La semana pasada, vía Whatsapp, a amistades y parientes les avisé:

-Con mucho gusto les comunico que hoy terminé con tres días de ayuno a pura agua…Creo que estoy bien y me siento muy a gusto conmigo mismo.

-¡Qué bárbaro, Enrique! ¿Qué necesidad?-,  me contestó de inmediato una sobrina, así como que parafraseando al divo de Ciudad Juárez o como si insinuando que le sobraban las letras s e i a su pregunta.

-¿Causa, motivo o razón?-, me contestó también más que ipso facto un caro amigo.

A mi sobrina casi también de inmediato le contesté:

-No lo hice como sacrificio, ni para pagar una manda, ni por flagelación o penitencia, lo hice para comprobar sus supuestos efectos positivos en la salud y tu visión del mundo…y, sí, son enormes.

Y a mi amigo, también tan súbito le respondí:

-Verificar si es cierto que el ayuno altera tu percepción del mundo.

-¿¿¿Conclusión???-, reviró rapidísimo.

– Es cierto, pude disfrutar más la meditación, ampliar la visión, la paz y el dominio de los antojos-, concluí.

Luego una hermana me dijo que no exagerara; otra, que ella lo hacía más leve, no tan extremo, ingiriendo sólo jugo de la misma fruta un día a la semana durante meses; otra amiga me dijo que estaba loco, que tuviera cuidado. También recibí respuestas recomendando el ayuno y felicitándome, o diciendo «Es un reset».

Este comentario llegó justo como para cerrar la asimilación del diálogo sobre la experiencia; me llamó la atención especialmente porque como que todo mundo lo entendió, tan lacónico y en inglés.  Debe ser por su origen computacional, imagino.

El caso es que el primer día sí batallé un poco, aunque no me dolió la cabeza, quizás porque estaba muy bien dispuesto, hacía tiempo que anhelaba lograr ese objetivo y tenía muchas ganas de sentir de nuevo el hormigueo que produce en el cuerpo la meditación y el movimiento en cámara lenta, la energía comienza a bajar y tu puerco lo advierte y está atento a que no te desfogues ni te disipes, ni dilapides.

El segundo día fue el más difícil, sobre todo a la hora de la comida y en la noche, pues ahora sí que me crujían las tripas a grado tal que desperté varias veces; igual descubrí todas las veces que por lo general me asaltan los impulsos por comer cualquier cosa, casi siempre pura chatarra, desgraciadamente; sin embargo, la clave es tomar agua cada vez que te cimbran las ganas de comer algo.

El tercer día ya no fue tan difícil, cuando menos hasta en la noche, porque en verdad se me quitó el hambre; estaba empezando a perder las ganas de comer y sentía una fuerte sensación aceitosa en mi paladar.  Este día fue muy especial porque me dio un poco de miedo, influido por la advertencia de mi amiga, empecé a sentir algo de malestar en el corazón; por suerte, advertido, pensé que más bien era alguna contracción de los intestinos o del estómago, que se estuviesen comprimiendo.  Sin duda me ayudó el haber leído opiniones favorables sobre el ayuno y recomendaciones sobre cómo llevarlo a cabo y cómo terminarlo.

Debo decir que la principal ganancia es que me siento súper contento por el logro de un objetivo largamente anhelado, me quedé con ganas de prepararme para un ayuno más prolongado, me di cuenta de cómo comemos de más resultando en un estado sobrante de energía que tenemos que tirar en batallas inútiles, como inquietud, obsesión por el triunfo y posesión de la razón, etcétera.  Creo que el ayuno me ha dado más seguridad y autoestima, sin caer en la soberbia, sentimientos que nunca me dieron las drogas que he probado y sin apegos ni desgastes físicos.  Se limpia uno de excesos y de toxinas, entre los que bien pueden incluirse muchas palabras y algunos recuerdos ingratos.

Texto y fotografía por Juan Enrique Ramos

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Sobre el autor

Nómada irredento, originario de Torreón, Coahuila, en Sonora por más de 40 años. Escritor y tallador de madera actualmente. Pasajero de la nave tierra que próximamente acabalará 71 vueltas al sol.

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1 comentario

  1. Que buena experiencia. Alguna vez lo voy a intentar. Pregunta para el autor: cuáles son los cuidados que se deben de tener previamente, durante y después del ayuno?
    Saludos!

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