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Han pasado casi 40 años desde la llegada de Alien (Ridley Scott, 1979) a las pantallas cinematográficas y a la retina de los amantes del género. La criatura protagonista de nuestras pesadillas – descrita como “el organismo perfecto” – ha evolucionado, no sin tropiezos,  a través de varias entregas que acomodan y reacomodan las mismas piezas funcionales.

La bélica y poderosa Alien, 2 (James Cameron, 1986), la más oscura y trepidante Alien3 (David Fincher, 1992) y Alien: resurrección (Jean Pierre Jenuet, 1997), junto con la primera película, forman el cuarteto de la teniente Ripley (Sigourney Weaver), máxima guerrera espacial en la historia del cine, rival definitiva contra fuerzas extraterrestres y fantástico antecedente en el actual proceso de empoderamiento femenino.

Sin embargo, a partir del regreso de Scott en Prometheus (2012), la línea argumental explora senderos filosóficos frente al origen de la vida humana, construyendo nuevos universos alrededor del monstruo de todos tan temido.

Alien: Covenant (Ridley Scott, 2017) no es la historia decisiva de la franquicia, pero sí es una de las mejores. A partir de su intenso prólogo, donde el sintético David (Michael Fassbender) y su creador (Guy Pearce) discuten en ambiente minimalista a lo Ex Machina (Alex Garland, 2015) el misterio de la vida y la muerte, sabemos de qué irá esta cinta.

Ya no se trata de una película de monstruos. Ahora el argumento viene aderezado con lances intelectuales, literarios y musicales que acercan a Alien: Covenant a la categoría de ópera espacial.

Han pasado 11 años desde los acontecimientos de Prometheus. De nuevo, una expedición colonizadora – en la nave “Covenant” que traduce “Alianza”, en correcto español – viaja con miles de personas y embriones humanos en estado de hibernación en busca de un planeta que les permita volver a empezar.

En concordancia con la multitud dormida, aparece una numerosa tripulación. Son muchos. Demasiados. No habrá tiempo para que el público logre identificarse con alguno de estos personajes.

Por supuesto, hay protagonistas. El capitán Oram (Billy Crudup), pararrayos de las indecisiones y los errores humanos; la teniente Daniels (Katharine Waterstone), sustituta de la Ripley; Tennesse (Daniel McBride), intrépido piloto y Lope (Demian Bichir).

Pero la película le pertenece a los sintéticos, los actuales replicantes, los androides David y Walter (Michael Fassbender), robots enfrentados por la supervivencia o la destrucción de la vida humana.

Y está la criatura. Envuelta en el aura gótica y romántica de Mary Shelley y su “Frankenstein”, a cargo de las mejores secuencias de acción, suspenso y terror en Alien: Covenant.

Escenarios wagnerianos, espectaculares, dramáticos y grandilocuentes definen el contexto de la historia. “La entrada de los dioses en el Valhalla”, Wagner, captura a la perfección uno de los clímax de la cinta. Y también están las múltiples referencias al propio mito de Alien. Nadie ha podido superar el inquietante nacimiento del monstruo salido de las entrañas incubadoras de los terrícolas que destruye.

Los diálogos y la batalla entre David y Walter – ambos interpretados por Michael Fassbinder -, resultan ser lo más conspicuo y divertido de Alien: Covenant. Es un humorismo oscuro y perverso, ver a Fassbender hablar consigo mismo. Digno de un capítulo delirante de “Perdidos en el espacio” o “Viaje a las estrellas”, en su primera temporada.

Esa reciente versión de Ridley Scott de sus replicantes en Blade Runner (1982), montados en esta entrega son una interesante cita con su próximo proyecto fílmico: la continuación de la película antes mencionada, sin duda.

Tal vez Alien: Covenant demora un poco en establecer la plataforma de lanzamiento para la acción. Quizás juega en su contra este deseo de entrar en manifiestos ideológicos o metafísicos. Quizás sea el intenso recuerdo de las anteriores aventuras. Acomodar y reacomodar. Los mismos enseres, con diferente estilo.

Irreprochable en su dirección de arte – esa secuencia de holocausto que supone el fin de “los ingenieros” -, también reserva momentos de combate que nada tienen que pedirle a las anteriores películas, incluso hay instantes insuperables.

Con todo, Alien: Covenant es una propuesta cautivadora, pero irregular. ¿Qué al caso la escena erótica en la ducha intervenida por el intruso extraterrestre? ¿Qué abona a la trama la insinuación de la naturaleza gay de Lope?

Menos palabras, más acción.

De seguir por ese camino las películas de Alien terminarán en aventuras de Michael Fassbender, el nuevo hallazgo de Ridley Scott.

 

Por Horacio Vidal

Sobre el autor

Horacio Vidal (Hermosillo, 1964 ) es publicista y crítico de cine. Actualmente participa en Z93 FM, en la emisión Café 93 con una reseña cinematográfica semanal, así como en Stereo100.3 FM, con crítica de cine y recomendación de lectura. En esa misma estación, todos los sábados de 11:00 A.M. a 1:00 P.M., produce y conduce Cinema 100, el único -dicen- programa en la radio comercial en México especializado en la música de cine. Aparece también en ¡Qué gusto!, de Televisa Sonora.

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