que obsequió ilustraciones originales de la serie Peanuts para ser expuestas permanentemente en el Instituto Sonorense de Cultura. Sin embargo esto no ocurrió. Nos tenemos que limitar a decir que Bill Meléndez nació en Sonora y que su acta bautismal fue toda la huella que dejó por acá.

 

Por Mirinda GD

En portada, ilustración original firmada por Bill Meléndez propiedad de Choice Collectibles

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Sobre el autor

Miguel Ángel Grijalva Dávila es un historiador sonorense que ha participado en espacios para la difusión de la historia radio, televisión y publicaciones impresas y digitales. También ha presentado sus investigaciones en congresos y foros en todo México. Búscalo en twitter, instagram o pinterest, como Mirinda_GD. En Facebook: Un Día Como Hoy en Sonora. Y en su página: http://www.undiacomohoyensonora.wordpress.com/

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4 comentarios

  1. Qué interesante crónica, no conocía esta información. Me gusta cómo escriben los historiadores porque son justos y precisos; los literatos en crónicas no me gustan, y es que, de repente, se ponen extensos con referencias, conceptos, opiniones y un que otro adorno. En fin, mi comentario es para decirte que creo que hoy en día, la «fuga de cerebros» o la «fuga de talentos», ya no es tanto por la falta de oportunidades sino por causa de la globalización. Ya sentimos el resto del mundo más cercano, más manejable, con menos miedo y con una gran expectativa. Ha nacido una necesidad de ir más allá de nuestro entorno, más para alimentarnos de conocimientos, que de ofrecerlos. Conclusión, Sonora, México o cualquier país, poco puede hacer al respecto. Saludo.

    1. Muchas gracias por tus comentarios Rebeca. Coincido contigo en que «la fuga de talentos», o sencillamente la movilidad, es parte del mundo en el que vivimos. Aunque como señalamos en el texto, no estaría mal seguir vinculados con aquellos que se van y fomentar su cooperación con los jóvenes talentos de Sonora.

  2. hola, mi nombre es Rosamaría Meléndez, y soy sobrina de Bill Meléndez. era el hermano menor de mi padre, y lo recuerdo bien. era amable, generoso y muy humilde. no creerías que este caballero hubiera ganado tanta notoriedad profesional, premios y reconocimiento global. Lo extraño terriblemente. gracias por este excelente artículo. Vivo en Nueva Zelanda y mis primos me enviaron este enlace!

  3. Estimada Rosamaíra Meléndez…
    Que gusto que nuestros textos lleguen tan lejos, y doble el gusto de que lleguen a personas para las cuales el tema (en este caso la vida y obra de B. Meléndez), signifique algo especial por su conexión con el personaje.
    Enviamos cordiales saludos hasta allá. Gracias por leernos.

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